Los Viejitos Buena Onda

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Nuestra estancia en Cartagena fue realmente hermosa: La gente colombiana, tan cálida y amable, nos recibió en su ciudad con los brazos abiertos e hicimos muy buenos amigos, amigos que duran hasta el día de hoy. Los Murcia estaban empecinados en que dejemos nuestra estancia en el hotel y nos hospedemos en su casa, pero tuvimos que negarnos ya que Castiel había gastado sus puntos de viajero frecuente para hacernos ese costoso regalo a todos nosotros.

Además de disfrutar del hotel y sus comodidades también nos permitimos recorrer a fondo la Ciudad Amurallada, disfrutando de sus colores, aromas y sabores.

Nos quedamos enamorados de las casitas pintadas de colores tan vivos (nuevamente me volví loca con los balcones coloniales), las artesanías y cuadros pintados por artistas locales (Lila alabó al artista y adquirió varios cuadros para su casa).

Sin lugar a duda, mis sitios favoritos fueron la Torre del Reloj, la Ciudad Vieja y las murallas; me sentía como Fermina Daza en el Amor en los Tiempos del Cólera caminando por el Portal de los Dulces, en esa triste escena dónde se desenamora de Florentino Ariza; allí Kentin y yo compramos muchísimos dulces y galletitas, además de recuerditos para nuestros hijos y nuestra nieta. Hasta incluso realizamos un tour inspirado en el escritor colombiano por esa hermosa ciudad, acompañados por Lysandro, que ni loco se perdía de esa experiencia, pues era un gran fanático del Gabo, y jugamos a ser los protagonistas de esa hermosa novela, en la escena dónde Florentino Ariza le propone matrimonio a Fermina en el patio de su casa.

-Si hubiese tenido hijos me habría gustado que uno de ellos se llame Gabriel -confesó Lysandro.

-¿Y una niña llamada Berenjena? -pregunté.

Lysandro dejó escapar una carcajada.

Convencimos a Armin que nos acompañe a un tour por los museos de la ciudad, y nos impresionamos mucho con el Palacio de la Inquisición al ver los artefactos que usaban los inquisidores para sacarles respuestas forzadas a los supuestos herejes.

-Y con esto Annie logró que sus hijos estudien -decía Armin mientras señalaba una cama con amarres y un torniquete en él para estirar hasta la locura a los interrogados.

-Y esto usó tu madre para que tú estudies -le dije mientras le señalaba la Cuna de Judas, una pirámide de madera con la punta de acero dónde el "ajusticiado" era sentado, lastimando así su conducto rectal. Alexy, Kentin y Castiel estallaron en risas y Armin no me habló durante el resto de nuestra estancia en Cartagena.

En la Plaza de los Coches y en la Plaza de Santo Domingo nos divertimos bebiendo cerveza y bailando con unos músicos que tocaban rumba y otros ritmos latinos e invitaban a la gente a unirse a la fiesta. Lila y yo pasamos unos momentos muy lindos tomando fotos y dibujando en las Iglesias y en el Cuartel de las Bóvedas; aunque lamentablemente no pudimos disfrutar de la noche y su fiesta, ya que nos recomendaron alejarnos de los lugares dónde iba todo el mundo por ser moneda frecuente las drogas y problemas con los lugareños.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora