A un paso de la locura

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SANTOS:

En toda la tarde que habíamos pasado, me di cuenta de que Bárbara estaba muy melancólica. Era el lugar, aquel bendito lugar: la poza de los suspiros.Y yo sé que estaba recordando varios momentos juntos, así como yo. No puedo negar que también estuvieron pasando por mi mente varios momentos, no solo en la poza sino que uno bailando.

Se que suena algo extraño, pero prácticamente nunca he tenido tantos momentos románticos para con ella, y ni que decir detalles, a decir verdad nunca me tome la molestia de enamorarla, como ella se merecía

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Se que suena algo extraño, pero prácticamente nunca he tenido tantos momentos románticos para con ella, y ni que decir detalles, a decir verdad nunca me tome la molestia de enamorarla, como ella se merecía. Así que me armé de una idea, quizás podría fusionar ambos recuerdos y hacerlo uno solo, suena a una locura, pero me agrada.

Como se que ella no accedería a ir por su propia voluntad, digamos que tome una conclusión, y decidí... ¿Robármela?. Bueno, en realidad ya tenia planeado hacer algo como esto, así que apenas llegue a Altamira, conversé con mi eterno aliado y compinche, quien ya antes me había ayudado a preparar algo así, si... Pajarote era el ideal.

Aproveche que ella se había quedado un tiempo más a beber algo de té, recosté a los niños y me tomé un tiempo antes de bajar. Una vez que me ve, como de costumbre ella ya estaba nuevamente huyendo de mi. Ya al marcharse de Altamira, me tome un tiempo antes de seguirla, quería ser precavido y sigiloso, que no se diera cuenta de nada. Cuando pensé que se había alejado lo suficiente, salí a su encuentro.

En todo momento la noté distraída, ahora no debía de ser la excepción, así que no debe de ser tan difícil, o bueno, al menos eso es lo que pensaba, pero como siempre me equivoqué, con ella siempre termino equivocándome muy a mi pesar.

En un determinado punto, ella se baja de su caballo y se detiene a acariciarlo, traía una mirada perdida. Ese era mi momento, tenía que aprovechar. Me acerco sigilosamente y cuando estoy tan cerca la cubro con las manos, extrañamente no me reconoce, quizás por el susto, quizás por el momento, forcejea conmigo. ¡Demonios! Quién la viera, tan menudita, sin embargo es demasiado fuerte, trato de no emitir ningún solo sonido para que no se percate de que soy yo.

Como puedo la cubro con una venda, y como seguía dando a pelear no me contengo y la amarro. Si, se exactamente lo que eso conlleva, ella odia ser amarrada, lo sé perfectamente pero vale la pena arriesgarse.

Estoy dispuesto a afrontar las consecuencias siempre y cuando a ella se refiera.
La subí casi a cuestas en mi hombro, y luego la llevo a la camioneta, estamos un poco alejados del lugar donde estoy teniendo planeado llevarla, pero le daré el tiempo suficiente a Pajarote para que lo deje todo impecable, esta mujer es increíble, no se queda quieta y no solo eso, comienza a tirar amenazas, y quién sabe que tipo de maldiciones. Sonrío siempre distante, no quiero seguir con esto, se que es una tortura para ella, pero se que si revelo mi identidad ahora, me odiara y se negara a seguir. Emprendo marcha, sin decir una sola palabra.

La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora