La Familia Stark, encabezada por Lord Eddard, la familia perfecta, cargada de honor, cariño y títulos.
¿Qué sucedería si todo lo que se conoce de Ned Stark no fuera del todo cierto?
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LOS ARRYN FUIMOS los primeros en abandonar Desembarco del Rey tras la Boda real. Sharra me obligó a marcharme con Edrick del lugar, sin informar a nadie. Tan sólo desaparecimos en mitad de la noche entre muchas lágrimas. Mi hermana estaba irreconocible, había abandonado esa recuerdo que tenía en mi mente de ella; esa dulce niña aventurera e ilusa. Ahora Sharra era una mujer, una fuerte y de ideas claras. Lamentaba decir que era más fuerte que yo, aunque agradecía su presencia fuerte a mi lado. Envidiaba esa fría fortaleza que era capaz de mantener.
— Ya estamos cerca del Nido – Comentó haciéndome volver en mí misma.
Llevaba días aferrada a la ventana del carruaje, sosteniendo a Edrick entre mis ya entumecidos brazos. La observé y le dediqué la mejor sonrisa que pude ofrecer. Aunque debía parecer una mueca de tristeza.
— Gracias, Sharra – Murmuré estirando mi mano para alcanzar la suya y acariciarla.
Mi hermana sonrió de lado con amabilidad, y volvimos al vago silencio de antaño. Cuando parecía que no podía retener más las palabras dentro de ella, fue únicamente cuando rompió el silencio.
— Aemma, odio tener que ser yo quien te diga esto – Musitó dubitativa, dudaba entre si hablar o no hablar. Pero finalmente pareció decidirse —, me duele cuando dices que le adoras. Te has acostumbrado a recibir un amor en el que tú nunca vas primero – Comenzó, yo me mantuve recta y no agaché la mirada como en otra ocasión hubiera hecho —. Ya ha pasado mucho tiempo desde que todo esto comenzó, y si te sigues aferrando ciegamente a este amor te vas a estrellar. Tu amor es equivocado y pasas los días recogigándote entre tu sufrimiento – Su voz sonaba apenada, llena de lástima por mí. Yo la miraba fijamente, y ella no pudo evitar agachar la mirada — No deberías conformarte con tan poco, tú que eres la Guardiana del Este y Señora del Valle. Sé que por dentro, muy dentro de tí estás cansada de tener ese miedo a equivocarte, y que aguantas desde hace tiempo una decisión quizás errónea.
Yo la observaba anonadada, cada vez que intentaba justificarme, volvía a hablar de nuevo. Sharra no me dejaba tiempo para vagar excusas inventadas sobre la marcha.
— Y no me digas que Eddard Stark te quiere mucho – Se adelantó a mis palabras, con firmeza y frías palabras —, porque qué más da que te quiera mucho, si no te sabe querer bien. Déjalo y busca un amor que sí te quiera bien.
— ¿A qué te refieres, Sharra? – Pregunté algo asustada por su respuesta.
— Deberías buscar a algún hombre que desposar, ahora que estás a tiempo – Respondió alzando nuevamente la mirada —. Tú misma me dijiste que hay una infinidad de buenos Lores en Poniente, y que debía elegir bien.
Las mismas palabras que le dije me cayeron encima como un barreño de agua helada.
— Con Edrick eso será muy difícil – Aseguré observando rápidamente al niño.
