Cuando entré al Gran Salón de Harenhall me sentí totalmente agobiada con la cantidad de gente que había allí, el lugar era grande pero habían apartado las mesas y las habían juntado demasiado para dejar un rincón de baile.
– Lady Aemma Arryn del Valle de Arryn, protectora del Nido, heredera del Valle y guardiana del Este – Me presentó un caballero vociferador – Lady Sharra Arryn del Valle de Arryn.
Miré molesta al caballero antes de dirigirme a mi lugar con mi hermana a mi lado. De pronto, me detuvo una figura alta, robusta y musculosa. Observé al hombre, era moreno de piel, tenía el pelo largo y castaño y una prominente nariz.
– Una bella mujer durante una bella velada, debo decir – Me dijo el hombre cogiendo mi mano para besarla, a lo que yo sonreí cortésmente – El Príncipe Oberyn Martell de Dorne – Se presentó.
– El hermano mayor de la Princesa Elia, ¿no es así? – Pregunté con una pequeña sonrisa, alzanddo una ceja – Es un placer.
– El placer es todo mío – Afirmó cargado de seguridad – Me preguntaba si me guardaría un baile esta noche. Me encantaría bailar con la mujer más bella del lugar.
– No me gusta bailar, Príncipe Oberyn – Me disculpé cortésmente, intentando huir de la situación – Quizás cualquier otra mujer del Salón se sentiría halagada.
Me excusé rápidamente y alcancé a mi hermana todo lo rápido que pude. En la mesa en la que mi hermana había tomado asiento, diferencié varios rostros más. Me acerqué apresuradamente hacia la mesa y tomé asiento junto a mi hermana.
– ¡Aemma! – Chilló Lyanna Stark emocionada por mi presencia – ¡Hace mucho tiempo que no nos vemos!
Reí educadamente agachando un poco la mirada antes de volverla a mirar con una gran sonrisa. Estaba radiante, llevaba puesto un vestido grisáceo con bordados en verde, los colores de su casa. Era una lástima que la enorme capa con pieles que llevaba la tapara tanto. Su pelo estaba suelto, con esa esencia asalvajada que la caracterizaba tanto. Sin duda tenía eso que Ned llamaba la sangre del lobo. Era conocida en todo Poniente como la Doncella Loba por eso mismo. Se escuchaban magníficas aventuras sobre ella entre los pueblos, a pesar de ello, la gente noble la juzgaba con la mirada y hablaba a sus espaldas sobre su pobre educación. Yo la consideraba la niña más risueña que había conocido en toda mi vida, y su esencia de libertad me invadía profundamente.
– Mi querida Lyanna, tan solo hacen 7 lunas desde que no tengo el placer de ver tu bello rostro – Comenté agrandando mi sonrisa, lanzando una rápida mirada a Ned. Llevaba su pelo largo suelto, recogiendo los mechones delanteros de su pelo castaño en su coronilla. Lucía radiante, estaba más elegante que nunca. Me regaló una sonrisa muy tierna.
– A otros no se les ha hecho muy largo el tiempo sin verte – Comentó Brandon para después soltar una gran y sonora carcajada, codeando a Ned.
– No seas idiota – Murmuró Ned codeando a Brandon de vuelta.
La cena fue tranquila. Cenamos un millón de platos y bebimos el vino más dulce que había probado en toda mi vida. Debido a su dulzor, el alcohol me estaba nublando un poco. A pesar de ello, tenía ganas de beber más, pero decidí comenzar a beber agua para desnublarme un poco. Desde mi lugar vi que la familia Real ocupaba la mesa Presidencial en un altillo a unos metros de nosotros. Allí se encontraba el Rey, había evitado observarle porque me repugnaba por completo. Tenía unas uñas gigantes que le molestaban cuando iba a coger un pedazo del cerdo que hicieron para ellos, y, al darle un bocado a la carne, toda la sagra y sangre le goteaba por su larga y desaliñada barba volviendo a caer al plato. La corona la llevaba totalmente clavada a su cabeza, según Padre no permitía que se le moviera ni un poco y estaba al acecho constantemente. Acto seguido, observé a la Reina Rhaella. Ella fue como una tía para mí y la recordaba como la mujer más bella que jamás hubiera pisado Poniente. Sin embargo, llevaba su cabello totalmente recogido y se notaba que había puesto todo su interés en estar bella esa noche, pero no podía ocultar los moratones que delataban al Rey. Luego estaba Rhaegar, apartado de ambos.
《Así debería lucir un Rey》, pensé.
La Princesa Elia no estaba por ningún lugar, tampoco estaba Rhaenys, ni el Príncipe recién nacido, Aegon. La ausencia de los Príncipes me extrañó profundamente, pero supuse rápidamente que sería cosa del Rey.
– Querida, ¿me concedes esta canción? –Escuché detrás de mí, en un grave susurro. Sentí un cálido y aromático aliento golpear mi cuello. Me giré rápidamente.
Ned estaba de pie detrás de mí observándome con su mirada profunda, sus pupilas estaban ligeramente más dilatadas por la ingesta de alcohol previa. Le regalé una sonrisa, estaba totalmente enternecida con su gesto. Y, acto seguido, tomé su mano y me ayudó a levantarme de la silla. Ned me guió hasta la zona reservada para el baile y comenzamos a bailar al compás de una delicada pieza. La música era lenta y melodiosa.– ¿Cómo te encuentras? – Preguntó Ned esbozando una pequeña sonrisa mientras me miraba a los ojos.
– Si te soy sincera, creo que estoy un poco mareada – Comenté sobre una pequeña y suave risa.
– Ya veo – Murmuró Ned riéndose libremente – Te noto un poco angustiada, ¿estás segura de que va todo bien?
– Es solo que tengo un mal presentimiento – Admití. Llevaba varias noches teniendo una horrible pesadilla en la que Robert mataba a Ned a sangre fría para poder casarse con Lyanna – Y la presencia del Rey me incomoda mucho – Susurré en su oreja, con mucha cautela de que nadie escuchara nada.
– Entiendo – Afirmó dando un pequeño asentimiento – Todo va a ir genial, ya lo verás.
– De verdad que eso es lo que espero, amor mío – Suspiré esbozando una pequeña sonrisa. Fue un gesto más de desahogo que de pesadez.
– Claro que sí, creo que jamás en toda mi vida seré tan feliz.
Bailamos largamente hasta que me dolieron los pies y tomamos asiento un rato más. Fue entonces que todo el Salón cayó en un sumo silencio y sólo escuchaba un arpa ser tocada. Me giré rápidamente hacia la procedencia de el sonido y pude ver al Príncipe Rhaegar sentado en un taburete con su arpa. Tenía un arpa muy característica, hecha de plata y con rubiés por toda ella. Además, la punta del Arpa era la cabeza de un dragón.
– Mi corazón morirá cuando te marches, podrá nublarse el sol eternamente, podrá secarse el Mar en un instante – Cantaba Rhaegar, su voz era aterciopelada y sonaba rota. Parecía que cantaba con pesar sobre sí. Todos los pelos de mi cuerpo se erizaron – ¿Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón?
>> Cuando te miré, me dio miedo quererte. Y ahora que te tengo, me da miedo perderte. Cuando me miraste por primera vez mi corazón se asustó, se estremeció porque supo qué es el amor. Me enloques hasta el punto en que temo perder la razón. De nadie seré, solo de tí. Hasta que mi corazón se vuelva cenizas y deje de latir. Cuanta dulce tortura, quietamente sentida. Cuando, picada el alma de tristeza sombría. Qué malo encontrar espinas donde se busca la flor, solo quiero tu amor para no sentir tristeza.Sin darme cuenta, estaba llorando a mares. Eché un vistazo alrededor, todos los presentes estaban llorando y todos ellos sollozaban en silencio para poder seguir escuchando las palabras afiladas como cuchillas que cantaba el Príncipe.
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El Valle de los Bastardos || AU || Ned Stark
FanfictionLa Familia Stark, encabezada por Lord Eddard, la familia perfecta, cargada de honor, cariño y títulos. ¿Qué sucedería si todo lo que se conoce de Ned Stark no fuera del todo cierto?