LOS DÍAS EN Desembarco del Rey eran desoladores y, ciertamente, inhóspitos. Había aprendido a convivir nuevamente con la corte; esta vez con una corte mucho más adulta y mucho más sabia. Habían miembros de todas partes de Poniente por doquier. Todo el mundo parecía estar encantado con que Sansa Stark fuera a ser su nueva reina; una joven y dulce reina. Mientras ellos veían en Sansa dulzura e inocencia, yo veía en ella una arrogancia escondida. Era francamente una niña caprichosa acostumbrada a tenerlo todo, tal como Cersei. La diferencia entre ambas es que Cersei no ocultaba su auténtico yo, mientras la niña ponía dulces sonrisas hacía cualquier dirección. Sansa no era una joven inteligente, eso saltaba a la vista. Pero su ambición y sus jóvenes sueños la hacían actuar como alguien impulsivo y repelente. No, Sansa Stark no era santo de mí devoción. No había tenido la oportunidad de hablar con ella, ni con su hermana, Arya. Pero sí había coincidido con ambas en cenas, comidas y reuniones al aire libre. Ambas parecían nuevamente recelosas de mi presencia.
— Madre, ¿está bien?
Las palabras de Melantha me hicieron levantar la vista de las telas y agujas en mis manos. Melantha me ofrecía la vista de sus técnicas de costura. Era una larga tela magenta que prometía ser un vestido despampanante, en ella bordaba en sus bajos, en hilo de plata, un rosal florecido enmarañado. Sus puntadas eran exquisitas, igual que lo habían sido siempre.
— Por supuesto, dulzura – Le respondí con cariño en mi voz, alzando mi mano hasta su rostro para acariciar su mejilla.
Me tomé un corto tiempo para apreciar su belleza, y disfrutar del cariño que sus ojos emanaban. Ella sí hubiera sido la Reina que Poniente necesitaba. Melantha hubiera podido cambiar el seguro futuro catastrófico que auguraba el mañana. Pero no pensaba condenar la vida de mi hija junto a una criatura perversa y cruel como lo era Joffrey. Ella merecía una felicidad y un aprecio que ese escuálido Príncipe no sería capaz de darle. Joffrey no conocía el amor, sólo conocía el deseo y la satisfacción de obtener todo aquello que deseara. Melantha no iba a ser objeto de su deseo.
Al dar por finalizada la costura, Melantha se marchó a los aposentos de Hugh para ir a la biblioteca y leer algo que no se encontrara en el Nido. Yo, torpemente, me alcé de la mecedora y salí hacia la marea de turbios pasillos en busca de los jardines.
— Mi Señora – Escuché detrás de mí, y me giré rápidamente. Ser Jaime caminaba agitado para poder alcanzarme, lo que provocaba un sonido metálico inundando el pasillo con el golpear de su espada contra su armadura —, la mano del Rey solicita una audiencia oficial con usted de inmediato.
— ¿Dónde es la audiencia? – Pregunté extrañada, ladeando ligeramente mi rostro intentando leer algo más en su rostro que no fueran sus cordiales palabras.
— En el despacho de Lord Stark, por supuesto, mi Lady – Respondió haciendo una corta y profunda reverencia —, ¿desea que la escolte?
— No, Ser Jaime – Respondí con afecto, regalándole una corta sonrisa —. Es un gesto muy amable por su parte.
Dejando a Jaime Lannister atrás, di media vuelta y comencé a caminar hacia el despacho de La Mano del Rey. O de Eddard Stark, en su defecto. Me encontraba nerviosa por verle de nuevo, e inquieta ante el desconocimiento de la audiencia. Comencé a caminar más rápido con el deseo de saber qué ocurría recorriéndome las venas, deseando que los nervios que me invadían se evaporaran de mi cuerpo como si del propio agua se tratara. Que mis nervios se evaporaran tan rápido como mis lágrimas. Pronto, con mis prisas, alcancé la torre de la mano y subí los escalones intentando no tropezar con las faldas de mi vestido. Al estar frente a la enorme y pesada puerta de madera gravada, no pude evitar recorrerla con la mirada. Anteriormente, tras esa puerta se solía encontrar mi padre en sus quehaceres y deberes como Mano del Rey. Ahora otro hombre ocupaba su mesa, su baño e incluso su cama, aquella en la que su esposa trajo al mundo a mi hermano. Qué ironía utiliza el destino, una cruel. Ahora tras esa puerta se encontraba Eddard Stark, un hombre cuyo destino había sido quizás igual de amargo como fue el de mi padre, quizás incluso más. Los Arryn debemos estar malditos.
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El Valle de los Bastardos || AU || Ned Stark
FanficLa Familia Stark, encabezada por Lord Eddard, la familia perfecta, cargada de honor, cariño y títulos. ¿Qué sucedería si todo lo que se conoce de Ned Stark no fuera del todo cierto?