LLEVÁBAMOS HORAS CERCA de la posada, esperando que tanto Arya como William volvieran. Los soldados de la Luna fueron los primeros en salir en su búsqueda, tras ellos los Stark. Me refugiaba del frío cerca de una fogata, con Serena contra mi pecho, envuelta en mantas, Hugh abrazándome congelado, y el resto de mis hijos a mi alrededor. Todos excepto Melantha quien estaba un poco más adelante junto a un nervioso Eddard Stark. Mi hija parecía intentar consolarle y tranquilizarle. Ella sabía tan bien como yo que estaba solo con su angustia, pues ni a la misma hermana de la cría le importaba lo que fuera a pasar.
Yo no estaba preocupada, William sabría volver, el problema estaba en si no la había podido alcanzar a tiempo y seguía tras ella. Al poco tiempo, ví pasar al Perro con un gran bulto colgado en su hombro, con cara de muy pocos amigos. Cuando pude fijarme bien, vi que aquel bulto era el hijo del carnicero. El pobre niño seguía sangrando herido por el combate. La única diferencia es que ahora, el pobre niño, estaba muerto. Aparté la mirada en cuanto pude y volví a llevarla al oscuro y frondoso bosque. Recé para que mi hijo apareciera sano y salvo, con o sin Arya. Afortunadamente, sonó el enorme cuerno, avisando de que les habían encontrado. De entre los árboles salió un agotado William, con un pequeño bulto tembloroso entre sus brazos y, dejando a mis hijos atrás corrí hacia ellos despavorida, intentando no mover mucho a Serena. Cuando les alcancé, envolví a ambos dos con mi único brazo libre y besé la mejilla de mi hijo, para después besar la mejilla húmeda de Arya.
— ¡Por los Dioses! – Suspiré desahogada —, ¿dónde os habíais metido? Estábamos muy preocupados todos.
— Esta mocosa corre como el viento – Respondió William riéndose, cariñosamente, como si hubieran comenzado a llevarse bien.
Ned se acercó rápidamente preocupado. Al llegar hasta nosotros soltó un breve suspiro y cogió a Arya de los brazos de William, para estrujarla contra su pecho y besar su frente. Noté entonces que de entre los hijos que había tenido con Catelyn, Arya era su favorita. No me extrañaba, era la copia de Lyanna con esa... Sangre del Lobo. Me sentía como aparte en el momento, como si sobrara en aquel lugar. Al fin y al cabo Ned se había reencontrado con su hija y estaba diciéndole amorosas palabras para tranquilizar a la criatura. Me limité a coger a William del brazo y empujarlo conmigo, noté una afilada mirada proveniente de Ned. Indiferente, seguí avanzando hasta dejarlo junto a sus hermanos. En la oscuridad de la solitaria noche me dí un paseo hacia la posada. Un gélido aire me envolvía y movía mis ropas, pero sentía que me abrazaba y me reconfortaba un poco. Disfrutando del paisaje verdoso y húmedo, de la noche crepuscular y tenebrosa y del gélido aire invadiendo mis pulmones, llegué a la posada y, sin titubear, me adentré en ella. En el interior encontré un calor que me refugió y, entre mis brazos, Serena se movió tranquila. Dí varios pasos, acercándome un poco a la Familia Real, junto a los que se encontraba Sansa llorando. Miré a la niña confundida, por qué se encontraba al lado de Joffrey y Cersei, en lugar de estar junto a su Padre llorando por su hermana desaparecida. Apartando la mirada, pedí una copa de vino y me senté en un sillón, expectante.
Mi copa de vino llegó en el mismo momento en que Ned Stark entró junto a su hija, y la manda de hijos que teníamos. Parecían lobitos protegiendo al Alfa. Al verme, ellos se acercaron a mí, mientras que Ned se mantenía estático con Arya a su lado. Sansa, temerosa, se acercó a su Padre y, sin mirarlo, comenzó a recriminarle a la pobre niña. Ned calló a Sansa y apoyó su mano sobre el hombro de Arya, con pesar.
Robert, agotado, dió comienzo a un juicio por el daño que Arya Stark había cometido a su Príncipe. Bueno, más bien Nymeria, la loba huarga de esa mocosa. Robert quiso la cabeza de la Bestia. William susurró entonces en mi oído que él y Arya se habían encargado de que Nymeria huyera al bosque. Robert, al conocer esa información, sonrío por un instante y decidió que sin la Loba no había juicio.
Incorforme, Cersei comentó que Sansa tenía otra igual, una Loba Huarga muy dócil llamada Dama. Sansa lloró histérica y gritó con todas sus ganas que aquello no era justo, que Dama no había cometido ningún daño. Robert, resignado, cedió ante Cersei y ordenó que mataran a Dama. La última palabra en la Sala la tuvo Eddard, que hasta el momento se mantenía silencioso y cauto. Eddard sentenció que esa Loba moriría a manos de un norteño, supe entonces que él se encargaría de aquello.— ¿LA VAS A matar? - Pregunté acercándome entre las sombras, con pesar. Observando a la enorme criatura. Era tan sólo un cachorro y a cuatro patas ya alcanzaba mi cintura. Eran colosales.
Eddard se volvió y me observó sorprendido, ladeó una triste sonrisa y bajó su cabeza y su mirada hacia el suelo.
— No tengo otro remedio – Murmuró cuando me acerqué hasta él, resignado moviendo la espada vacilante entre sus manos —, Cersei quiere ver su cabeza al alba.
Asentí varias veces, guardado silencio. No había respuesta posible para un final como ese.
— Deberías volver adentro – Aconsejó mirándome a los ojos, ví en sus ojos un brillo que hacía años no veía en ellos. Brillaban ausentes, con una profunda pena en ellos.
— Deja que me quede un poco más – Murmuré esbozando una pequeña sonrisa.
Tomamos asiento en un banco de madera al lado del árbol donde Dama se encontraba atada del cuello. La loba estaba sentada con gracia y nos miraba lloriqueante. Parecía que la Bestia era conocedora de su destino, y sabía que Ned sería su verdugo. El mismo hombre que la recogió del regazo muerto de su madre, la salvó de la hambruna y se la regaló a su hija mayor. Qué destino tan cruel.
— Déjala marchar – Ofrecí –, suéltale la cuerda. Le diremos al Rey que se escapó junto delante de nuestras narices.
— ¿De verdad crees que Robert se lo creerá, Em? – Preguntó vacilante, riendo por lo bajo.
— No – Respondí muy segura —, pero solo necesitamos que Cersei lo crea.
— No creo que sea buena idea jugar con esa mujer – Vaciló por unos segundos, pensativo —, querrá hacerse un abrigo con el cuero de Dama.
— La loba deberá descansar en el Norte – Aseguré intranquila —, es donde pertenece.
Me sumí en mis propios pensamientos, la imagen de mi Padre me invadió. Me invadió su recuerdo y, casi, podía oler su aroma. Recordaba con dolor el día de su incineración, la enorme pila de madera y flores que construyeron y cómo el aire le llevó lejos. Recordaba cómo me temblaban las piernas y me comenzaba a sentir enferma, cansada y mareada. Y cómo comencé a hiperventilar y todo se hacía pequeño y me ahogaba, mientras las piernas me temblaban suplicando tocar el suelo. Edrick me hablaba pero no era capaz de escuchar sus palabras, mis manos comenzaron a encalambrarse, no podía sentirlas. Y, cuando iba a desplomarme sobre el suelo, Edrick y William me alzaron a tiempo. Entre los dos me llevaron a mis aposentos y me recostaron sobre la cama. La angustia volvió a mí y, excusándome, me marché del lugar sin dar ninguna explicación.
ESTÁS LEYENDO
El Valle de los Bastardos || AU || Ned Stark
FanfictionLa Familia Stark, encabezada por Lord Eddard, la familia perfecta, cargada de honor, cariño y títulos. ¿Qué sucedería si todo lo que se conoce de Ned Stark no fuera del todo cierto?