La Familia Stark, encabezada por Lord Eddard, la familia perfecta, cargada de honor, cariño y títulos.
¿Qué sucedería si todo lo que se conoce de Ned Stark no fuera del todo cierto?
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HABÍAN PASADO EXACTAMENTE siete lunas desde que la Guerra finalizó. No sabía nada acerca de nadie, las únicas noticias que recibí fue que Rhaegar estaba muerto y que Ser Jaime Lannister mató al Rey. Rezaba todos los días porque en algún momento llegara alguna otra información al respecto; si todos estaban bien o quienes habían sido las bajas. Tres lunas era exactamente el tiempo que mi pequeño hijo tenía de vida. Era un pequeño bebé muy risueño al que decidí llamar bajo el nombre de Edrick, un nombre poco recurrente en el linaje Stark. Ya que no tendría el apellido de su padre, al menos mantendría un nombre de su misma sangre.
La primera carta llegó tan solo media Luna después;
"Mi pequeña luna, no debéis sentir pesar por esta guerra, nuestros seres queridos salieron ilesos. Robert ganó a Rhaegar en un combate a muerte en el Tridente, y sus soldados se arrodillaron ante nosotros, lo que hizo cambiar de parecer a Lord Tywin, quien, en último momento, decidió ayudarnos. El Rey Aerys murió hace tan sólo una Luna, junto a su nuera y nietos, obra de los Lannister. La Reina Rhaella embarazada y su hijo pequeño huyeron a Roca Dragón, donde tratan de Refugiarse. Permaneceré unas Lunas más en Desembarco del Rey hasta que el Trono de Hierro pase a otras manos; unas que sean justas y fuertes. En cuanto nos veamos te daré los detalles,
Lord Jon Arryn"
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DOS DÍAS DESPUÉS de recibir la carta de padre, tuvimos visita en el Valle. Los soldados de la Luna informaron de que habían llegado un escuadrón de soldados de la Casa Stark, así que les hice pasar rápidamente. Con mi pequeño Edrick entre brazos tomé asiento en el Trono de madera del Nido, esperando a que entrara Ned junto a la pequeña Lyanna, para poder presentarle a su primer sobrino. Cuando las puertas se abrieron, entraron varios soldados Stark y, tras ellos, Ned y un niño entre sus manos. Me levanté del Trono mientras buscaba más allá con la mirada, pero... ella nunca entró al Nido. Comenzando a llorar y aferrando a mi hijo contra mí, bajé las escaleras rápidamente y, con mi brazo libre, abracé a Eddard. Lloraba desconsolada en su hombro, mientras escuchaba como Sharra ordenaba a todo el mundo que vaciaran y custodiaran la Sala del Trono. Ned, con su mano libre, se dedicó a acariciar suavemente mi cabello para intentar calmarme. Al recomponerme un poco, me erguí nuevamente sobre mi posición, totalmente destrozada. Tras todo lo que habíamos perdido, los Dioses tenían un cruel destino para Lyanna y todos nosotros.
