Instinto maternal

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BÁRBARA:

-¡Mamá! -exclama ella, solloza abrazándome fuerte. No puedo evitarlo la abrazo también, me hago la fuerte, no voy a llorar, no voy a llorar, no voy a llorar me repetía una y otra y otra vez. Por fuera aparentaba, por dentro me estaba hundiendo.

 Por fuera aparentaba, por dentro me estaba hundiendo

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-Marisela. Ya, aquí estoy  -la abrazo, no quiero soltarla, acaricio su cabello con suavidad y nos sentamos en la cama.

-Wow mama, estas hermosa. -me dice mirándome de pies a cabeza.

-No mas que mi niña. -acaricio suave su rostro, realmente me alegraba verla. -¿Estás bien? ¿Que fue lo que paso? -pregunto mirando sus muñecas, tomó ambas manos suyas.

-Es una larga historia. -me dice cabizbaja.

-No me cuentes si no quieres... Pero prométeme que no vas a volver a intentar algo así, Marisela prométemelo. -la miro fijo a los ojos y ella baja la mirada.

-No se que fue lo que me paso... No quería hacerlo yo.. Solo lo hice sin pensar. -confiesa y se abraza a mi. Mi pobre niña, es la primera vez en mucho tiempo que la vuelvo a ver, a abrazar, maldigo el tiempo que no pase a su lado.

SANTOS:

-Y... ¿ eres? -Cecilia nos mira confusa.

-Perdone mi falta de modal y educación, Pablo Destefano, para servirle -él le sonríe a mi tía, ella queda encantada, maldita sea. ¡Deja de sonreirle así! Quiero molerlo a golpes y sacarlo a patadas de mi hacienda.

-Mucho gusto Pablo, Cecilia Vergel, soy la Tia de Santos -se presenta mi tía y el tipo toma su mano y la besa.

-Encantado Cecilia. -sonríe y mi tía me mira como pidiendo que ponga una cara mas amable, fuerzo una media sonrisa.

-¿Viniste con Bárbara? -pregunta Cecilia sentándose en el sofá, me siento a su lado realmente incómodo, empezaron a hablar. Era categórico, no me caía para nada bien, al instante acaparo toda la atención de mi tía...

-Si, la estoy acompañando... A decir verdad me moría de ganas por conocer el Arauca, Bárbara me ha hablado mucho del llano. -mira el asiento. -¿Me puedo sentar?

-¡NO! -me apresuró a decir, Cecilia contesta de inmediato regañándome con un codazo y me mira con enojo.

La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora