Intenciones peligrosas

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BÁRBARA:

Seguía acunando a mi niña pequeña en brazos, al parecer estaba mas calmada ahora.

-¿Te sientes mejor, mi niña? -la miro tiernamente, acaricio su cabello, se encontraba recostada con la cabeza sobre mi regazo, suspira y asiente

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-¿Te sientes mejor, mi niña? -la miro tiernamente, acaricio su cabello, se encontraba recostada con la cabeza sobre mi regazo, suspira y asiente.

-Mejor... -es lo único que responde, estaba cabizbaja.

-Puedes contarme si quieres... -agrego, no puedo con mi curiosidad, quiero saber lo que pasa por su mente ahora, quiero que me tenga confianza, que me hable, que me cuente que le aflige, aunque no es difícil para mi saberlo, ya hemos vivido ese infierno antes, cuando Melendez nos había secuestrado, es como si todo el trauma volviera.

-Fue sólo un mal sueño -asegura escondiendo su rostro en mi regazo, empezamos mal.

-Los sueños, sueños son... ya pasó -le doy un beso en la frente, ella le da un vistazo al lugar y luego como dándose cuenta de dónde estaba me observa a mi.

-Perdón yo... No debería de estar aquí, tenía mucho sueño, no pregunté, solo entré y... -se disculpa, sentándose sobre la cama.

-No te preocupes mi niña... -le restó importancia. -No hay problema, de verdad.

-Yo debería de regresar a Altamira, no he visto a los niños en todo el día -se excusa para levantarse.

-Ah no, perdóname Marisela, pero ya es tarde, y es peligroso... así que mejor te quedas aquí a pasar la noche ¿Está bien? -me levanto yo también, me acerco a ella tomándola del rostro.

-No puedo quedarme aquí, estoy invadiendo el cuarto de Pablo -dice sonrojada, sonrío.

-Tú no te preocupes por eso, yo me encargo de todo, mejor quédate aquí y descansa ¿Si? que eso es lo que necesitas ahora, descansar. Voy a mandar a que te preparen una rica cena y luego, a dormir -le doy un suave beso en la frente, ella asiente, en este momento somos madre e hija, estoy haciendo exactamente lo que nunca he hecho como tal.
Estaba a punto de salir del cuarto cuando sus palabras me detienen:

-Mamá...

-¿Si? -vuelvo la vista a ella, tal vez ahora si quiera hablar.

-¡Gracias! -agradece, aunque no era lo que esperaba, me doy por satisfecha. Esbozo una sonrisa y le guiño un ojo.

-De nada... Hija -ella se recuesta nuevamente sobre la cama, se acurruca abrazando una almohada. Salgo de la habitación, cierro la puerta despacio, y me recuesto por ella un momento, cierro los ojos. De verdad este tipo de emociones me descolocan a veces.

 De verdad este tipo de emociones me descolocan a veces

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La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora