Aemma

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OBSERVABA DESDE MI ventana a Sansa Stark paseando con su loba huarga, Lady

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OBSERVABA DESDE MI ventana a Sansa Stark paseando con su loba huarga, Lady. Caí en la cuenta de que todos los hijos legítimos de Ned tenían un lobo, incluso Jon, el bastardo. Mi pregunta era por qué ninguno de mis hijos había recibido uno. Bueno, claro, ellos no son del Norte. Pero, aún así, aquello me repateaba. Ese día partíamos de Invernalia. La comitiva del Rey iría a Desembarco del Rey, pero los Arryn les acompañaríamos únicamente hasta los Dedos, donde volveríamos al Valle. Ansiaba volver al Nido desde el mismo segundo que puse un pie dentro de estos muros. Todo había sido un infierno desde entonces. Había hecho poca cosa más que pasear con mis hijos, ocasionalmente pasear con Cersei, observar a mis hijos hacer sus tareas, planear con Robert y Ned la vuelta a casa y, sobre todo, permanecer en mi habitación con Serena. Lo que más había hecho había sido pensar. Últimamente tan sólo pensaba, pensaba en mis hijos, pensaba en Ned, en Robert, en Catelyn. Y cada vez que pensaba, más confundida me sentía. Habían dos bandas en mi cabeza y ambas se pasaban el rato discutiendo. Y, por ello, lo único que había sacado en claro es que necesitaba volver al Valle y relajarme por un tiempo. Necesitaba volver a mis quehaceres y mi rutina. Sobre todo, necesitaba a Sharra.

— Madre – Me llamaron —, es hora de irnos.

Me giré con calma y observé a William apoyado en el marco de la puerta, aguardando por mí. Asentí lentamente y, con ayuda de mi hijo, me puse mi capa. Ambos abandonamos juntos la Casa de los Stark. Al llegar al Patio principal, vimos cómo el Rey luchaba por subirse al caballo sin ayuda y cómo casi toda la comitiva está preparada. Cersei se apuraba a su carruaje y pude ver cómo el carruaje Arryn tenía movimiento, supuse que Melantha y Hugh ya se encontrarían dentro junto a Serena y sus doncellas. Todos mis soldados se arrodillaron al verme, y Edrick y Arthur se voltearon.

— Mi Señora – Dijeron prácticamente al unísono, haciendo que toda la atención del Patio estuviera puesta sobre mí.

Hice un gesto con mi mano y todos se alzaron y volvieron a sus quehaceres, mientras que William me acompañaba hacia Beth, mi yegua. Mi hijo me ayudó a subir al caballo y yo, como buenamente pude, estiré mi larga capa negra sobre él. Llevaba puestos unos pantalones de cuero negro que me ayudarían a ir un poco más cómoda, unas botas de tacón negras y un peto de cuero negro ceñido, con todos los remaches de plata.Y, en cuanto el Rey dió la señal, nos pusimos en marcha.

— ¿Cuánto tardaremos en llegar? – Preguntó Arthur acercándose a mí montado en su caballo.

— Media luna si vamos a buen paso – Le respondí con seguridad.

Yo misma me aseguraría de llevar el mejor ritmo posible para estar en cuanto antes en el Nido.

— Será un poco más – Añadió Eddard quien se había acercado poco antes con aparentes intenciones de hablar conmigo, sin éxito —, la nevada que está cayendo nos retrasará.

El Valle de los Bastardos || AU || Ned StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora