Orgullo Inútil

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Empecé a preparar mis currículums. Conforme iban saliendo de la impresora los iba guardando en carpetas separadas, sólo me quedé con uno en caso de necesitar sacar fotocopias. Había realizado muchas llamadas, había muchos puestos de trabajo que me interesaban. Lo ideal sería trabajar de lo que tanto estudié, pero cuando el hambre oprime... Las opciones se reducen a un puñado de ofertas.

Traté de ser lo más clara y sincera posible en mis capacidades laborales, pero al mismo tiempo eficiente. Había tenido muy pocos empleos en mi vida pero confiaba en que podría conseguir aunque sea uno medianamente bueno.

Lysandro había dejado un par de currículums en distintos lados por mí, lo mismo Gaeil y Helena, aunque mi cuñado me ofreció trabajar en su pub.

-Vamos, Annie. Yo sé de lo que eres capaz, además... ¡Será divertido! -dijo mi cuñado mientras estábamos en el parque con los niños. Como Kentin pasaba demasiado tiempo en el trabajo, Gaeil y yo íbamos al parque con mis hijos para que pasen un rato al aire libre, me servía a mí también para descansar un poco-. Es un buen ambiente, ya lo verás. Terminarás amando el lugar.

-De eso no tengo dudas, Gaeil... Pero quiero que entiendas que no me fajé el lomo estudiando siete años para terminar en cualquier sitio, no es por desmerecer a tu trabajo, pero es la verdad -le dije mientras Catrina jugaba en las estructuras infantiles y Liam esta con unos niños que había conocido en el parque. Dante, al ser aún muy pequeño, se quedaba en el cochecito.

-Por cierto, ¿cómo avanza el juicio contra tu exjefe? -preguntó Gaeil, sacó un cigarrillo y lo encendió. Yo me corrí del otro lado para que no me moleste el humo.

-En la lucha, Carrison es un abogado de años de ejercer la profesión -suspiré. Estaba muy agotada por el trabajo en casa, la lucha con los niños, ayudarlos a hacer la tarea y estudiar mi caso para poder ganarlo-. Kentin cuando puede me ayuda, pero ahora que ya sólo tenemos un auto, la cosa se nos complica. La verdad, cada día me decepciona más y más haber estudiado leyes.

Gaeil me miró mientras se llevaba el cigarrillo a la boca.

-¿Estás arrepentida? -preguntó.

-No, Gaeil. No arrepentida... Más bien... desilusionada. -no había podido hablar de esto nada más que Lysandro y con Alexy-. Cuando estudiaba me mostraban una visión completamente distinta a lo que vi cuando trabajaba con Carrison, ese hombre me mostró la verdad del derecho, que el derecho es oscuro y lleno de mentiras y falsedades.

-Y sentís que te vendieron un buzón -dijo Gaeil, yo lo miré sin entender.

-¿Qué cosa? -pregunté, Gaeil se rio.

-Es una frase que dicen los argentinos, Helena la dice cada vez que siente que la engañaron o la estafaron -dijo, luego lanzó una sonora carcajada-. Creo que me estoy argentinizando cada día más.

Yo reí con él mientras observaba a lo lejos a Liam y Catrina que jugaban cada uno por su lado, esos dos nunca iban a llevarse bien.

-Che, ¿Dante está durmiendo? -preguntó Gaeil, yo lo observé. Efectivamente, mi hijo más pequeño se había dormido-. No puedo creerlo, este niño es un santo, ¿acaso nunca llora?

-Muy pocas veces lo escuché llorar, sólo cuando tiene hambre y está sucio, sino se queda callado -dijo mi cuñado, él me miró sorprendido.

-Y sí, después de aquellos dos monstruos, menos mal que tienes un alivio en este enano -dijo Gaeil. Miré mi reloj, ya eran las siete de la noche y debía de pasar por el supermercado antes de ir a casa a preparar la cena para Kentin, que seguramente volvería cansado de su trabajo.

-Gaeil, ¿puedo pedirte un favor? -pregunté, Gaeil asintió-. ¿Puedes llevarme al súper más cercano? Debo hacer las compras y luego ir a casa.

-Claro, no hace falta que me pidas nada, tú sólo dime y yo haré lo que me pidas -dijo. Llamé a los niños, que me suplicaron quedarse un rato más, pero me negué pues tenía muchas cosas para hacer.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora