La Diosa del Río

¿De qué lado estas?

SANTOS:

Después de que Bárbara haya desaparecido así como si nada, lleve a mi pequeña Edith a su cuarto, en el camino hasta ahí se quedó dormida en mis brazos, mi pequeña... Es tan parecida a ella a veces, no solo físicamente, si no también en lo temperamental.
La bajo con cuidado en su camita y la cubrí cuidadosamente con la sábana para que no se volviera a despertar. La observo mientras ella duerme, ajena a todo lo que esta pasando ahora, beso su frente, la observo un rato más y luego salgo silenciosamente del cuarto. No cierro por completo la puerta porque a ella no le gusta tanta obscuridad siempre le dejamos la puerta semiabierta para que entrase un poco de luz a su habitación.

No dudo en pasar por el cuarto de los pequeños, también estaban durmiendo plácidamente. Uno de ellos se remueve en la cama, mientras que el otro musitaba algo inentendible entre sueños, sonrío al verlos y luego salgo del recinto.

Tengo la cabeza en otro lado, llevo las manos al cabello y lo remuevo. Tengo que volver a hablar con Andrés, ya casi está amaneciendo y no creo que esté despierto, pero bueno yo... No tengo mucho sueño que digamos.

Me encamino a mi despacho, ingreso y tomo asiento en mi silla favorita.
Sigo con la mente en Júpiter cuando veo el cajón de mi escritorio, está semiabierto. Los niños debieron de haber estado jugando aquí y dejaron todo patas para arriba.
Abrí el cajón y vi ahí una caja, sonreí inmediatamente, esta pequeña cajita contenía muchos recuerdos. La abro rápidamente colocándola sobre el escritorio con cuidado como si fuese un preciado tesoro, y en realidad lo era, para mí lo era.
Veo fotografías de mis pequeños, de cuando eran bebés, algunas fotos son recientes, y otras más antiguas. Todas las mandé revelar, casi siempre les tomaba fotos, se me había vuelto un hobby.

Sigo viendo las fotos, casi al llegar al final veo unas fotos que me hicieron llegar a un recuerdo en particular. Son fotografías que me traían gratos y no tan gratos recuerdos, no gratos porque me recuerda el incidente en el restaurante, en donde Bárbara bañó a Luisana con Champagne y luego discutimos.
Y gratos porque también habíamos pasado una hermosa tarde en el centro comercial, tomando helado, y recorriendo varias tiendas de su mano, ni hablar de la noche en el hotel... En donde la hicimos nuestra la noche, fue un momento mágico. Sonrió amargamente recordando esas escenas.