Inquebrantable

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Isla Mema era un caos.

Hipo no recordaba ver a la gente tan presa del pánico y del miedo desde los tiempos en que los vikingos y los dragones eran enemigos acérrimos. No podía culparles, pues él estaba tan aterrado como ellos. Sin embargo, Hipo no tenía tiempo que perder. Entre varios, despejaron la plaza y mandaron a todo el mundo al Gran Salón. Estoico ordenó que la guardia de Mema sobrevolara la isla y los alrededores para avistar movimientos sospechosos en los bosques o barcos navegando por la periferia. Lo más lógico habría sido que Hipo hubiera liderado la partida, pero el vikingo no vio conveniente alejarse demasiado de la isla si Astrid no se unía a él, por lo que se limitó en asignar las áreas de búsqueda y evitar las miradas de extrañeza de su padre por no acudir con ellos.

Ayudó a cargar con los cadáveres a los túneles y escuchó con atención las instrucciones que tanto Astrid como Gothi daban para para colocar los cuerpos. Fue una de las experiencias más desagradables que Hipo tuvo la mala suerte de vivir. El hedor a sangre, a vísceras y la carne pudriéndose debido a la exposición al aire, y el tener que asociar una cabeza con su cuerpo correspondiente fue tan horrible que varios hombres terminaron vomitando a un lado de la caverna. Hipo aguantó el tipo, aunque el escenario y la peste a muerte le recordó a su encuentro con Hela durante el Festival del Deshielo.

De vez en cuando, Hipo miraba de reojo a Astrid, quién tenía una expresión indescifrable mientras trabajaba muy concentrada en la exploración de los cuerpos. Hablaba en susurros con Gothi y la anciana asentía y respondía a sus comentarios en silencio. Cuando por fin consiguieron colocar todos los cuerpos con sus respectivas cabezas, Hipo se acercó a analizar la cola y los cuernos del Pesadilla Monstruosa que se había dejado a un lado y que nadie había prestado atención todavía.

Su corazón se encogió. ¿Quién habría podido hacer semejante salvajada? Nada tenía sentido. Matar a ocho hombres, una bruja y un Pesadilla Monstruosa no era una labor que pudiera hacer una sola persona. No obstante, estaba claro que fuera quien fuera el o los asesinos, había habido un patrón para ejecutar las matanzas. Esta vez no había desmembrado a los guardias, pero, al igual que las víctimas anterior, los había decapitado, abierto por el abdomen, y arrancado el corazón y los ojos. Los casos de Rosethorn y el Pesadilla Monstruosa habían sido las únicas excepciones. A la bruja no le habían arrancado la cabeza, pero su corazón y sus ojos habían desaparecido también, mientras que apenas quedaba nada del Pesadilla Monstruosa.

—¿Hipo?

El vikingo se giró al escuchar la voz de Astrid. La bruja seguía muy seria, sin forma de saber qué podía estar pensando, pero le hizo una seña para que le siguiera hasta uno de los cadáveres.

—¿Qué pasa? ¿Has descubierto algo?

—Sí—respondió ella—. ¿Te has fijado en el estado de los cortes?

Hipo se sintió un poco idiota por no entender a qué se refería, pero Astrid parecía esperar su ignorancia. Cogió de su brazo y le hizo arrodillarse con ella junto al cuerpo para señalar la zona del cuello que mostraba el hueso y el músculo. Hipo tuvo que esforzarse en contener una arcada.

—Según la zona en la que te cortes sangras más o menos. No es lo mismo cortarte la piel, que cortar un miembro entero —explicó Astrid—. En este caso, si les han decapitado, esta zona tendría que haber sido una fuente de sangre dado que se les ha cortado por la yugular. Sin embargo, las heridas están coaguladas.

—Espera —le interrumpió Hipo de repente—. Eso es lo que hicieron cuando me amputaron el pie. Calentaron el hacha a una temperatura muy alta para que la herida coagulase y no perdiera mucha sangre. Entonces hay algo que no entiendo, ¿cual es el objetivo? ¿quién iría con una arma con el filo ardiendo cortando cabezas a la gente?

Wicked GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora