Estábamos en el aeropuerto de la ciudad esperando el arribo de Rosa, sus hijas y Lysandro. Estaba preocupada por mi amiga, seguramente vendría destrozada y sin ánimos de nada, pero allí estaba yo para acompañarla en ese momento de gran dolor, pues había vivido en carne propia lo que era perder a un marido de un momento al otro y la depresión que me había atrapado por varios meses.
-Se anuncia la llegada del vuelo 4829, proveniente de la ciudad de Londres, Inglaterra, en la puerta cinco -dijo la voz de una mujer por los altoparlantes del aeropuerto y luego repitió esto en inglés. Nosotros ya estábamos en esa puerta con mi esposo, Castiel, Ámber, los gemelos y sus respectivas esposas. Dante se había quedado estudiando para los parciales y Gaeil se había excusado por una fuerte gripe que lo tenía postrado en cama.
El aeropuerto había cambiado mucho desde que Kentin llegó de Kuwait; lo habían ampliado y ahora contaba con más puertas de embarque y recibía más de mil vuelos mensuales. Sin lugar a duda, nuestro pueblo se había transformado en una ciudad importante.
No podíamos ver si Rosa, su familia y Lysandro habían llegado pues las puertas corredizas esmeriladas no nos permitían percibir nada por seguridad, y nosotros nos encontrábamos detrás de la cinta del aeropuerto.
-¿Cuánto equipaje creen que traiga Rosa? -preguntó Armin detrás mío mientras se ponía en puntas de pie para ver sobre la multitud pese a que era alto y no necesitaba eso. Su pregunta me hizo pensar pues seguramente traería un montón de ropa entre ella y sus hijas.
-Pues seguramente algo menos de lo que ella quería, pues vendió todo lo que le recordaba a Leigh -dijo Ámber.
-¿Habrá vendido a sus hijas, también? -quiso saber Armin. Su esposa le sacudió el brazo de un puñetazo.
-Ahí viene Rosa. -Castiel señaló hacia las puertas y tuve que hacer serios esfuerzos para verla por mi altura. Me hice hacia un costado y pude espiarla por un hueco que había entre dos personas.
Rosa venía caminando majestuosa con su corte carré irregular cubierto por una pashmina, iba íntegramente de negro con un vestido ceñidísimo al cuerpo, el cual se contoneaba con elegancia aunque no sabía a ciencia cierta si era porque ya estaba acostumbrada a caminar así o era efecto de la falda tubo que usaba. Sus ojos estaban cubiertos por unos lentes ojos de gato Gucci (también negros) y vi que sus manos estaban cubiertas por unos guantes de cuero respetando el luto de mi amiga.
Detrás de ella venían sus hijas. Y no me sorprendía que la gente pensara que eran súper modelos y le sacaran fotos, pues Amélie y Antoniette medían cerca del metro ochenta y vestían al último grito de la moda europea.
Las hermanas Ainsworth-Glasmond caminaban como si el trayecto desde las puertas de arribo hasta nosotros fuese una pasarela (seguramente se habían criado arriba de una). La mayor de ellas, Amélie, vestía un mono de color gris de botamanga ancha y holgada, con un escote cruzado en equis sobre sus senos (pude apreciar que no llevaba sostén), su cabello negro lucía un estilo lacio, impecable, con unos tirabuzones en las puntas, y sus pies iban calzados con unos bellos zapatos de tacón rojos. Mientras que Antoniette lucía un vestido estampado con pequeñas flores de lis siguiendo el luto de la ocasión, con zapatos negros y su cabello plateado estaba muy bien peinado en una hermosa colita.
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Corazón de Melón con Fresa (libro #4)
FanfictionREEDICIÓN 2023: Esta historia ha sido reeditada a fin de corregir errores de gramática, coherencia, cohesión, ortografía y sintaxis que cometí cuando la escribí por primera vez. Espero que disfrutes de esta nueva edición. CONTENIDO DE LA HISTORIA: ...