Duras verdades.

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SANTOS:

A penas había salido de la jefatura, y tuve la suerte de haberme encontrado con los muchachos.

-Muchachos que bueno que los encuentro... ¿Saben si Bárbara sigue en el bar?

-No patrón, hace un rato que la vimos salir -asegura Pajarote.

-¿Hacia a dónde? -indago, los muchachos cruzan miradas entre si.
Maria Nieves termina por señalar la dirección. Asiento en señal de agradecimiento y me encamino lo más rápido posible, aún tenia tiempo de alcanzarlos.
No los veía por ningún lado ¿A dónde rayos se habrán metido?.
Sigo mi camino... Cuando por fin los diviso, veo a lo lejos a Bárbara y el imbécil ese, tenia cargada a mi pequeña.
¡Quítale tus sucias manos de encima! Le voy a romper cada diente... Estaba acercándome a grandes zancadas, cuando Marisela se cruza en mi camino, trata de contenerme y evitar que me acercara de forma tempestiva hasta a ellos.

-¡Santos detente! -Marisela me seguía hablando, tratando de quitarme información, por sobre todo de detenerme, y de cierta forma lo estaba logrando, me estaba atrasando.

-Marisela, luego te explico, ahora no -trato de deshacerme de ella, pero sin embargo me había olvidado de lo tenaz que es Marisela Barquero.

-Por un demonio, cálmate... Los niños se encuentran ahí... ¿Qué quieres ah? ¿Quieres que vean a su padre sacando el centauro Luzardo que lleva dentro? ¿Eso es lo que quieres? -me dice en regañadientes, ella me cierra el paso finalmente.

 ¿Qué quieres ah? ¿Quieres que vean a su padre sacando el centauro Luzardo que lleva dentro? ¿Eso es lo que quieres? -me dice en regañadientes, ella me cierra el paso finalmente

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-¡Marisela tú no entiendes nada! Mira solo no puedo dejar que él se le acerque a mis hijos -reitero hastiado, suelto un bufido.

-Bueno en ese estado no vas a conseguir nada... ¿Por qué mejor no te calmas? Y si quieres que los niños no estén cerca de él, pues entonces no dejes que Bárbara los siga frecuentando. -dice Marisela, cruzándose de brazos, frunzo el ceño de inmediato, quiero que Bárbara los vea, solo que no quiero que ese idiota lo haga también.

-No puedo hacer eso. -me niego rotundamente.

-Bueno, pues entonces aguántate, acostúmbrate a ello... Por que ellos dos son pareja. -Marisela luce mas calmada, luego de terminar de decir algo que no hacía falta para nada, da media vuelta y comienza a encaminarse hasta a ellos. Marisela tiene algo de razón, solo por los niños me calmo, cuento hasta 10 y me acerco hasta el lugar.

-¡Marisela! ¡Marisela espera! -resoplo mientras hago un intento apresurado de seguirle el paso hasta llegar a ellos.

-Mami, papi -nos aclama la más pequeña, ella llega y se abraza a mi.

-¡Madre! -Marisela a su vez, se acerca y abraza a Bárbara. Ella le devuelve el afectuoso saludo. Y ahí estaba otra vez, ese imbécil sonriendo con mis muchachitos.

La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora