Como la primera vez

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BÁRBARA:

Llegar al Arauca y ver todo tan igual, pero a la vez tan distinto, me había dejado con un sabor de boca melancólico. Extrañaba mi hacienda, quería realmente volver ahí, ver como estaba, así que tomamos rumbo al Miedo... O la Barquereña o como se llamase ahora.
Al llegar, nos topamos con la entrada cerrada, no había gente que resguardara el lugar, estaba abandonado. Pero eso si, no estaba deteriorado. Se notaba que se encargaban de arreglos y limpieza de vez en cuando.

-Así que este es el Miedo. -Pablo baja de la  camioneta, larga un silbido, admira la hacienda.

-Si... Este es el Miedo. -suspiro y me recuesto por la camioneta mirando la hacienda con melancolía, Pablo lo nota.

-¿La has extrañado verdad?

-Pase mucho tiempo aquí, me apegué demasiado, me costó mucho irme. -confieso.

-¿Te dan ganas de entrar? -sonríe y se lo que esta pensando

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-¿Te dan ganas de entrar? -sonríe y se lo que esta pensando.

-Esta cerrada. -lo miro expectante. -Además entrar sin permiso es un delito, allanamiento le dicen.

-¿Y desde cuando eso es impedimento eh? -toma mi mano y nos acercamos.

-Debes de estar loco Destefano. -sonrió divertida, como lo hago con todas sus ocurrencias.

-Bárbara tú conoces más que bien la hacienda debe de haber alguna forma de entrar. -me dice mirando alrededor, no había nadie. Quizás no habían peones hoy...

-Si la hay, ven. -nos metemos a la camioneta y me dirijo directo al otro lindero que daba con la entrada oculta al zótano. Sería un buen día para utilizarlo.

SANTOS:

-Por fin esta descansando. -Cecilia acaricia la cabeza de Marisela que dormía plácidamente.

-Le hizo bien ver a Bárbara. -comento cruzando los brazos, mirándola dormir.

 -comento cruzando los brazos, mirándola dormir

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La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora