La Diosa del Río

Decisiones

SANTOS:

Dejé que Marisela durmiera esa noche en mi cama, estaba extraña. Como si tuviera miedo, bueno no es para menos con los dos locos sueltos, cualquiera tendría miedo.
Yo en su lugar quizás estaría igual, y me siento culpable de que la traté muy fríamente, pero ya que. No quería ningún tipo de acercamiento de vuelta con ella, por más mínimo que fuera.
Esa mañana despierto primero que ella.
La observo dormitar, aferrada a la almohada, seguía pareciendo una niña inocente cuando estaba así dormida.
La niña inocente, sumisa y tierna de la que un día... ¿Me enamore?.
¿En que se había convertido ahora?
Me levanto y me pongo lo primero que encontré en el closet y lo primero que hago es pasar al cuarto de los niños para ver como habían amanecido, la princesa ya estaba despierta y jugueteando en su cuarto, me obligó a tomar el té con ella y sus amigos los osos de peluche.
Los niños aún duermen, todavía es temprano.

BÁRBARA:

Luego de una noche de desmedida pasión, me entregué al sueño. Estaba soñando tan plácidamente... Cuando de pronto siento algo suave rozar por mi rostro, luego bajar a mi cuello, me hace cosquillas. Abro los ojos lentamente, hay mucha luz ¿Estoy muerta? Veo una luz resplandeciente ¿Estoy en el paraíso? Ah no... Solo había amanecido y los rayos del sol penetraban los orificios de la ventana, cierro los ojos y me desperezo. Entre abro de vuelta los ojos y lo veo, sonrío automáticamente.

-Buenos días. -me saluda y me mira también con una sonrisita pintada en los labios.

-Mmm... buenos días -abro por fin completamente los ojos, lo veo, estaba recostado a mi lado, observándome y con una rosa roja en las manos. Con que era eso lo que me estaba haciendo ¿Cosquillas? -¿Cuánto tiempo llevas despierto? -pregunto apenada, me estaba viendo dormir.

-Humm... Digamos que un buen rato, duermes como un ángel ¿Sabes?. -me acerca la rosa y yo la tomo en manos. Me sonrojo una vez mas, sólo de imaginarme que me estaba viendo dormir. Y mas aún que solo estábamos cubiertos por sabanas. -Me encanta cuando te sonrojas. -acaricia suave mi rostro antes de plantar un suave beso en mis labios.

-Él motivo eres tú. -lo miro fijamente a los ojos y suspira.

-¿Que voy a hacer contigo Bárbara Guaimaran? -recuerdo que yo le había dicho esa pregunta un centenar de veces.