Últimos Días

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En cuanto Catrina entró, Dante bajó corriendo las escaleras mientras gritaba el nombre de su hermana. Mi hija lloraba al igual que yo, pero una sonrisa se le iluminó en la cara cuando vio a su hermano que estaba feliz de verla. Aunque el de verdad me sorprendió fue Liam, pues dejó las cosas que estaba guardando y se acercó hasta nosotros y la abrazó contra su pecho.

-No vuelvas a hacer eso nunca más, tonta -le dijo mientras reprimía un sollozo-. ¿No te das cuenta de lo mucho que te queremos?

Nunca imaginé que vería a mis hijos así; ellos, que se odiaban mutuamente y siempre se habían peleado hasta por pequeñeces... Hoy abrazados, Liam protegiendo a su hermana menor y ella protegiendo a Dante. Esa era la imagen que me hubiera gustado ver desde hacía varios años, y hoy allí estaba, frente a mis ojos. En mi corazón di gracias a Dios.

-Catrina -dijo la voz de Kentin desde la escalera. Liam miró a su padre sin dejar de abrazar a su hermana, el mensaje era claro: no le hagas más daño del que ya le han hecho-. ¿Estás bien, hija?

Catrina negó con la cabeza mientras seguía sollozando.

-¿Te hizo algo? -preguntó Liam.

-Dante, ve un momento arriba, por favor -supliqué. Mi hijo no tenía por qué escuchar esto.

-Pero quiero estar con mis hermanos -suplicó.

-Haz caso, enano -le pidió Liam.

Dante tuvo que obedecer, y subió las escaleras hacia su dormitorio en silencio. Cuando escuchamos que la puerta se cerraba, Catrina levantó con cuidado su blusa celeste y nos mostró hematomas en su cintura y abdomen. Escuché claramente los nudillos de Kentin tronando con fuerza.

-¿Intentó...? -preguntó. Catrina bajó la cabeza.

-Volvió anoche muy ebrio, intentó llevarme a la cama, y como me negué hizo esto -respondió

Liam también estaba furioso, pero se llevó a su hermana a la cocina para prepararle algo de comer pues no se la veía bien. La sangre me hervía, un sentimiento que nunca había sentido me llenó el pecho. Me acerqué a Kentin que estaba igual que yo.

-Mátalo -le dije en un susurro apenas audible-. Quiero que ese hijo de puta sufra lo mismo que mi hija.

-Eso pienso hacer -susurró Kentin-. Tú no le digas nada a los chicos.

Kentin nunca me dijo que le había hecho a ese mal parido, yo tampoco pregunté, pero Viktor jamás buscó nuevamente a Catrina.

A partir de ese momento, las cosas en mi familia fueron mucho mejor: Catrina y Liam tenían sus discusiones para ya no eran nada en comparación con lo que antaño habían sido. Liam terminó el colegio sin reprobar ni una sola asignatura y con un promedio excelente, lo mismo Catrina y Dante, aunque a mi hija le esperaba un verano un tanto movido porque estaba decidida a adelantarse para finalizar el colegio antes de cumplir los dieciocho años.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora