Polos opuestos.

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BÁRBARA:

Al principio me dejo llevar por el beso, enredo mis manos al cuello de Santos, y correspondo a sus labios que con desespero acarician a los mios.

No podía negar que una parte de mi extrañaba los besos de Santos era algo que me hacia sentir viva

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No podía negar que una parte de mi extrañaba los besos de Santos era algo que me hacia sentir viva... Pero otra parte de mi luchaba por no caer; por no flaquear por no rendirme en sus brazos, y "adiós dignidad", "adiós orgullo". Adiós todo lo parecido a: años de tratar de olvidarlo, tiempo invertido en tratar de concentrarme en otras cosas y ser feliz... No, no podía, pienso en mis nietos, en lo que paso, en lo que estaba pasando, separo mis labios y a la vez me separo de él.

-No, Santos no... No hagas esto más difícil -susurro tomando aire.

-¿Hacer el qué? No puedes negar lo que sientes Bárbara -se vuelve a acercar a mi, siento que todo mi cuerpo vibra al sentirlo tan cerca, él me rodea con sus brazos.

-No, no siento nada...

-Mientes, sé que me mientes... Yo sé que todavía sientes algo por mi, aunque sea odio, rencor, algo... Pero lo sientes, lo noto en tu mirada, en como te estás estremeciendo de tan solo tenerme cerca -me susurra al oído, odio que aún tenga este efecto en mi...

-No es cierto, ya Santos por favor... -esta vez me siento débil, no quiero discutir.

-Concédeme un ultimo deseo, si después de eso te das cuenta de que no sientes nada por mi. Entonces te dejare en paz -toma mi mano y yo lo miro perpleja.

-Es una locura, olvídalo...

-No lo es, esta noche... Esta noche te esperare aquí en la poza... En nuestra poza, y no acepto un no como respuesta -niego rotundamente con la cabeza y me alejo.

-Olvídalo, no voy a venir... -trago saliva y como puedo me alejo, él no me sigue; por tanto me escabullo y me pierdo en la sabana. Santos está loco de remate, y más loco si cree que iré... Por que no lo haré, no lo voy a ver en la noche, ni nunca mas.

MARISELA:

Regrese a Altamira, los niños se me abalanzan para darme un abrazo, pero la verdad ni ánimos tenía.

-Ya niños ¿Por qué no van a jugar por ahí? -me escapo de ellos a penas y puedo, la cabeza me daba vueltas y vueltas ¿Que demonios bebí?

-¡Marisela! -una voz me detiene

-¡Marisela! -una voz me detiene

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La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora