Calor

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No nos fue fácil, ni para Gaeil o para para mí, acondicionar la casa para Kentin. Dado que ahora tenía sólo una pierna tuvimos que instalar otro pasamanos en la escalera para él y otro más en la ducha, para que él pueda sostenerse al momento de bañarse.

En el registro civil se negaban a anular la defunción de Kentin, ni con todos mis recursos como abogada, enumerando artículos que preveían este tipo de situaciones e incluso amenazando con iniciarles un hábeas data... Hasta que tuve que llevar a uno de los empleados a casa para que vea, con sus propios ojos, que no mentía. Así, y sólo entonces, registraron a mi esposo como persona viva. Volví muy enojada de ese lugar pero con el certificado de defunción de Kentin anulado en mi mano derecha y varias copias de este en la izquierda.

Tuve que llamar a la compañía de seguros, a la obra social, al cementerio para quitar la lápida que tenía el nombre de mi esposo, desenterrar el cajón y devolverlo a la funeraria... El mes se había ido de trámite en trámite... Sin mencionar que nuestro querido perro había pasado a mejor vida.

Finalmente la edad y sus consecuencias hicieron su trabajo y nuestra mascota cerró sus ojos para siempre a la avanzada edad de dieciséis años; mucho para un pitbull. Los niños lloraron desconsoladamente cuando lo enterramos en el parque de la casa, pero nadie lloró como Nathaniel, Castiel y yo, pues los tres habíamos colaborado para sacar adelante a mi muy amado perro. En cambio Kentin, por su lado, se limitó a mirar con pena y dolor a su compañero de juegos. Al día siguiente, plantó un maple en la tumba de nuestro perro.

Y cuando menos me di cuenta, los niños estaban prontos a empezar la escuela en sus nuevas instituciones. Incluso Dante comenzaba la guardería.

Luego de una discusión bastante acalorada con mi marido, por fin accedió a ver al traumatólogo del ejército especialista en casos como el suyo para verificar que la pierna de Kentin estaba en buenas condiciones.

Fue bastante traumático para mí y Thomas el ver a tantas personas que, como Kentin, habían pasado por lo mismo. Mi esposo tenía los ojos clavados en el piso, mirando su pie. Sin embargo, el Doctor Hendel nos explicó con paciencia todo lo que debíamos saber de esa nueva vida, estuvo un buen rato quitándonos todas las dudas que se nos podían ocurrir.

-Déjame ver la cicatriz -dijo el doctor. Me percaté que evitaba decir la palabra "muñón" o "pierna"; Kentin frunció los labios y permitió que el profesional haga su trabajo. Yo evité ver, pues mi esposo me había pedido que no le pregunte ni vea en lo que se había transformado su miembro. Luego de un rato, el doctor dio por finalizada su inspección-. Está en buenas condiciones. Continúa con la fisioterapia y en pocas semanas ya podrás empezar a usar muletas. Te recetaré unos nuevos medicamentos para el dolor.

Antes de que el doctor diera por finalizada nuestra cita médica, le pedí unos minutos con él.

-Disculpe, Doctor ¿Sería tan amable de darme un minuto? -pregunté-. ¿A solas?

-Claro. Por favor, esperen afuera -dijo el doctor Hendel, echando a mi suegro y mi marido del consultorio. Kentin me miró con el ceño fruncido pero accedió. Una vez que nos quedamos a solas, el doctor se sentó en su silla detrás del escritorio y entrelazó sus manos-. Dígame, señora.

-Espero que entienda que hablar de esto es muy... Complicado para mí... Sobre todo porque es parte de nuestra intimidad como pareja -empecé, pero el doctor me atajó a mitad de la oración leyendo mi mente.

-No se preocupe por eso, es un tema tabú para muchas de las personas que sufren este tipo de acontecimientos. En especial los hombres, se sienten deformes e incapaces de seguir manteniendo la vida sexual que hasta el momento llevaban. Pero tiene que entender que el caso de Kentin es muy especial... No sólo sufrió una amputación, sino que pasó por torturas y Dios sabe que más pudieron haberle hecho. Le recomiendo, señora, que sea paciente. Cuando Kentin esté listo él se lo hará saber. Ahora lo que más necesita es comprensión y amor, puede hacerlo sentir amado sin llegar a tener tanta intimidad.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora