El avión se detuvo en el aeropuerto de Kuwait, desde allí tendríamos que subirnos a los camiones y viajar como ganado hasta los cuarteles dónde seríamos acondicionados e instruidos. Subí al camión junto con mis compañeros y la puerta se cerró. Empezamos a movernos por la ciudad de Kuwait. Sin lugar a duda me habría parecido hermosa si no fuera por la situación por la cual estaba pasando. Me aferré con ambas manos a la cruz de metal que mi padre me había regalado antes de partir y empecé a rezar para mis adentros para encontrar la paz, ¿pero qué clase de paz podía encontrar en esa tierra olvidada por Dios y hasta por el demonio mismo?
En las afueras se notaba bien la diferencia de clases sociales, los perros callejeros tan escuálidos como un costal de huesos andantes, las mujeres vistiendo burkas, niqab o hidjab. Hombres luchando para sobrevivir y mantener a sus familias, y niños jugando despreocupados, ignorando la muerte y el hambre o conviviendo con ella, la verdad no lo sé.
Un grupo de niños siguió corriendo el camión dónde estábamos, gritando cosas incomprensibles en árabe. Eso era algo que debía aprender, aunque sea un par de palabras. Miré el paisaje de aquél país. Desierto, planicies, tierra seca y estéril... Pensé en Annie y miré mi reloj de pulsera, aún no lo había puesto en horario de Kuwait. Mi esposa e hijos debían de estar durmiendo.
«Cuídala como si fuera tu mujer», le dije a mi hermano antes de irme.
Luego de unas horas en la carretera finalmente llegamos a nuestra base. Las puertas se abrieron y entramos. Finalmente estaba aquí, más me valía volverme fuerte para volver a casa sano y salvo. En medio de gritos e insultos descendimos del camión y nos formamos con rapidez para recoger nuestras pertenencias que venían en otro vehículo. Uno por uno nos llamaron, luego recibiríamos órdenes.
Tomé mi bolso y esperé formado junto con mis compañeros. Finalmente nos indicaron que debíamos ir a nuestros dormitorios, así que en silencio y orden nos dirigimos a los barracones. El Sol pegaba fuerte y había demasiado polvo en el aire, el viento frío y duro combinaba a la perfección con lo inhóspito de la región. Dos soldados abrieron las puertas de los barracones y entramos en silencio hacia nuestros dormitorios.
Una por una, las literas empezaron a ser ocupadas, hasta que finalmente ya todas tenían dueño. Dejé mi bolso en el piso y me senté en la cama, me pasé los dedos por el poco cabello que me quedaba e intenté calmar mis nervios. Si bien estaba entrenado para matar personas, jamás le había disparado a nadie con balas de verdad. Siempre eran balas de paintball, y si debía entrenar con balas verdaderas siempre eran a blancos, nunca seres humanos, y menos animales.
Hubo un pequeño barullo en el dormitorio, había entrado nuestro superior, me apresuré a formar. Sólo cuando todos estuvimos en orden y en silencio, nuestro superior habló.
-Buenos días, tropa -saludó.
-¡Buenos días, señor! -saludamos todos. Empezó a caminar despacio, haciendo sonar sus botas sobre el piso de la habitación. Nos miró uno por uno hasta llegar al último de nosotros, luego giró sobre sí mismo y regreso.
-Bienvenidos a Kuwait, batallón Halcón 95 -dijo, su voz era potente e intimidante, como debía serlo la voz de todo coronel-. Soy el Coronel Tyler Masen y no me gusta empezar con discursos sosos y cargados en sacarina como si fuesen una bola de niñas mimadas. No son niñitas, ¿o sí?
-¡No, señor!
-Eso pensaba, así que voy a serles franco y duro -continuó el coronel Masen, se detuvo dónde estaba y señaló hacia la puerta por la que todos habíamos entrado-. Allá afuera nos espera un grupo de fanáticos religiosos, personas que han dejado de lado toda humanidad en pos de conquistar y aniquilar el mundo civilizado, el mundo que todos conocemos. Son extremistas, monstruos, no se puede dialogar con ellos. En todos mis años de servicio jamás había visto tan brutalidad, ni los peores seres humanos que ha tenido el mundo se le pueden comparar. Por Eso deben saber que no hay oportunidad de salvar distancias con esos monstruos islámicos, así que al primer extremista ISIS que vean le clavan un tiro una la cabeza. No les tengan piedad porque ellos no la tendrán con ustedes. Son unos cobardes hijos de puta que usan mujeres, niños y ancianos para su escudo personal. Al primero que vean, lo bajan. Más vale un extremista muerto que uno de ustedes, ¿soy claro?
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Corazón de Melón con Fresa (libro #4)
FanfictionREEDICIÓN 2023: Esta historia ha sido reeditada a fin de corregir errores de gramática, coherencia, cohesión, ortografía y sintaxis que cometí cuando la escribí por primera vez. Espero que disfrutes de esta nueva edición. CONTENIDO DE LA HISTORIA: ...