Capítulo 43._ Tatuajes

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-¿Dónde estas? -Escucho el rugir de ese tipo- ¿Dónde te has metido pedazo de mierda? -Corro por los pasillos a toda velocidad con el corazón acelerado, conozco esa casa como la palma de mi mano porque es el único lugar donde he estado, pero por mas que intente ocultarme sé que me encontrarán y peor aún, sé que no hay lugar al cual huir.

-¡Mamá! -Grito con fuerza pero mi voz es muy débil, apenas audible-. ¡One!

Mis piernas me tiemblan y la cabeza me duele, el corazón me golpea el pecho con fuerza, dificultándome así respirar. Corro en el pasillo oscuro escuchando los pasos de Damian tras de mi.

-¡Mamá! -Grito una vez mas.

-Zero. -Escucho una voz desconocida-. Busca tu luz.

Abro una puerta al fondo del pasillo que jamás había visto antes, tal vez es una salida, tiene que ser la salida. Apenas y alcanzo a abrirla pues soy demasiado pequeño. Cuando puedo ver lo que hay del otro lado mi cuerpo entero se petrifica, no soy capaz de mover ni una losa pestaña, el miedo me recorre todo el cuerpo, muchos tipos von mascara de cerdo están ahí en medio de la oscuridad observándome.

-Busca tu luz Zero, lo que ves no es real. -Otra vez esa voz.

-¡Te tengo! -Siento un par de brazos tomándome por detrás y comienzo a patalear, quien sea que me sujete me lleva hacia dentro de esa habitación.

-¡No! -Grito-. ¡Ayuda!

-No es real Zero, lo que ves ahora no es real, busca tu luz.

-¡One, mamá! -Grito dentro de esa maldita pesadilla.

-¡Ava! -Hablo mientras las sombras comienzan a alejarse y mi respiración se tranquiliza de a pocos volviendo así a la realidad-. ¿Lauren? ¿Dónde estas?.

-Eso es Zero, eso es. -Comienzo a reconocer esa voz.

La habitación oscura se ilumina y junto con las penumbras desaparecen las mascaras de cerdo, estoy solo, miro mis manos y ya no son más las de un niño, son las mías, las de mi Yo adulto, la cicatriz del "cero" en mi palma es la prueba de ello.

Mi cuerpo deja de temblar y se llena de absoluta paz, el sudor de mi frente comienza a enfriarse y a desaparecer también, el miedo se esfuma poco a poco, entonces cuando la tranquilidad llega a mi por completo respiro hondo, miro al frente y la veo a ella.

-¡Flesh! -Me levanto de golpe, reconozco la habitación es mi psiquiatra, el tipo con el que me llevó Ava-. ¡Debo irme!

-La sesión no...

Me levanto, le permití entrar en mi cabeza y llevarme de nuevo a ese maldito lugar, si me quedo un segundo mas aquí seguramente querré romperle la cara en cualquier momento.

Solo tomo mi chaqueta y salgo de ahí, como quiera terminaré volviendo pero por ahora solo necesito respirar aire fresco, huir de ahí y fumarme un cigarro, o dos, no lo sé.

-¡Hey, hey! -Me detiene Ava al verme salir, había olvidado por completo que ella estaba ahí esperando por mi, se toma su tiempo para acompañarme a pesar de que le he dicho muchas veces que no es necesario, que puedo hacer esto solo-. ¿A dónde vas?

-¡Mierda! -Me detengo en seco-. Yo, debo irme.

-Tu sesión no a terminado ¿Cierto? -Sus azules ojos examinan los míos en busca de una explicación.

-No. -Lo admito-. Pero siento que si sigo ahí el anciano terminara sin los pocos dientes que le quedan.

-Ya entiendo. -Descuida yo hablo con él para agendar tu próxima cita-. Puedes irte ahora. -Palmea mi espalda con mucha delicadeza y eso me hace sentir pésimo.

Ahora, es verdad. (Parte 2 VERDADES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora