EPÍLOGO

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—¡Vamos, papá! —el pequeño corrió entre el pasto y los árboles del hogar, huyendo a toda costa de su progenitor, pero soltando dulces carcajadas de euforia—. ¡Atrápame!

—Hijo, no seas tan rudo con este anciano —exclamó cansado tratando de alcanzarlo.

Una pequeña risita se escuchó a sus espaldas, ante lo que el mayor volteó sobre su hombro, viendo a su hermosa esposa burlarse de su comentario anterior. Rodó los ojos, esta vez alcanzando finalmente al niño entre sus brazos.

—¡Ah! —gritó el niño entre risas.

—¡Te tengo, diablillo! —lo tomó de la cintura y lo alzó al aire, para después depositarle varios besos en el rostro.

—¡Suéltame, suéltame, me llenas de baba! —continuó riendo dulcemente, retorciéndose bajo las manos de su padre.

Cuando Guanlin lo bajó, el niño se echó a correr hasta la silla en la que su madre se encontraba observándolos.

—¡Mami, papá me mojó toda la cara! —Eme cargó a su hijo y lo subió en su regazo—. Sus besos siempre son pegajosos... —se pasó una mano por la cara, limpiándose con asco.

—Park Su Ho —suspiró y tomó una toallita para limpiarle las manos llenas de tierra—; tu papá te da besos porque te quiere, ¿no lo quieres tú también?

—Lo quiero mucho, mami —se inclinó sobre su oído y le susurró con complicidad—. Pero a ti te quiero más.

Eme soltó una pequeña carcajada al escuchar sus palabras.

—Seguro le dices lo mismo a él, ¿verdad? —Suho negó con la cabeza, pero de inmediato se formó en sus labios una sonrisa juguetona—. Traidor —exclamó para abrazarlo y darle ella misma varios besos en el rostro.

—¡No, mami, es la verdad! —gritó entre risas, completamente divertido.

—Con que sí —Guanlin llegó de inmediato frente a ellos, señalando al niño con una mano, indignado—. ¿No te gustan mis besos, pero los de tu madre sí?

Suho se abrazó al cuello de Eme, observando fijamente a Guanlin.

—Es que es mi mami.

Guanlin entrecerró los ojos, y se llevó una mano al pecho de manera dramática.

—¡Ah, rompiste el corazón de tu padre!

Suho rio con ganas cuando Guanlin fingió su desmayo contra la pared cercana.

—¡Papi!

De repente, otra pequeña voz se escuchó desde dentro del hogar y, a los pocos segundos, unos pasitos retumbaron sobre la loseta de la casa. Los aranceles de vidrio estaban abiertos, así que de inmediato salió corriendo una pequeña niña hasta el pasto, en donde se encontraba su familia.

—¡Mi princesa! —Guanlin la recibió con los brazos abiertos—. ¡Aquí estabas!

—Park Jia Xin, ¿qué hacías corriendo dentro de la casa? Te he dicho miles de veces lo peligroso que es correr adentro; te puedes resbalar y caer, entiéndelo, corazón —la pequeña enganchó sus bracitos en el cuello de su padre y enterró el rostro en su cuello.

—Papi, mamá da miedo cuando se enoja —le susurró en el oído lo suficientemente fuerte como para que todos escucharan.

—No es verdad, mentirosa —la acusó Suho, señalándola con una mano—. Mami es como un ángel.

—¿Verdad que sí? —Eme estuvo completamente de acuerdo con Suho, sonriéndole con complicidad—. El señor que está frente a ti es el que parece un ogro, ¿verdad? —se refirió a Guanlin con un señalamiento de cabeza.

Soulmate ↪ Lai Guan Lin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora