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03. A lo que te llevan las estupideces

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Normalmente, cuando Eme hacia estupideces, ella estaba siempre consciente de ellas incluso mucho antes de hacerlas. Podrían decir lo que fuera de ella, pero para su persona, le daba igual lo que pensasen. No era de esperarse que, al cometer las estupideces ya predichas por ella misma, al instante se arrepintiera de hacerlas, y en esta ocasión, no era la excepción.

Sabía que salir a esas horas era malo, peor aún, eran bastante plúrimos sus pensamientos en relativa al peligro que corría si salía de su habitación a esa hora, pero ya no podía seguir de esa manera; como una muñequita que estaba encerrada en el mismo lugar todo el día, a la cual solo podían sacar cuando había una conferencia del programa para presentar una y otra y otra vez a las ciento un aprendices. Claro que, viéndolo desde un punto de vista complaciente y favorecedor, ella se estaba presumiendo ante todo un país para obtener más popularidad cada vez que salía y así poder sobrevivir al programa. Pero si era completamente franca consigo misma, había un punto en donde todo aquello le fastidiaba de sobremanera, lo cual era bastante malo, porque el mundo de fama y popularidad al que quería entrar era bastante hostigoso en ese musido sentido de la palabra; era obvio que debía de irse acostumbrando a ello, pero no era mentira si decía que a veces una persona necesitaba estar un tiempo a solas consigo misma, para poder tranquilizar su corazón y descansar de todos esos medios que los rodeaba.

Era por esta razón que una escapadita de nada no le hacía daño a nadie, claro, si tan solo se hubiera fijado en donde caería antes de saltar desde la ventana, y desde luego, de esa forma no le hubiera hecho daño a nadie, pero como debió de haberlo previsto por ser una de sus tantas estupideces, siempre había algo que salía mal, y esta vez, el chico que estaba debajo de ella no era la excepción.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con parsimonia en su voz, porque la verdad es que no quería alterarse en lo que iba a decir a continuación, sobre todo teniendo en cuenta que hacer ruido en ese momento, en ese lugar y sobre ese chico, no era la mejor opción—, ¿acaso estabas... espiando a alguien?

—¿Crees? —alzó las cejas con algo de mordacidad en su rostro.

—¿Es verdad? ¿A quién? —cuestionó repentinamente interesada en el tema, olvidando completamente que aún seguía encima de él—. ¿A caso eres una especie de pervertido? ¿Realmente?

—¿Y tú qué crees? ¿A quién crees que trataba de espiar? —la forma en que su habla se expresaba, parecía como si quisiera galantearla, algo que, aunque sabía que seguro solo era parte de su imaginación, la ponía bastante nerviosa, sobre todo porque se trataba justo de ese chico—, ¿Quieres... moverte primero? Te explicaré que hago aquí, pero... Estamos en una posición que... Me pone algo... Tú sabes...

¿Ponerte? ¿A qué te refieres? —Eme inspeccionó de cabeza a pies la posición en la que estaban, pero no fue hasta que él movió su cadera hacia adelante, que sintió un choque bastante intenso entre sus intimidades—. ¡Ohh! ¡Perdón, perdón! —rápidamente trató de alejarse de él, pero sujetarse del pasto húmedo por el rocío de la noche, no era buena idea, ya que, debido a la humedad, sus manos se resbalaron, haciendo que su cuerpo cayera de ante mano encima de él y que el choque de ambas intimidades fuera más... Profunda.

—Ahh... —fue ronco el jadeo que había dado, razonablemente, y para Eme eso había sido... Bastante extraño... No, extraño no, más bien algo nuevo, es decir, nunca había escuchado a un chico jadear de esa manera, como si estuviese... Excitado, o algo así. Más bien, nunca había escuchado a nadie jadear de esa manera, omitiendo, claro, a los jadeos de esos vídeos que luego se ponía a ver, porque era verdad que 'Santa' no era un concepto que la describiera perfectamente a ella, es decir, todo el mundo tenía debilidades. Pero pensar en eso, justo en ese momento en que su intimidad se estaba rosando de manera bastante fuerte con la del gran Lai Guanlin, no era algo sutil ni mucho menos buena idea.

Soulmate ↪ Lai Guan Lin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora