The Last Roadtrip

1.4K 82 110
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Estuvimos cerca de cinco meses, si no fue más tiempo, planificando hasta el más mínimo detalle para que este último viaje sea lo que todos queríamos: Una loca aventura.

Lo primero y principal en la lista de "Cosas Para Hacer" o la "To Do List", como le decía Rosa, fue con quién dejar a nuestros hijos. En el caso de Rosa, Castiel y de mi familia no había mucho problema, ya que nuestros hijos y las de Rosa estaban mayores y podían de cuidarse solos, y los hijos de Castiel estaban afuera; además que Gaeil me había prometido que iría todos los días a ver cómo se encontraba Dante, pero dos de los hijos de Armin eran aún menores, así que se solucionó de manera muy efectiva: Los padres de los gemelos cuidarían de sus nietos mientras que Luz vería por la seguridad de la casa de sus abuelos.

Lo siguiente fue encontrar los vehículos adecuados para transportar por toda América a once personas: Obviamente, mi camioneta entró sin discusiones a la flota imperial, dónde iban a viajar cuatro personas; también entró la Toyota Hilux de Nathaniel, que tenía espacio para tres pasajeros, y por último se incorporó el Toyota Land Cruiser de Castiel, para transportar a los pasajeros que faltaban y los equipajes de todos.

-Les juro que se me hace agua la boca por ir con ustedes pero no puedo dejar sola a Annie, haría un desastre mientras yo no estoy -dijo Gaeil cuando le conté de cómo iban los planes del viaje-. El sólo hecho de pensar que se van a recorrer América y yo no voy a estar... La voy a matar a mi hija.

-Ya estas viejo para tremendo viaje, hermano -dijo Kentin.

-Sesenta y cinco sólo es un número -respondió mi cuñado.

Sin embargo, Gaeil nos consiguió dos grandes patrocinadores: Las mismísimas Toyota y Ford, que al enterarse que iríamos a recorrer el continente con camionetas de su marca nos prestaron $100.000 con la condición de que le saquemos fotos al kilometraje y a los vehículos, en todas y cada una de las ciudades dónde nos detuviéramos.

Lo más difícil fue conseguir la Visa de entrada para los Estados Unidos, en especial para Lysandro, ya que él no tenía ningún empleo fijo, pero todo salió bien cuando Castiel declaró que nuestro amigo era "empleado suyo".

-Eso se llama adulteración de documentos de acá a la China, Castiel -le dijo Lysandro.

-¿Quieres viajar o no? -preguntó Castiel bastante molesto mientras todos estábamos esperando nuestro turno en la embajada estadounidense, Lysandro afirmó su pregunta-. Entonces no te quejes, cabrón.

Sin embargo, por mucho que insistimos y pese a que ya nos habían dado el visto bueno con la autorización estadounidense, no nos quisieron dar la visa canadiense por "asociación sospechosa" y por mis antecedentes penales cuando estuve presa por protestar por la libertad de mi esposo cuando había sido prisionero de los yihadistas.

-A modificar, entonces, el itinerario... -dijo Castiel y se puso manos a la obra a trazar la Ruta B. Ya no iríamos a Alaska, pero sí llegaríamos hasta Washington D.C. . En un principio, queríamos ir hasta Nueva York pero ya era demasiado, así que pusimos como línea de meta la capital de Estados Unidos.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora