Locos los dos.

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MARISELA:

No pude pegar un solo ojo, luego de ese engaño de mi mente. Comienzo a creer que me estoy volviendo loca de remate.

Vago por la casa como alma en pena, me abrazo a mi misma, mientras estoy pensando en las posibilidades de idear una venganza contra Gonzalo

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Vago por la casa como alma en pena, me abrazo a mi misma, mientras estoy pensando en las posibilidades de idear una venganza contra Gonzalo. No puedo dejarlo así como si nada, ahora es cuando entiendo a Bárbara. Ahora es cuando entiendo esa sed de venganza que ella sentía en cuanto a sus violadores, la repugnancia hacia los hombres, y hablando de hombres... El único en el cual puedo refugiarme ahora mismo, es Santos.
Por alguna extraña razón y por todo lo ocurrido anteriormente, nuestra relación ha cambiado, ya no somos ni siquiera amigos. Y extraño esos momentos en los que al menos charlábamos y nos reíamos por todo. Lo extraño a él, así que... Cambio de rumbo esta vez y me dirijo hasta su habitación, ingreso sigilosamente sin llamar a la puerta, y me encuentro con la cama tendida, no hay rastros de Santos, por lo que veo no ha llegado a dormir.
Suelto un bufido y lo busco en el baño, tampoco. Bajo al despacho, y ni rastros de él.
Niego con la cabeza, solo hay un solo lugar en donde Santos puede estar en este momento, y no lo puedo creer, por más de que Santos no me interesara como antes, me da coraje.
Tengo que contener y reprimir las ganas que estoy sintiendo por ir y ver con mis propios ojos lo que estoy pensando, si... Deben de estar juntos.
Regreso a mi cuarto y me dejo caer sobre mi cama, arrojo mi almohada y todo lo que tengo cerca.

-Bárbara ¡Siempre Bárbara!

-Bárbara ¡Siempre Bárbara!

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BÁRBARA:

No se como llegamos a esto. Creo que ese champagne se me subió a la cabeza o algo así, en mi sano juicio no estaría haciendo esto. Nos quedamos viéndonos fijamente a los ojos, por un momento casi nos besamos. Estuve a punto de caer, pero aún me queda algo de raciocinio, pise su pie derecho y bien fuerte.

 Estuve a punto de caer, pero aún me queda algo de raciocinio, pise su pie derecho y bien fuerte

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La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora