Capítulo 35

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Disfrutaba del frío material sobre su piel expuesta, degustando la sensación de sus sentidos adormecidos en una mezcla de hormigueo reconfortante.

El calor brotaba por sus poros, iluminando su piel jugosa. Reía con gracia haciendo que su voz aterciopelada resonará en cada rincón del santuario; sus labios recordando la boca ajena, sus lenguas moviéndose y luchando por dominar a la contraria. Colocó su dedo índice contra su labio inferior, con picardía agrandó su sonrisa exponiendo su peculiar dentadura, pulcra y radiante.

El recuerdo del semblante pálido de Kim revivía en su mente con diversión, los ojos desorbitados, el ceño afligido y asustadizo, sudoroso, con el corazón acelerado y labios rojizos, cortesía de sus mordidas. Nunca imagino verlo así. Tan... agobiado.

Su enorme silueta apresurada intentando tomar su ropa y vestir su cuerpo, pidiéndole disculpas con los ojos cargados de vergüenza, molestia y frustración, como si no supiera con quién estaba tratando.

Aún recordaba como casi golpeaba la pared por no tener una camisa a la mano y verlo correr a través de lugar para regresar con una manchada de algo oscuro, desalineada y arrugada adhiriéndose a su pecho sudoroso. Su mirada suplicante de perdón le hizo callar en el momento, dejando que saliera corriendo detrás de la intrusa que arruinó su momento.

—Tae...Tae..TaeTae —repitió con lentitud, alzando la vista.

Desde su posición observó cada detalle que le rodeaba, pinturas y estatuas que representaban alguna divinidad que carecía de sentido. Los ojos estáticos, hechos de yeso y cal le mostraban desagrado y lo juzgaban desde su altar, culpandolo por robar lo más sagrado que un humano podría ofrecer: su fe.

Cosa que Taehyung había perdido desde hace mucho.

—Quien lo imaginaria, ¿un cura pecando? —siseó con malicia.

Abandonó su inspección, apoyándose de sus brazos se levantó con lentitud, disfrutando del viento frío que acariciaba su piel y le hacía temblar. Sus labios se volvieron a curvar tras sentir algo húmedo y viscoso descender suciamente por sus muslos, aún podía percibir la calidez de los fluidos.

A pesar de las sustancias ensuciando su piel, comenzó a caminar hasta el altar, donde se hallaba su ropa regada sobre el mismo.

Tomó su camisa negra y deslizó la tela por sus brazos, cubrió la piel sin prisa y con el rostro iluminado por la satisfacción.

—Un poco más —habló sonriente recordando las líneas sobre el brazo de Kim.

Un poco más y lo conseguiría. Kim Taehyung sería suyo.

El lazo se había formado, un encuentro más y nadie podría detenerlos, ni el Diablo los separaría.

Taehyung era un humano muy peculiar, lo supo desde la primera vez que le vio frente a su puerta. El aura que desprendía, la actitud que portaba, la apariencia e incluso las visiones que sufría le gritaban que era el indicado.

Aquel hombre poco devoto estaba destinado a acompañarle hasta los confines del tiempo. La coloración de la marca se lo demostraba. Kim Taehyung nació para ser suyo.

—Cuando te dije que eras un exhibicionista te reíste —la voz hizo eco entre las paredes del recinto, petrificando a Jungkook —. Y ahora mírate, acostándote no solo con un cura, sino que también en una iglesia.

—Lo que haga, no es de tu incumbencia —habló el pelinegro sin voltear.

—A mi no me hables así —gruñó Taylor tirando del brazo derecho de Jungkook, dándole la vuelta confrontándose entre miradas amenazantes.

—¡Suéltame! —demandó el menor sacudiéndose. En cambio, el ser de cabellos rubios se aferró a su cintura dejando que la tela de la camisa se ajustará a su trasero.

—Deja de mentirte Jungkook—sus manos descendieron, recorriendo la carne voluptuosa debajo de la tela. Jungkook intentó separarse pero la fuerza que portaba Taylor era impresionante —, ambos sabemos que te gusta —susurró sobre el oído de Jeon.

—Tú no sabes nada —jadeó sintiendo su piel ser estrujada por unas enormes manos y continuar su camino hasta la unión entre sus muslos, donde jugueteo con el líquido viscoso deslizándose por su entrada —. Ahora suéltame ¡Ugh! —gimió en alto al ser penetrado por uno de los largos dedos del mayor. Jungkook arqueó la espalda como acto reflejo, aferrándose a la camisa del más alto.

"No, no, no, ¡No!"

Gritaba la cabeza de Jungkook, pero su mente parecía bloqueada, las acciones de su cuerpo no concordaban. Su pánico incrementó al percibir un aroma fresco con toques dulces rodeándolo, ese maldito aroma que te hace perder la conciencia y por ende el control.

Sus rojizos labios esbozaban gemidos entrecortados, el dedo en su interior se movía con astucia tocando lugares que estremecían su cuerpo.

¡A-ah! —Un segundo dedo se sumó a la estimulación, penetrando y acariciando con aspereza sus paredes anales.

Mientras Jungkook tenía una pelea interna, Taylor parecía complacido con las acciones del menor. El cuerpo se estremecía en sincronía con su movimiento, sentía la humedad entre sus dedos, el interior era suave y apretado, tal y como lo recordaba.

"Mio"

Susurró la voz sobre su cabeza, esa voz torcida que perturbaba.

Esa misma que había alimentado su deseo por destruir al chico entre sus brazos. Esa que era una jodida hipócrita.

Taylor desvió la mirada con el ceño fruncido, antes de tirar de la nuca a Jungkook y plantarle un beso sin precedente.

Era brusco, sin pasión ni emoción, solo eran sus labios unidos y mezclándose.

Inmediatamente, Jungkook se tensó al percibirlo, un sabor dulce que se tornó amargo y fue opacado por el toque metálico de la sangre. Intentó apartarse pero ya era demasiado tarde.

Una fina capa de nubosidad cubrió sus ojos, tornándolos blanquecinos y sobre su muñeca izquierda comenzaba a rodearla una línea en espiral. Dejó de sentir su cuerpo, mientras que sus pensamientos bañados en pánico dejaron de existir.

Las manos de Taylor lo soltaron, causando que el cuerpo cayera sobre el suelo sin defensa, el rubio gruñó ante el ardor sobre una de sus muñecas, pues al igual que el pelinegro una línea se había dibujado sobre su piel.

—No lo tomes personal —pronunció mirando el cuerpo —. Esto jamás habría pasado si no fueras tan testarudo —se acercó y postrando una de sus rodillas sobre el suelo, tomó del mentón al pelinegro perdiéndose en sus ojos sin vida—, ahora todo depende de tu cura —su voz salió hostil.

Lo había hecho de nuevo, y sin arrepentimientos. Destruiría a Jungkook y a todo lo que amaba.

Ni él, ni nadie te podrá salvar.


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Tengan una linda semana, cuidense y ¡Nos leemos hasta la próxima actualización!

Pecado Concebido [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora