Era raro caminar por la casa sin Catrina y Liam yendo y viniendo de un lado para el otro. Sentía la ausencia de mi hija practicando danza en medio del comedor mientras que Liam estudiaba sus libros. Estaba sentada en la mesa de la cocina, con una taza de café, mirando lo enorme y silenciosa que se había transformado la casa tras la partida de mis dos hijos mayores; afuera lloviznaba y estaba haciendo frío, el otoño estaba por comenzar y los días se volvían más cortos.
Catrina había decidido irse a Nueva York, así que aprovechamos el viaje de Liam para Boston y partimos todos hacia Estados Unidos, y aunque Dante lloró mucho cuando se despidió de sus hermanos les prometió que iba a escribirles todos los días.
En la ausencia de mis hijos había adoptado dos mascotas del refugio, un perro mestizo de hermosos ojos celestes y una gatita a la que le faltaba la mitad de la cola. Los llamamos Flaco y Colita. Mientras que el perro era muy tranquilo y amigable, Colita disfrutaba de hacer destrozos por toda la casa, su diversión favorita consistía en esperar agazapada en algún sitio, esperando a que alguien pase, y luego pegar un salto dándote un susto de muerte; y a la hora de ir a la cama ambos dormían con Dante.
Aún era muy temprano para ir a trabajar, pero estar sin hacer nada me volvía loca. Así que tomé mi cartera, mis llaves y mi abrigo y salí por el garaje a buscar la camioneta. El dinero sobrante por la casa lo invertimos en mi propio estudio jurídico-contable, al principio estaba sola en él pero luego convencí a Nathaniel que compartamos el lugar, ya que él también necesitaba su propio estudio, el alquiler de la oficina donde trabajaba había aumentado demasiado. Era agradable compartir el estudio con él, nos ayudábamos mutuamente ante una duda tanto legal como contable y nos reuníamos todos los días luego del trabajo para tomar algo. Aunque Kentin no veía con buenos ojos esta relación profesional.
-No puedo perdonarle el hecho que haya estado contigo -me dijo un día que él había ido al estudio antes que Nathaniel sea mi socio.
-Es una ridiculez lo que piensas, si te quisiera ser infiel ya lo habría sido -le dije bastante enojada-. Lo de Nathaniel pasó cuando tenía veinte años, han pasado treinta años desde entonces. Creo que todos tenemos derecho a equivocarnos, además había más pruebas en tu contra que a tu favor, ¿o ya lo olvidaste?
-No tiene nada que ver -dijo mientras caminaba de un lado a otro de mi oficina, se lo veía nervioso.
-Creo que después de todos estos años a tu lado merezco tu confianza; o el beneficio de la duda, al menos -gruñí.
-Yo no quiero ser un cornudo consciente.
-Y no lo eres ni lo serás.
-¡Tu pasado te condena, Annie!
-Entonces divorciémonos.
Los ojos de Kentin se abrieron de par en par y se quedó duro.
-Yo no voy a estar con alguien que no confía en mí, han pasado treinta años desde ese incidente con Nathaniel y nunca me encontraste en ninguna actitud sospechosa con nadie -dije, aunque lo de Lysandro se me vino a la cabeza automáticamente, pero la cosa no había pasado de un beso y Kentin estaba "muerto".
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Corazón de Melón con Fresa (libro #4)
FanfictionREEDICIÓN 2023: Esta historia ha sido reeditada a fin de corregir errores de gramática, coherencia, cohesión, ortografía y sintaxis que cometí cuando la escribí por primera vez. Espero que disfrutes de esta nueva edición. CONTENIDO DE LA HISTORIA: ...