Why Moon? (Omegaverse)

26

Un mes completo había transcurrido ya, un mes en el que muchos cambios habían sucedido en su vida, comenzando por el hecho de que había retomado el colegio, el hecho de que había podido estar distraído copiando clases y realizando actividades escolares, jamás había estado tan agradecido de tener tanta tarea para hacer, los marcadores, los plumones, colores y bolígrafos de colores lo mantenían hipnotizado, lejos de todos aquellos pensamientos que no hacían más que martirizarlo, lo mantenían lejos de las enormes ganas de arrancarse el cuello.

Al volver al colegio jamás se imaginó que sería el centro de atención, a donde se dirigiera era observado con miradas de lástima, de tristeza y de compasión, retomar su vida se había vuelto tan difícil, después de todo nada volvería a ser igual, por las calles camino a la institución escuchaba los susurros, veía a las personas salir solo para verlo, para compadecerse de él, de su cabello despeinado, de su enorme chaqueta de invierno a pesar de estar comenzando a penas el otoño, de sus zapatos sucios y desgastados, de las negras marcas que le salían de un agujero en el cuello y se extendían hasta su cara, sueca si exactamente la mitad sobre su mejillas, de compadecían de sus uñas recortadas con resto de sangre seca en ellas, se compadecían de sus manos delgadas, de sus mejillas hundidas, de su piel pálida, de sus ojos apagados, de sus labios reventados, de sus inmensas y negras ojeras, de las anchas bolsas debajo de sus ojos, se compadecían de por veces sus pies tropezaran debido a su debilidad, se compadecían de su aroma, de su aroma a viejo, a rancio, a fresas olvidadas en el refrigerador hasta el punto de adquirir hongos. Nadie disimulaba, tan solo hablaban más bajo cuando pasaba a su lado "es la luna, escuché que cortó definitivamente lazos con ese alfa" "dicen que su lobo murió y por eso es así" "escuché que fue mandado a abusar por el omega de su alfa" y así miles y miles de chismes que no cesaban, miles de palabras de compasión, pero la gente no entendía, no entendía que no necesitaba compasión, que estaba bien aunque no lo pareciera, que estaba bien a pesar de que pareciera un zombie, a pesar de que sus pasos fueran torpes, a pesar de que no sentía dolor físico ni sentimental, a pesar de que no tenía emociones ni sentimientos, tenían que saber que estaba bien a pesar de ser una cáscara vacía.

—Hola TaeTae —saludó BaekHyun mientras se incorporaba junto a su mejor amigo para caminar hasta su aula.

—Hola —murmuró, con la mirada puesta en aquel omega como todos lo días durante un mes, todos lo días desde su regreso caminaba por la misma ruta, mirando a la pareja abrazada en uno de los alféizares del pasillo principal, mientras uno leía un libro y otro escuchaba música, tan pegados como una garrapata.

—¿Por que simplemente no vas y le hablas? Quien le hizo daño fue tu mamá, no tú —habló BaekHyun mientras miraba en la misma dirección que su amigo.

—No quiero incomodarlo.

—Ten por seguro que lo incomodas más mirándolo de esa manera que acercándote a hablarle.

—No puedo... no podría vivir con su rechazo —murmuró, pasando de largo junto a la pareja.

Kim Taehyung, Byun BaekHyun y Na Jaemin. Tres nombres que no podían ir nunca separados, tres niños revoltosos corriendo por las calles de la pequeña ciudad, tomados de la mano, llenos de polvo y hojas, con pequeñas cortaduras en sus brazos y piernas pero con grandes sonrisas en sus rostros. Dos niños escandalosos y el pequeño introvertido nuevo en el pueblo. Todo el mundo hablaba de ellos, todos los reconocían y todos los adoraban, eran conocidos como "el pequeño trío napolitano" pues a parte de ser tres, todos los viernes sin falta estaban los tres niños sentados es las mesas de la heladería de la ciudad comiendo helado napolitano, llenándose las mano y las mejillas entre risas.

Eran tres y siempre serían tres... al menos se esperaba que siempre fuera así...

—¿Sabes? Ayer tuve que ir a hacerle unos mandados a mi mamá y vi a Jungkook.