𝟔𝟏 - 𝐋𝐚 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐚

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Narcissa Malfoy estaba preocupada por su hijo

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Narcissa Malfoy estaba preocupada por su hijo.

Habían pasado casi nueve meses desde que salieron de Inglaterra y él seguía deprimido por esa Sangre sucia.

Apenas salía de su habitación. Apenas comía. Apenas hablaba. Era como si hubiera renunciado a la vida.

A veces se preguntaba si se había equivocado en lo que había hecho. Pero entonces, dejarle creer que estaba muerta era la única manera. De lo contrario, él nunca habría abandonado el país, nunca la habría dejado a ella.

Se envolvió con su abrigo de pieles y tembló. Siempre hacía mucho frío aquí. Se habían trasladado a algún lugar en lo profundo de las montañas nevadas, y residían en una casa de cristal espaciosa y abierta. Era hermosa, pero fría. Y solitario. No había nadie más en kilómetros a la redonda.

Miró a su marido, que estaba sentado en su sillón, mirando el fuego como siempre. Él no estaba mucho mejor. Lucius no había vuelto a ser el mismo desde Azkaban. Apenas decía dos palabras estos días. Ella sabía que él no soportaría volver allí. Lo hacían por él. Era imperativo que mantuvieran su familia unida. Sin importar el costo.

Unos golpes en la puerta principal hicieron que Narcissa se sobresaltara. Miró a Lucius, que seguía con la mirada perdida en la chimenea, como si no hubiera oído nada.

Hubo otro golpe, esta vez más firme. Narcissa se dirigió con cautela hacia la puerta, la única parte del edificio que no era de cristal.

-¿Quién es? - llamó bruscamente. No hubo respuesta.

La curiosidad se apodera de ella, y abre la puerta tímidamente.

Un hombre pelirrojo estaba de pie en el umbral, tiritando en pieles. Le dedicó una brillante sonrisa que a Narcissa le pareció algo alarmante.

-¡Por fin! - dijo, empujando junto a ella, dejándose llevar. -¿Sabéis lo difícil que ha sido encontraros? He estado buscando durante semanas. Bonito lugar, ¡mira!

Narcissa se quedó con la boca abierta mientras el hombre se frotaba las manos, mirando a su alrededor como si acabara de invitarle a una taza de té.

-¿Quién- quién es usted? - balbuceó.

-Fred. Fred Weasley. - le dedicó una sonrisa y se le heló la sangre.

-Vete. - habló con frialdad. -Sal ahora.

-No hasta que haya hablado con tu hijo. - se puso de pie con firmeza, cruzando los brazos.

El pánico desgarró a Narcissa. Draco nunca podría saber lo que ella había hecho. Nunca.

-¡DRACO! - estaba gritando. -¡SACA TU TRASERO DE AQUÍ AHORA!

Intentó callarlo con urgencia, maldiciéndose en silencio por haber dejado la varita en su dormitorio. Miró desesperadamente a Lucius, que seguía mirando inútilmente al fuego.

Una puerta se abrió desde algún lugar del piso superior y unos pasos golpearon el rellano.

No.

Narcissa apoyó la espalda en la pared, horrorizada, cuando Draco apareció en lo alto de la escalera.

-¿Qué está pasando? ¿Quién está aquí?

Su rostro demacrado y pálido los miró con el ceño fruncido.

-¡Draco, amigo! Cuánto tiempo sin verte. - Fred le sonrió.

Narcissa observó a Draco volver a mirarlo confundida, estudiando a su visitante.

-¿Weasley?

-Ya se va. - Narcissa habló, yendo a agarrar a Fred para intentar con todas sus fuerzas echarlo. Pero su diminuto cuerpo no era rival para la corpulencia de él.

-Está viva. - dijo Fred, mirando a Draco mientras Narcissa intentaba empujarlo hacia la puerta.

-¿Qué? ¿De qué estas hablando? - Narcissa sintió que su tono cambiaba mientras empezaba a bajar las escaleras.

-Harry te mintió, amigo. - dijo Fred, mirando directamente a Draco. -Rosie nunca murió.

Draco palideció.

-¡MENTIRAS! SON MENTIRAS! - gritó Narcissa. Se volvió hacia su hijo, desesperada. -¡Draco, es un truco para que vuelvas y puedan arrestarte!

Draco se detuvo, con cara de conflicto. Sus ojos pasaron de su madre a Fred.

-Ella te necesita. - Fred continuó. -Draco, Rosie te necesita.

-¿Madre..?

Draco la miró, con los ojos llenos de confusión. No pudo soportar ver el dolor en ellos. Cerró los ojos mientras una lágrima caía de ellos.

-Es verdad, hijo.

Estas palabras no salieron de la boca de Narcissa, sino de la de su marido. Sus ojos se abrieron de golpe al ver a Lucius levantarse lentamente de su sillón y volverse hacia Draco.

-Te mintieron. Tu madre quería hacerte creer que estaba muerta para que vinieras aquí, a esto. - hizo una mueca de disgusto mientras su brazo recorría la habitación.

Draco empezó a temblar. Se agarró el pecho mientras empezaba a jadear.

-Ella- ¿Ella esta viva?

Se atragantó.

Fred dio un paso hacia él y le puso la mano en el hombro.

-Sí, amigo. Y estoy aquí para devolverte a ella.

***

R o s i e

Salí a la playa, respirando el aire del mar mientras el frío viento de febrero me azotaba el pelo en la cara.

Habían pasado seis semanas desde que me despedí de mi pequeña. Pensaba en ella cada minuto de cada día. Me dolía mucho el corazón; pensar en la vida que podría haber sido. También pensaba en Draco. A menudo me preguntaba dónde estaría, y me entristecía pensar que nunca sabría de la hija que una vez tuvo.

Fue idea de Molly que me reuniera con Bill y Fleur en Shell Cottage. Fue un alivio cuando llegué. El mar me pareció calmante y pacífico después del caos de vivir en la Madriguera. No estaba siendo desagradecida, simplemente me resultaba muy difícil estar con mucha compañía estos días.

Me envolví con el abrigo, protegiéndome del frío. Cerré los ojos, escuchando el sonido de las olas rompiendo suavemente sobre la orilla. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos al pensar en todo lo que había perdido. Nunca parecía ser más fácil. Me preguntaba si volvería a sentirme feliz, si mi corazón sanaría alguna vez.

Cuando volví a abrir los ojos, pensé con seguridad que mi dolor me había vuelto loco.

Pues a lo lejos se alzaba una figura. Un hombre de traje oscuro, con el pelo blanco y rubio. Y mientras caminaba hacia mí, no se podían confundir esos ojos grises plateados, que centelleaban contra la luz del sol.

***

MUDDY GREEN WATERS ✧ draco malfoy |Traducción [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora