Pecado Concebido [TaeKook]

Capítulo 8

Sus pasos eran firmes y certeros, impulsado por la curiosidad y guiado por el camino de rocas bajo sus pies observaba con detenimiento cada rincón del bosque, desde las voluminosas copas de los robles hasta los despeinados matorrales aferrados a sus raíces y parte de sus cortezas.

El clima frío acariciaba su piel acalorada, el aroma a madera y tierra mojada, el crujir de hojas y ramas quebrándose ante su paso alimentaba su necesidad por conocer más de aquel hermoso bosque.

El sol comenzaba a ocultarse dándole cierto toque misterioso al ambiente, la niebla comenzaba descender de la montaña adueñarse de la zona y limitando la visibilidad, no obstante, Kim continúo caminando a través del rocoso camino, dando pasos cautelosos y manteniendo sus sentidos alerta.

En poco tiempo la niebla le rodeó y el frío incrementó, exhaló risueño expulsando vapor por la boca, sus mejillas enrojecieron al igual que la punta de su nariz. Una helada noche se avecinaba.

Sin embargo, aquello parecía no importarle al castaño, ya que éste seguía adentrándose a las entrañas del bosque.

El panorama pacifico y la tranquilidad que brindaba aquel sitio lo hacía sentir tan libre y sin ataduras, sin máscaras o barreras, simplemente lo amaba. Una experiencia grata que le regresaba a la vida.

Aún cuando la alegría invadía su pecho y el aire refrescante oxigenaba sus pulmones una repentina corriente le recorrió la columna, inquietandolo y haciéndole jadear; con cada paso los nervios estrujaba su abdomen e incrementaban su latidos, y justo cuando creyó que era momento de abandonar su improvisada aventura el camino lo condujo hasta un espacio completamente abierto, donde la niebla parecía negarse a tocar esa parte de la montaña, como un manto blanco, la espesa niebla parecía estar suspendida sobre el terreno, sin tocarlo, apenas rozando el mismo aire que allí residía

El peculiar fenómeno le obligó a curiosear por la zona, deleitándose por la magnificencia del manto sobre su cabeza, sus ojos brillaron conforme más se acercaba al borde del espacio abierto. Una calidez inexplicable se instaló en él, sonriendo gustoso.

Cerró sus ojos e inhaló profundo dejándose llevar por el momento, sintiendo sus pulmones ser llenados del refrescante gas.

Su sonrisa se agrandó, retomando su postura, con cautela acortó los pocos metros de distancia que le separaba del barranco, abriendo los ojos completamente absorto en la panorámica que se mostraba a las faldas de la montaña.

—Hermoso —murmuró sonriente, admirando el fin de la niebla y la ciudad bajo el lugar.

Levantó el rostro, notando la coloración oscura que comenzaba a pigmentar el manto, anunciando la oscuridad del anochecer.

El tiempo se agotaba, decidido a saciar su curiosidad se alejó de la orilla, pero al voltear algo llamó su atención.

¿Una cabaña?

Detuvo sus pasos, con el único objetivo de analizar la construcción; el lugar estaba hecho meramente de madera, así como también que se hallaba rodeada por robles y maleza del bosque, como si el bosque la reclamara.

La observó con detenimiento notando luz en su interior, el aire abandonó sus pulmones, la piel se le erizó, los nervios se apoderaron de su anatomía nuevamente, la opresión sobre el pecho, la resequedad en su garganta y el incesante palpitar de su corazón le descolocó, aturdido desvió la mirada, pero como si se tratara de imán sus ojos volvieron a enfocar la cabaña, Su respiración se volvió pesada y como si su cuerpo se mandara solo comenzó a caminar lentamente hasta ella, quedando inmóvil al estar frente a la puerta.