El Nido de Arryn

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               Las puertas de la Luna se abrieron ante nosotros

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               Las puertas de la Luna se abrieron ante nosotros. Eran colosales, de un azul verdoso y con el escudo de los Arryn plasmado en medio con plata y un relieve sumamente detallado. Los soldados se arrodillaban ante mí antes de alcanzarles, me dejaron encabezar la larga marcha de 60 jinetes. Con nosotros habían vuelto un par de soldados de la Casa Stark que ofrecía como tributo a padre por la estancia de su segundo vástago. Habíamos pasado medio mes de vuelta, con el tiempo a nuestro favor. Y habíamos escoltado a la marcha de los Tully hasta que nuestros caminos se dividieron. Desde la noche de la fiesta en honor a Lyanna por sus lunas cumplidas Ned no me había hablado mucho y sentía que me evitaba. No entendía qué le sucedía, quizás le molestó mi cercanía con el Príncipe Rhaegar aunque lo pongo en duda. No tiene nada por lo que estar molesto realmente. Rhaegar y yo pasamos toda la noche poniéndonos al día, pues hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Diría que desde la presentación de la Princesa Rhaenys a la Corte y al Rey, un día catastrófico cabe decir.

                  Cuanto más cerca estábamos de la entrada principal al Nido más nerviosa me sentía. Tenía unas inmensas ganas de refugiarme bajo el ala de padre y poder sentir nuevamente su cálido aroma a madera y hierba mojada. No encontraba un aroma semejante en cualquier otra parte del Reino que no fuera el Valle, era tan magnífico. El enorme castillo se presentó frente a nosotros imponiendo respeto e incluso aquella visión me hizo sentirme fuera de lugar. Me sentía enana frente a todo lo que ese castillo significaba, todo el honor, los títulos, el orgullo. Dudaba llegar a estar a la altura de mi padre algún día. Los soldados se arrodillaron y acto seguido abrieron las enormes y pesadas puertas para nosotros, mientras otro soldado me ayudaba a bajar del caballo. Mi vestido era elegante, propio de una Lady, de mi pelo no podría decirse lo mismo. Estaba segura de llevar todo el cabello alborotado tras tantas horas de viaje, sin embargo, el sol a penas se posaba en lo más alto de la torre principal. Al mirar hacia el recibidor pude ver a muchos soldados en formación, dispuestos a sacar su espada cuando fuera necesario. Me apresuré a entrar y crucé el larguísimo pasillo hasta llegar a la Sala del Trono, reconocí allí los rostros de los Señores más importantes del Valle y, en el centro de la Sala, se encontraba el que era el hombre más importante en el mundo para mí. Me miró con añoranza, como si aún estando frente a él estuviera ausente. Me sentí irreal por un segundo antes de apresurarme hacia él y esbozar una gigante sonrisa antes de unir nuestras manos. En el valle era muy típico que, al saludar a alguien cercano a tí en público, ambos cogieran el antebrazo del otro, como símbolo de unión. Le miré a los ojos y una sensación de protección invadió mi cuerpo. Al volverse a abrir las puertas, me hice a un lado y fui a saludar a los Señores y Señoras que habían venido a darnos la bienvenida. Por el rabillo del ojo vi cómo Ned y Robert saludaban a mi padre, pero rápidamente Ned se excusó y salió muy apresurado de la Sala. Yo salí un poco más tarde, pues deseaba darme un baño caliente en mis habitaciones y, más tarde, disfrutar de la compañía de Sharra.

                  Cuando por fín el agua caliente recubrió mi cuerpo noté cómo mis músculos se destensaban y una paz invadía mi cuerpo. Había ordenado que me dejaran sola, pues sentía que necesitaba poner en orden mis pensamientos.
                  Comencé a hacerme preguntas.

¿Deseas pasar el resto de tu vida unida a Ned Stark?

¿Realmente le amas?         
                     
¿Pero le amas como amas a Robert o acaso le amas como una mujer amaría a un hombre?

Creía que tenía las cosas claras con Ned, pero el atarme a algo de por vida me asustaba terriblemente. Nosotros éramos águilas y necesitábamos nuestras alas grandes y abiertas. Sobre todo, necesitaba a segurarme de que

Irrumpieron en la habitación, abrí los ojos de golpe y me giré hacia la puerta abruptamente.

– ¿Te he asustado? – Preguntó con duda y un poco de miedo – Lo siento, había tocado la puerta. Pensaba que lo habrías escuchado.

Esbocé una pequeña sonrisa antes de salir de la bañera y envolverme en unas toallas de Mereen. Sharra entró del todo y cerró la puerta tras de sí antes de acercarse y envolver mi cuerpo entre sus manos. Acto seguido correspondí su abrazo y apoyé mi mentón sobre su largo cabello castaño. Cerré los ojos y sentí el latido de su corazón contra mi pecho. Yo también tenía muchas ganas de verte, pequeña. Tras un pequeño momento de disfrutar del sumo silencio y la compañía de la otra, Sharra tomó asiento en uno de los sillones junto a la chimenea que había encendida vagamente. Mientras tanto, yo procedí a ponerme un largo vestido rosado.

– ¿Cómo te fue el viaje? – Preguntó con voz soñadora. De las dos ella siempre había sido la más aventurera, se moría por explorar todo Poniente y más allá. Sin embargo, yo prefería no salir del precioso Reino que poseíamos – ¿Cómo es Invernalía?

– Frío – Respondí tajante, a lo que ambas reímos – Es un lugar precioso, no te lo puedes imaginar.

      Comencé a contarle los gruesos que eran sus muros y el calor que hacía dentro del Castillo. Lo precioso que era el Arciano y el Boque de los Dioses. Sharra escuchaba embelesada todas mis palabras, mientras miraba a un punto fijo. Estaba intentando ordenar toda esa información para lograr imaginar cómo sería invernalia. Le prometí que algún día la llevaría conmigo allí y podría enseñarle todo aquello que vimos.

– ¿Y cómo estás tan segura de que conseguirás que ambas vayamos? No sé si Lord Stark estaría de acuerdo con hospedarnos – Comentó pensativa, acto seguido su tono cambió a pícaro – Aunque claro, como tienes acceso facilmente con tu querido Eddard.

– ¿Qué dices, Sharra? Deja de decir estupideces – Le quité importancia al tema con una leve risa. A lo que mi hermana me miró alzando una de sus pequeñas pero definidas cejas, acompañando su gesto con una sonrisa pícara.

– ¡Oh! ¡Vamos! Admítelo – Exigió frustrada – Padre comentó el otro día que unas sirvientas os vieron correteando por los jardines, y él está de acuerdo en favorecer la unión.

– El futuro es incierto, Sharra – Afirmé cortamente, terminando de poner el vestido perfectamente para encaminarme al sillón que estaba ubicado frente al de mi hermana.

– Lo único que no es incierto es que tú le quieres – Aseguró sonriendo mientras cerraba sus ojos y alzaba su dedo índice preparada para señalarme – He visto con qué ojitos de cordero le miras.

– Está bien, está bien. Tú ganas, Sharra – Decidí darme por vencida. Sharra era implacable – Quiero a Ned.

         Empezó a dar brincos sobre sí misma y a mover las manos de un lado para otro mientras su sonrisa se expandía hasta sus orejas. Sus ojos casi ni se veían por lo mucho que sus mejillas se alzaban.

– ¡Tienes que decírselo a padre! – Chilló totalmente emocionada – ¡Lo planearemos todo!

— No es tan sencillo, Sharra – Dije en un tono obvio, poniendo mis ojos en blanco —, tengo mucho que pensar todavía – Agaché la mirada cortamente —. Además, tampoco sé si Ned desea desposarme.

— Eso sí que es un estupidez – Tras sus palabras se rió, y se erguió en un pose divertida —, Eddard Stark besa el suelo que  pisas.

El Valle de los Bastardos || AU || Ned StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora