MUDDY GREEN WATERS ✧ draco malfoy |Traducción [✓]

𝟑 - 𝐃𝐨𝐜𝐞

R o s i e

Las caras de mis padres estaban llenas de asombro y horror mientras estaban sentados al otro lado de la mesa de la cocina.

—¡¿Su cara estaba en la parte posterior de la cabeza de tus profesores?!

—¿Seguro que este no es un entorno seguro para una escuela? Sólo tienes doce años.

—Sí, pero está bien porque Harry se encargó de ello. — intenté calmar la preocupación de mis padres. —Y además, el profesor Dumbledore no parece preocupado.

Eran las vacaciones de verano y estaba poniendo a mis padres al corriente de mi primer año en Hogwarts, incluido el dramático final.

Mi primer año había sido extremadamente difícil estar en Slytherin; una casa que todavía se negaba a aceptarme. Pero encontré amabilidad y compañerismo con mis nuevos amigos; Hermione Granger, Ronald Weasley y Harry Potter. Me trataban de igual a igual y no como algo desagradable que acababan de pisar. Sin embargo, tenía la sensación de que mi amistad con estos tres había hecho que los Slytherin se volvieran aún más contra mí... si es que eso era posible.

Una de las Slytherins con las que compartía dormitorio era una chica llamada Pansy Parkinson; la chica con cara de perro que me habló en mi primera noche. Se había propuesto hacer mi vida lo más miserable posible en Slytherin. Tuve que soportar constantes insultos, una zancadilla por aquí y un empujón por allá. Una vez entré en mi dormitorio y encontré toda mi ropa desparramada por todas partes y mi libro favorito hecho trizas. Sabía que ella estaba detrás de eso.

El resto de los Slytherins actuaron como si yo no existiera. No sabía si esto era peor. Hablaban por encima de mí o a mi alrededor, pero nunca conmigo. Ninguno de ellos reconocía que yo estaba allí. Una vez intenté hablar con un grupo sentado en los sofás de cuero, pero en cuanto me senté para unirme a ellos, todos se levantaron de repente sin decir nada y se fueron. Al menos Pansy no me hizo sentir que era invisible.

Por eso agradecí tanto que Hermione siguiera siendo mi amiga y que poco a poco nos hiciéramos también amigos de Ron y Harry; los cuatro intentábamos resolver el misterio de lo que guardaba el perro Fluffy. Era una distracción maravillosa y hacía menos insoportable volver a la sala común de Slytherin cada noche.

—Tal vez el sombrero seleccionador esté defectuoso. —se había preguntado Ron en voz alta un día. —Porque no hay nada de Slytherin en ti, Rosie. En cualquier casa menos en Slytherin.

—¡Oh, Ron! ¡Claro que el sombrero no está defectuoso! El sombrero seleccionador perteneció a uno de los propios fundadores de Hogwarts, Godric Gryffindor, ¡y se remonta a mil años atrás! —Hermione había suspirado impaciente.

—¡Exactamente! ¡Es antiguo! Ya es hora de que Dumbledore invierta en uno nuevo.

Sonreí, recordando este intercambio entre mis dos compañeros. Cómo los echaba de menos. Les había escrito mucho durante el verano, pero aunque tenía muchas cartas de Ron y Hermione, nunca había recibido respuesta de Harry. Qué raro.

Justo cuando pensaba esto, un búho empezó a golpear la ventana, así que me levanté para dejarlo entrar. Era Errol, el búho de Ron, que parecía un plumero en muda y tenía un aspecto muy deteriorado. Le quité la carta mientras él se desplomaba exhausto sobre el tablero de drenaje.

Anoche rescatamos a Harry de los Dursley. Ha sido genial. Encuéntranos en el callejón Diagon el miércoles; Hermione estará allí y podremos contártelo todo. Ron.

Respondí de inmediato; ya tenía ganas de volver a ver a mis amigos.

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