Hijo único

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Su boca sabía a tierra.

Daba igual lo que comiera, bebiera o cuántas veces se lavara los dientes, Thuggory era incapaz de eliminar el asqueroso sabor a tierra y bellotas de sus papilas gustativas. Estaba agradecido de que al menos ya no se pasaba el día vomitando a bellotas, pero no había forma de quitar aquel regusto repugnante de su boca.

Las brujas de Le Fey habían necesitado varios días para encontrar la manera de romper la maldición que Gothi les había echado encima. Sin embargo, aún habiéndose liberado por fin del hechizo, Le Fey estaba hecha un basilisco. Todavía no se habían movido de la Isla de los Marginados y, aunque Thuggory le había insistido en marcharse para evitar que Drago hiciera demasiadas preguntas sobre las numerosas placas de hielo que aún sobresalían por toda la isla, Le Fey se había negado en rotundo a moverse hasta tener una mísera pista de dónde podían haberse marchado Astrid, Hipo y el resto de habitantes de la isla.

Honestamente, Thuggory no estaba seguro todavía de cómo tantísimas personas y dragones podían haber desaparecido ante sus ojos. Le Fey no era especialmente explicativa en lo que respectaba a la magia, por lo que supuso que la respuesta de «es cosa de esa grandísima hija de perra» debía significar que había sido todo obra de Astrid. Thuggory tenía sentimientos encontrados por esa bruja. Para alguien como él, reconocido por ser más grande y fuerte que la media vikinga, encontrar a una combatiente a su altura no era algo que se viera todos los días. La bruja había demostrado ser no solo muy rápida, sino sorprendentemente fuerte y lista como para predecir sus ataques y contraatacar. Sin lugar a dudas, Le Fey no la había nombrado en su día General por su cara bonita. No obstante, aún estaba desconcertado cuando la bruja, creyéndose su media mentira para que lo matara rápido, hubiera sentido compasión por él. Sus ojos, increíblemente azules, le habían observado con sorpresa, confusión y sobretodo con lástima, casi como si hubiera comprendido su situación con sólo cruzar sus miradas.

Durante mucho tiempo, Thuggory pensó que Astrid sería como Le Fey: déspota, arrogante y manipuladora. Hasta hacía unos días había estado convencido de que la bruja había hechizado a Hipo para someterlo a su voluntad, pero tras ver cómo él había acudido a su rescate cuando Le Fey la estaba siguiendo y Astrid se había interpuesto entre la reina e Hipo cuando ésta iba a matarlo, decía que su relación difería mucho a lo que él se había estado imaginando: ambos estaban enamorados y, pese al vínculo, habían tenido el impulso de anteponer su vida por delante de la del otro.

Después de que casi todos los Marginados y refugiados hubieran desaparecido, Le Fey entró en tal estado furia que parecía que iba a romperse allí mismo. Ella misma mató a los pobres desgraciados que no lograron escapar con los demás y cuando descubrió que Lars Gormdsen había desaparecido descuartizó con su magia al desafortunado que le había transmitido el mensaje. Todo esto sin que ambos dejaran de vomitar bellotas, lo cual resultaba terriblemente humillante y desagradable.

Por desgracia, el problema de las bellotas tardó en solventarse más de lo esperado. Al principio, Thuggory se preguntó si Gothi era una bruja, pero la reina le había replicado al instante sumamente ofendida:

—No califiques a una Völva al nivel de mi especie.

Thuggory frunció el ceño.

—¿Gothi es una Völva?

—Llevaba tiempo sospechándolo —le aseguró Le Fey malhumorada antes de que una nueva bellota saliera de su garganta y la escupiera de malos modos—. Su magia es arcaica y diferente a la nuestra, por eso no se puede contrarrestar el hechizo así como así.

Tres días después de aquella conversación, sin saber muy bien cómo, dejó de vomitar bellotas. No obstante, cuando pensó que las cosas irían a mejor, apareció Drago Bludvist en la isla. No cabía duda de que había acudido allí sin esperar la invitación de la reina y, según pisó tierra, ladró órdenes a su gente para que exploraran el terreno de arriba abajo. Le Fey no quiso atender a Bludvist, excusando que sufría una fuerte migraña cuando, en realidad, solo quería dormir y que la dejaran en paz, por lo que Thuggory fue el tonto que tuvo que recibirle.

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