Teenagers

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No terminaba de salir de mi asombro. Parpadeé varias veces cuando Carol habló del amigo imaginario de mi hijo, pero Dante le respondió con toda naturalidad.

-Está muy bien, gracias -dijo con una sonrisa. Carol me miró con un gesto amable en sus ojos.

-Creo que necesita respuestas, señora -dijo Carol. Yo asentí.

-Y muchas -murmuré.

Carol tomó tres vasos y los llenó con jugo de cítricos, al parecer iba a ser una charla muy larga.

-Dante es un niño de cristal -empezó.

-¿Un qué? -pregunté.

-Cada cierto tiempo, generalmente cuando algo muy malo está a punto de suceder a nivel mundial, nacen niños con características especiales; Dante es uno de ellos. Los niños de cristal son la nueva generación de niños índigo, son prodigios en todo lo que hacen, pero una gran bendición conlleva también una gran maldición -continúo Carol mientras nos servía jugo a mi hijo y a mí-. Dante será un niño que tendrá que crecer a la fuerza, muy solitario y callado, por eso será objeto de burla más adelante cuando crezca y sea adolescente. Además... Dante podrá tener más contacto con entidades. Una de ellas es Allegra.

-Pero... ¿Quién es Allegra? -pregunté.

Carol observó a mi hijo y le sonrió.

-Es el bebé que perdió hace unos años -respondió.

Empalidecí de golpe, ¡¿cómo demonios sabía eso?!

-Estaba esperando una niña, su nombre es Allegra -murmuró Carol mientras seguía observando el hombro derecho de mi hijo, yo observé esperando encontrar allí a alguien pero no había nadie-. Tiene una hija preciosa, Annie. Las facciones de su padre y la sonrisa de su madre, aunque con unos bonitos rizos adornándole toda la cabeza.

El llanto me cerró la garganta, mis ojos se llenaron de lágrimas e instintivamente llevé mi mano a mi vientre... Allí dónde unos años atrás estaba alojada mi niña antes de perderla. Carol cerró los ojos y habló, pero ya no era ella, sino...

-No llores, mamá -dijo dulcemente-. Yo estoy bien, no sufrí. Pídele a Liam y Catrina que no peleen más, y dile a papá que los abuelos le mandan saludos. Iris también quiere decirte hola. Yo siempre los cuidaré.

Las lágrimas me caían de los ojos mientras seguía con mi mano en mi vientre, aferrando lo que ya no estaba en él. Sentí una mano sobre la mía, pequeña y cálida, levanté los ojos y con la mirada empañada observé el rostro de mi hijo. No estaba llorando ni tampoco se lo veía contrariado... Su rostro era lo más pacífico que había visto en el mundo, y me sonreía con ternura.

La charla continuó durante un tiempo más, tocando distintos temas, pero evitando lecturas de cartas de tarot y astrales, esas cosas no me interesaban ni quería saber nada con respecto a mi futuro o al de Dante. Con un beso nos despedimos de Carol, prometiéndome mentalmente que jamás repetiría algo así.

Los momentos dónde recordaba a Rosa y al resto de mis amigos y familiares recomendándome que haya una cierta diferencia de edad entre mis hijos para evitar problemas, eran cuando Liam y Catrina se peleaban.

Los enfrentamientos entre uno y otro eran casi diarios, Kentin ya no podía controlarlos y si no empezaba uno lo hacía el otro. Dante observaba todo desde una postura neutral, mientras que yo directamente ni me metía a menos que la cosa se salga de control.

Si Liam no le golpeaba la puerta a su hermana exigiendo que baje la música era Catrina la que le gritaba que salga del baño pues ella quería entrar a sacarse fotos con su móvil.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora