Negación

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Gaiel estaba ya esperándome en su auto para llevarme a su bar, dónde iba a trabajar. Tomé mi chaqueta de cuero negro y salí corriendo. Había contratado una niñera solo por esa noche para que cuide los niños, en especial porque no sabía hasta que hora iba a estar en el bar de Gaeil, posiblemente regrese tarde en la noche.

Con cuidado de no enterrarme con mis plataformas me subí con cuidado al auto de mi cuñado. Cerré la puerta.

-Lista -anuncié, pero Gaeil me miró de arriba abajo.

-¿Qué estás usando? -preguntó.

Yo miré mi atuendo. Estaba usando un short con unas panty medias negras, las plataformas negras, una musculosa blanca, las placas de identificación de Kentin y mi chaqueta de cuero.

-Ropa... -murmuré sin entender a qué se refería mi cuñado.

-Ropa de prosti -me corrigió en un gruñido. Se restregó la vista-. Annie, ¿cómo te imaginas que es mi bar?

-Pues...

La verdad era que nunca había estado en el bar de mi cuñado. Gaeil suspiró.

-Estas demasiado provocativa -dijo mi cuñado. Yo alcé las cejas. ¿Provocativa?-. Para empezar: esas medias negras debajo de los shorts son espantosas.

-Pero están de moda -dije.

-¡En las adolescentes! Tú ya tienes treinta y cuatro años -dijo Gaiel. Me mordí el labio. Tenía razón-. La chaqueta de cuero está bien, pero esa musculosa no. Mi bar no es un Hooters, Annie.

-Iré a cambiarme -dije. Pero Gaeil me detuvo.

-Ya no hay tiempo, tengo que abrir el local -dijo Gaeil-. Pásate al asiento trasero, quítate esas medias horrendas y ponte esto.

Se quitó su propia camisa escocesa y me la tendió, quedando él vestido sólo con su musculosa negra.

-Úsala con un nudo -dijo y dio arranque al auto mientras yo me pasaba a los asientos de atrás. Lo miré divertido mientras hacía malabares en el asiento trasero para quitarme las medias.

-¿No estarás haciéndote gay? -pregunté.

-Kiss my arse -gruñó. Yo reí a las carcajadas.

Me coloqué la camisa de Gaeil y le hice un nudo por delante, abroché los botones y me acomodé las placas de identificación de mi esposo.

Mientras que nos dirigíamos hacia el centro de la ciudad, Gaeil había colocado uno pendrive con música. Unos acordes de lo que parecía ser un banjo empezaron a sonar.

-Well, I took a stroll on the old long walk of day I-ay-I-ay... -cantó el cantante.

Galway Girl! -exclamé, era la canción favorita de Kentin.

-Veo que reconoces algo de la buena música -dijo Gaeil. Yo tuve que reprimir unas lágrimas-. ¿Qué te pasa?

-Nada. Es que... Esa es la canción de mi esposo. Su canción favorita -dije mientras recordaba las veces que lo había escuchado cantarla en la ducha.

-Vamos, nena. Arriba ese ánimo. Que a ese canalla le quedan muchas deudas que pagar -dijo Gaeil riendo con ganas.

Yo sonreí forzadamente. Quería creer que mi cuñado tenía razón, pero nadie más que nosotros dos sabíamos que Kentin tenía las horas contadas.

Gaeil estacionó el auto en frente de un local de fachada verde y dos pisos, puerta de doble hoja y ventanas de marcos marrones con distintas publicidades de cervezas, aunque la Guiness era la protagonista del lugar. Bonitos canteros con tréboles agregaban más verde a la fachada. Levanté la vista y vi el nombre del bar de Gaeil: Wallace.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora