Corazón

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Castiel y Gaeil organizaron una fiesta de bienvenida para mi esposo en casa del pelirrojo. Ámber había acondicionado el quincho de su casa para que todos pudiéramos entrar, en especial Brais y Kentin, quienes habían hecho muy buenas migas. Catherine y Dylan estaban enormes, habían crecido varios centímetros en los últimos meses que no los había visto, y ya estaban preparándose para la universidad.

La casa de los Rhodes quedaba en los suburbios, en uno de los barrios nuevos que empresas constructoras habían edificado; era de color marrón, incluido el techo a dos aguas, las paredes eran más claras que las tejas y las persianas combinaban con el tejado. Lo único que rompía la monotonía del marrón era la puerta, de color rojo oscuro. El jardín estaba lleno de flores bien cuidadas, se notaba que Ámber les ponía especial atención, había árboles sin hojas a causa del invierno y una bonita galería con un sofá de jardín.

Era de un solo piso pero con sótano, donde Dylan tenía su habitación, Ámber lavaba la ropa, y Castiel practicaba con la guitarra. El hijo de Demonio nos saludó, el perro de Castiel hacía mucho que había fallecido, mi amigo tuvo que sacrificarlo cuando empezó con fallas renales a causa de la edad, pero había dejado un heredero que sustituya su lugar. Así que Demon llegó moviendo la cosa y rápidamente se le acercó a Patton, Kentin le dio una orden en alemán y el perro se dejó olfatear, luego se fueron corriendo por toda la casa, contentos de estar juntos.

-No sabía que habías comprado otro perro, está muy bien amaestrado -le dijo Castiel a Kentin mientras entrábamos al salón, también de color marrón y con muebles color caqui.

-No lo compré, ni tampoco es mi mascota: es un perro de servicio -dijo Kentin, tuvo que mantener el equilibrio porque Catrina pasó corriendo peligrosamente a su lado, persiguiendo a los perros, William blanqueó los ojos-. Él me ayuda en mis momentos de estrés y ansiedad.

-Ya veo, imagino que después de Fuser un perro de servicio debe de ser muy aburrido y educado -reflexionó Castiel pero Kentin se echó a reír. Hacía tanto que no escuchaba su risa...

-¿Aburrido y educado? Ya vas a ver lo que hace, está loco -dijo Kentin, en ese momento Patton jugaba con Demon y empezó a dar vueltas sobre sí mismo, como persiguiéndose la cola pero sin alcanzarla. Castiel rio al ver como su perro miraba al nuestro sin entender que estaba ocurriendo-. Mi teoría es que intenta marearlo pero el único que termina mareado es él, muchas veces se cayó por hacer eso. Y sino empieza a correr y se estampa contra la pared... Mira.

Patton dio muestra de su locura, luego de dar varias vueltas con rapidez salió corriendo hacia una pared y chocó con fuerza contra ella, luego se levantó y siguió jugando. Evidentemente el perro estaba loco.

Las risas llenaban el lugar al ver al loco Patton haciendo sus gracias... O lo que sea que estuviese haciendo...Pero la risa que más me gustaba era la de Kentin, escucharlo reír de nuevo, ver como se relacionaba con nuestros amigos, compartía anécdotas de nuestras épocas de juventud, sonrisas y bromas. Sin lugar a duda, había tomado una buena decisión.

-Se lo ve mucho mejor. -dijo Ámber mientras sacaba del refrigerador unas cervezas para ponerlas en la mesa del quincho.

-La verdad, parece que vuelve a ser el de antes, pero todavía es muy temprano para afirmar eso; sólo el tiempo dirá la verdad -dije mientras sacaba a Dante de su coche y lo colocaba en el suelo para que juegue mientras los hijos de Armin y Lily estaban armando barullo al no encontrar ninguna consola.

-Todo el sufrimiento por el que pasaste se verá recompensado, querida amiga. Ya lo verás, sólo hay que tener esperanzas. -Ámber tenía razón. Debía tener esperanzas, todo iba a salir bien.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora