Epílogo

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Grenoble, sureste de Francia.
Otoño de 2017

El sol ha salido más el manto de nubes de tormenta cubren su brillo, el viento frío golpea la ciudad y congela los sentidos de los transeúntes. Me mantengo firme frente a la ventana observando los marcos comenzar a empañarse como el producto de un contraste de temperaturas entre el baño evaporado y el frío infernal de afuera.

Desvío la mirada hacia el lavabo y de nuevo lo encuentro mirándome, atento a cualquier acción que realice.

Suspiró cansado, a pesar de ello mantengo la mirada perdida sobre el espejo por varios minutos pero por más que me encuentro con el rostro que tanto he visto, soy incapaz de reconocerme. Han pasado 170 años y el tiempo sigue sin dejar huella en mí. Los cambios son mínimos y provocados, los mechones de cabello que antes fueron castaños, ahora son negros, mientras que el rojo de mis ojos se oculta tras un toque de magia que los torna cafes.

Sonrió al reflejo y este lo copia, vuelvo a reír por mi absurdo comportamiento. Sin embargo, el aire se vuelve sofocante nuevamente y los pensamientos tuercen la dimensión del tiempo.

Los recuerdos me trasladan a 1969, el año en que el hombre llegó a la luna, aún puedo recordar la emoción que se alzaba en los aires de Nueva York ante la propagación de la noticia en todos los medios de comunicación, impactando no solo a los habitantes de Estados Unidos sino al mundo entero.

Cuatro años antes me encuentro en 1965 bailando en solitario al son del nuevo éxito de Nina Simone "I Put a Spell on You" en California, luego de visitar las costas mexicanas, colombianas y chilenas.

Saltó en el tiempo y estoy en 1930, la guerra ha explotado y el cielo en Corea se encuentra gris y contaminado, el egoísmo y el pánico hace que la tierra se pinte de carmín. Es el inicio de un nuevo holocausto. Lo mismo ocurre en 1914, el Reino Unido se consume ante la entrada de Gran Bretaña a la guerra.

En un momento estoy en 1860, más guerras y levantamientos a favor de la libertad y en contra de la iglesia así como contra sus reinos.

He presenciado la evolución del hombre y sus creaciones, el pensamiento ha cambiado pero aún persiste la huella de lo que fuimos, el rencor de los renegados y silenciados.

A pesar de nacer en el seno de una familia católica, jamás pude concebir la idea de la salvación. Al menos no en un mundo tan podrido, llenó de guerras y enfermedades. Sí, el mundo ha cambiado pero no lo suficiente como para decir que somos libres.

Es por ello, que a veces considero que tal vez no era la época correcta ni el lugar indicado, tal vez todo estaba escrito, o tal vez solo tal vez yo lo había provocado. Aún me persiguen los recuerdos de aquel día en que Devon se convirtió en escombros, y hasta el día de hoy aún se habla de ello. Los libros de historia lo llaman «The endless night», pues toda Inglaterra fue azotada por los diluvios y terremotos durante siete días y siete noches.

En 1849, dos años después de la caída de la presa, Devon fue declarado pérdida total con más de 2,000 muertes pero solo era un aproximado. La tragedia hizo que el reino entero estuviera de luto durante dos semanas.

Me estremezco al sentir las gotas de agua deslizándose por mi piel, la nebulosa de pensamientos se desvanece y solo uno perdura.

La idea de buscarlo me atormenta constantemente. Durante 170 años la misma pregunta ronda siempre por mi cabeza: ¿Cuánto más?, sin embargo, no importa la cantidad de veces que me cuestione, la respuesta siempre es la misma y aún así nunca es suficiente. Aún sigo buscando y merodeando el mundo con la idea de que hoy podría ser diferente.

Quizás deba esperar más de lo debido...

Suspiró resignado por otro día sin su presencia y salgo del baño aún empapado. El clima es frío así que opto por un traje negro y una gabardina marrón.

Minutos después salgo del conjunto de edificios, las calles que antes eran prados verdes se encuentran abarrotadas de autos.

El frío apenas y lo siento, pero las nubes de tormenta dejan caer su carga sin previo aviso, la lluvia ahuyenta a los transeúntes de las calles y camino entre ellas en busca de un refugio.

No tardó en encontrarlo.

"Cafétéria: Un Ange" Alcanzo a leer el trozo de madera colgado en la entrada. Ingresó y la combinación de olores deleita mis sentidos, es cálido y tranquilo con ese ambiente que me recuerda a Devon.

Camino hasta el mostrador observando el sitio en tonos cafés con apariencia rústica, repleto de mesas y sillas, algunas ocupadas por aquellos que también huyen de la tormenta.

—Buenas tardes, bienvenido a "Un ange", ¿Que va a ordenar? —habla el empleado detrás del mostrador.

—Un expreso —pido sin siquiera regalarle una mirada al empleado y extraigo la billetera de mi gabardina.

—Claro ¿A nombre de quien? —. Su voz comienza a hacerse familiar, me tenso y la sangre se me congela. Mi pecho se estruja dolorosamente mientras la piel se me eriza conforme cruzó miradas con aquel extraño.

—Taehyung —digo perdiéndome en sus facciones y el aire me falta.

—En un momento se lo entregó —me dice con amabilidad y una sonrisa, con esa maldita sonrisa que me devuelve a la vida. Las palabras se aferran a mi garganta pero logró esbozar:

—Gracias joven...—la insinuación baña mi voz, y éste solo sonríe para contestar.

—Jungkook, Jeon Jungkook.

...O quizás no tanto.

Te encontré.

Pecado Concebido [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora