Epílogo

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Evan

Dicen que el tiempo lo cura todo. Cuando Cris y yo nos separamos en aquel pasillo del hospital, pensé que ni con todo el tiempo que me quedaba de vida podría olvidarla. Después de tanto tiempo, años, estando enamorado perdidamente de ella y de luchar con todas mi fuerzas por mantenerla a mi lado, me había rendido.

El único que pretendía seguir engañándose a sí mismo era yo. Parecía que todos sabían algo que yo no era capaz de comprender. Todos veían con claridad que mi relación con Cris nunca podría recuperarse y la posibilidad de que el amor creciera entre nosotros, era imposible.

Había ignorado a Cris cada vez que decía que el amor no era suficiente para arreglarlo todo. Me lo había dicho tantas veces ¿Cómo fui capaz de ser tan ciego? Me aferraba a la idea de que al final todo estaría bien y ella me perdonaría porque en el fondo de su corazón, me quería.

Bruno me había dicho muchas cosas que aunque no quería aceptar, tenían sentido. Y con el correr del tiempo, terminaron por entrarme a la cabeza y consolar mi corazón. No solo le estaba haciendo daño a Cris con un amor anticuado e idealizado, también me estaba dañando a mí. Persiguiendo un sueño inalcanzable, irreal, del cual el amor de mi vida no quería ser parte.

¿Por qué no podía ver la vida como ellos lo hacían, como Cris y Bruno? ¿Estaba destinado a amar tan intensamente? Fuera de toda razón y sentido ¿Era una mala persona por eso? Por un tiempo me sentí así. Luego de analizar todas las estupideces que había hecho por Cris, haberle mentido sobre mi falsa relación con Becky, llevarla de vacaciones con los chicos sin conocerla bien solo para sacarle celos a Cris... Al final todos esos actos desencadenaron en una tragedia.

Varios meses después de haber visto a Cris por última vez, todo comenzó a tomar lugar en mi cabeza. Primero, comprendí que el destino era una porquería. Buscaba justificar mis actos en que la idea de que era el destino que Cris y yo estuviéramos juntos, lo comencé a pensar así desde que nos habíamos reencontrado. Lo tomé como una señal del universo, una segunda oportunidad que no tenía que desperdiciar por nada en el mundo. Creía que el destino me mostraba el camino que tenía que seguir, y que Cris era el camino y mi final. Pero cuando asumí que todo había terminado, y no había obtenido nada de lo que quería, comprendí que hay cosas que pasan solo por casualidad.

Segundo, de una u otra forma, sin querer admitirlo, a veces sentía que Cris me debía su cariño, que me lo merecía porque me lo había ganado. Había salvado su vida en Florida, había sacrificado mucho por ella, y quería que todo valiera la pena. Quería ser el príncipe que la rescataba, del cual ella terminaría enamorada para siempre. Por supuesto que nada de eso pasó, ni debería haber pasado. Cris no me debía nada y todo lo que había hecho fue con el objetivo de mantenerla a salvo, no para mí, sino por y para ella.

Tercero, quizás el amor para toda la vida no existía. Pero eso estaba bien, lo importante era amar, de una u otra forma, por meses, años, o lo que fuera. Valía la pena, incluso si no era correspondido, si terminaba mal o si te rompía el corazón. Toda mi historia con Cris valió la pena, y cuando deje de lamentarme por mis fracasos, cuando deje de culpar al resto y enfrenté mi realidad, las cosas realmente comenzaron a mejorar.

Volví a mi ciudad, a mi departamento, junto a Hans, mi primo y Robert, mi hermano. Comencé a visitar más a mi padre, comencé a salir más con mis amigos, en resumen, comencé a vivir más la vida que por suerte había conservado. Mi frustración comenzó a desaparecer de poco, pero de verdad. Terminé mis estudios y me gradué después de haberlos suspendido por 3 semestres. Estuve mucho tiempo buscando trabajo, quería conseguir una buena cantidad de dinero para dársela a mi padre luego de que me había ayudado a pagar casi toda la deuda del hospital de Bruno, él insistía en que no tenía que hacerlo ya que no había precio lo suficientemente alto por la vida de su hijo.

Quiero Olvidarte (#2) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora