Rienda suelta.

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SANTOS:

Una vez mas sufrí un rechazo de su parte, pero no estaba dispuesto a rendirme tan pronto, estaba intentando salir del lugar. Pero en el trayecto, Marisela me estira para bailar, no tengo ánimos y finalmente la dejo bailando sola en la pista.

-¡Santos! ¡Santos!. -me dice pero hago como que no oigo y me acerco a la barra.
Miro hacia la mesa de Bárbara y Pablo y no los veo. ¿A dónde demonios fueron tan rápido?
Suelto un bufido. Tal vez la he perdido por completo y me merezco su rechazo, me siento decaído y sin ánimos de nada, ordeno una botella y empiezo a beber, beber para olvidarme de todo. Para olvidarme de ella, no puedo sacármela de la cabeza, me siento fatal. Me siento desolado por toda esta situación y mi único refugio es beber.

-¡Santos Luzardo suelta eso! -me regaña Marisela, la veo cerca de mi, y me saca la botella de las manos

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-¡Santos Luzardo suelta eso! -me regaña Marisela, la veo cerca de mi, y me saca la botella de las manos.

-¿Marisela qué haces? ¡Dame eso! -me quejo queriendo tomar la botella de vuelta, pero me lo impide.

-¿Estás así por ella verdad? Santos no querrás convertirte en lo que fue mi padre, en el espectro de la sabana, no lo hagas Santos... Si quieres a Bárbara ¡Bebiendo no vas a recuperarla! -Me dice y la miro sorprendido ¿Marisela alentándome a recuperar a Bárbara?. Era extraño.

-Marisela esto es incomodo de hablar contigo. -admito encogiéndome de hombros.

-No hace falta que me digas nada Santos, siempre estuve cegada a la idea, pero nunca dejaste de amarla, y su recuerdo siempre fue una sombra que nunca nos dejo ser felices... Me costó aceptarlo Santos... Pero si la amas de verdad, no voy a impedirte que estés con ella. -añade, la noto sincera.

-Marisela ¿Me estas dejando el camino libre? -pregunto aun sin poder creerlo.

-Si, Santos... -suspira, se sienta a mi lado y ahora es ella quién se lleva la botella a la boca.

-Tú tampoco deberías de beber. -hago lo mismo y le quito la botella, ella sonríe amargamente. -Voy a preparar los papeles para el divorcio Marisela. -le comento y ella asiente.

-Si, creo que es lo mejor, nos estábamos haciendo bastante daño... Vamos a llevar la fiesta en paz Santos, sólo hagamos que los niños sean lo menos afectados en todo esto.

La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora