La Diosa del Río

Enfrentarse a la realidad

MARISELA:

Llegué al gran Hotel, tan rápido como pude, chocando con todo a mi paso.
Ingresé a mi habitación sin importarme que todo el mundo me viese en el estado en el que estaba, estaba temblando, pálida como un papel, y llorando sin parar.

Una vez en mi cuarto, me deshice de cada prenda con rapidez, hasta quedar totalmente desnuda, corriendo ingresé al baño, necesitaba una ducha, la necesitaba ahora. Después de lo que acababa de hacer, me sentía asqueada, me sentía sucia.

Me metí rápidamente bajo el agua sin importar que estuviera helada, las gotas caían por mis mejillas, mezclándose con mis lágrimas.
Por mi mente pasaba una y otra y otra vez la escena comprometedora, en la que yo... Marisela Barquero terminé por convertirme en lo que juré que nunca sería.

*Flash back:

Observé a Tigre inconsciente, por lo que veía estaba a salvo, fuera de peligro. Pero ahora mismo, él estaba en mis manos, su vida pendía de un hilo, y ese hilo, lo tenía yo, aquí y ahora.

Caminé hasta acercarme a la camilla en la que yacía, el último Mondragón, en ese instante no estaba pensando con claridad, no pensaba en las consecuencias, en los remordimientos, creía que quitar vidas podría ser sencillo, si mi madre lo hizo una infinidad de veces ¿Por qué yo no?
Eso me armó aún más de valor.

Tomé con suavidad la almohada que se encontraba bajo su cabeza, tragué saliva, estaba sudando mas de lo normal ¿Qué era esta sensación en mi? Era una mezcla de excitación, adrenalina, nerviosismo, todo a la vez... Mi pulso estaba acelerado y mis piernas temblaban, miré hacia la puerta, se encontraba cerrada, pese a que no había nadie mas que él y yo en esta habitación, me sentía observada. En un intento por calmar mi respiración inhalé y exhalé varias veces y luego... Luego simplemente lo hice, le quité el respirador y coloqué la almohada sobre su rostro.

~
Seguía llorando amargamente, no podía creer lo que acababa de hacer, pero ya era muy tarde para dar marcha atrás.