Solos tú y yo

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MARISELA:

Me movilicé lo más rápido que pude.
Trasladé mis cosas al hotel donde se hospedaba Destefano, luego bajé al restaurante del hotel, moría de hambre.

Ordeno un café, mientras espero pienso que definitivamente hoy es mi día de suerte, veo a Pablo sentado en una de las mesas, al otro extremo del restaurante, también bebía de su café, mientras leía un periódico.

Realmente se veía apuesto así de serio y concentrado, lo sigo observando siempre y cuando no se de cuenta.
Es que este hombre es todo un enigma y me indigna demasiado, que quisiera saber ¿Qué es lo que oculta detrás de esa carita de niño bueno?

Es que este hombre es todo un enigma y me indigna demasiado, que quisiera saber ¿Qué es lo que oculta detrás de esa carita de niño bueno?

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Un mesero se le acerca y no sé si estoy demás obsesionada, paranoica ¿O es que en verdad le esta entregando lo que parece ser un recado?

Pablo cambia su expresión al ver el papel y se levanta, toma su periódico y sale a toda marcha del restaurante.

Tomo mi café de un sorbo, olvidándome de que estaba muy caliente. Maldición por poco y se incendia mi boca, salgo lo más pronto que puedo para seguirlo. Cuidando cada detalle para que no se diera cuenta, obviamente.

Él camina rápido, mira hacia todos lados, volteando varias veces, pero creo camuflayarme bien por que ni se percata de mi presencia. Él cruza la avenida principal, así que estaba a punto de seguirlo, estaba por cruzar la avenida cuando un coche se detiene frente a mi.

-¿Por qué no se?... -iba a armar un escándalo en la vía publica, cuando veo que se bajan los vidrios polarizados y la persona que estaba dentro se deja ver. -Gonzalo. -susurro, él me mira sin emitir una sola palabra.

-Sube -exclama por fin.

-¿QUÉ?

-¡Que subas! -abre la puerta, yo miro para todos lados, rayos Pablo ya se me ha perdido de vista, frunzo el entrecejo y subo al coche. -¿NO que no venias? ¿Qué haces aquí? -el chófer del coche empieza a conducir, ajeno a nuestra platica.

-¡Vine de compras de último momento! -miento como si nada, mirando por las calles a ver si encontraba a Pablo.

-No me gustan las mentiras -dice él, agarrándome de la mejilla con las manos, demasiado fuerte.

-No me toques o... -reacciono apartando sus manos de un manotazo.

 -reacciono apartando sus manos de un manotazo

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La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora