Amarcura

1K 106 22
                                    

Entré con algo de miedo a la reunión de las Damas Rosas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entré con algo de miedo a la reunión de las Damas Rosas. Había mujeres que, como yo, no tenían cabello, otras tenían el pelo muy corto y por último había mujeres que parecían nunca haber tenido cáncer.

La presidente del grupo se acercó a mí con una bandeja llena de listones de distintos colores.

-¿Qué sobreviviente eres? -preguntó.

-Disculpa, pero no te entiendo -le respondí.

-Quiero decir, qué tipo de cáncer tenías -reformuló su pregunta, afirmando que yo había dejado de padecer cáncer.

-Cáncer de mama -le dije. Lucía tomó un listón rosado y lo depositó con cuidado en mi pecho.

-Bienvenida, por favor pasa. -me guio hasta el círculo de mujeres. Pude apreciar que a dos de ellas les faltaba una pierna-. Estábamos a punto de comenzar. Toma un asiento, dónde gustes. Allá tienes café con aperitivos y luego de esta reunión empezaremos con las actividades.

Me senté con cuidado en el único asiento que quedaba disponible, entre una muchacha de cabello muy cortito de color rubio y una mujer ya mayor.

-Hola -me dijo con amabilidad la chica rubia-. Me llamo Serena.

-Yo soy Annie, mucho gusto -dije mientras le apretaba la mano con fuerza a modo de saludo.

-Bien, chicas. Vamos a empezar. Hoy tenemos una nueva Dama Rosa -empezó Lucía mientras tomaba su lugar en el círculo y me dirigía sus bonitos ojos avellanas hacia mí-. Por favor, ponte de pie y dinos tu nombre y el tipo de sobreviviente que eres.

Me puse de pie con cuidado y aclaré mi garganta.

-Buenas tardes, me llamo Annie Sucrette y padezco de cáncer de mama... -empecé pero, Serena me interrumpió.

-No, no, Annie, así no, ¿puedo explicarle yo, Lucía? -preguntó a nuestra líder, ella le dio el visto bueno y Serena pudo continuar-. En este grupo nos autonombramos sobrevivientes. Ya nadie padece de nada aunque nuestros médicos nos digan lo contrario, de esta forma nuestro organismo quiere curarse.

-Para ser una sobreviviente primero tienes que creer que eres una -dijo una de las mujeres allí reunidas, calva como yo y de piel morena.

-Empieza de nuevo, Annie. Pero ahora con la convicción de que estás sana -me pidió Lucía. Bueno... Sí así son las reglas de juego aquí...

-Me llamo Annie y soy una sobreviviente de cáncer de mama -dije con convicción, al parecer ahora sí había logrado satisfacer al grupo.

-¿Cuántos años tienes, Annie? -preguntó una de las muchachas.

-Acabo de cumplir los cuarenta y dos años -respondí.

-No se te notan, estás bien conservada -dijo Serena con alegría.

-Yo no lo siento así -murmuré.

-¿Por qué no? ¿Quieres hablar de ello? -preguntó Lucía. Yo sonreí. Quería hablar de tantas cosas, quería sacarme esa bola de presión que sentía en mi pecho y llorar, vomitar todo y liberar algo de carga de mi cuerpo. Explicarles que hacía miles de años que no me sentía mujer, que el estrés post traumático de mi marido estaba haciendo estragos en la familia, que este cáncer me había terminado de dinamitar la autoestima y que tenía miedo de esas células cancerosas que habían descubierto luego de mi operación se vayan hacia el otro seno. Pero callé... Como la buena cobarde que me había transformado preferí cerrar el pico y simplemente decir...-. Supongo que es algo pronto soltar todo ahora, ¿no?

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora