Random Stories [Harry Potter]

Adulto

Algo no-canon... Canon.

Harry es un adulto.

Aunque no como debería.

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Harry era un adulto responsable.

Era cuidadoso al mantener su casa en condiciones para su familia, no permitiendo que esta se viniera abajo ni siquiera entre el barullo y ver corriendo a todo mundo de aquí a allá.

Sabía preparar excelentes platillos para asegurarse de que nada les faltara, y sabía que tenía éxito porque ellos se llenaban la boca con el alimento y hacían extraños sonidos que podían interpretarse como una respuesta afirmativa. Había aprendido bien, porque ni siquiera los niños en la casa se quejaban de las verduras que siempre ponía en cada plato, ¡A veces hasta pedían más!

Además, Harry podía sentirse orgulloso, porque finalmente había aprendido a hacer esas horribles tareas escritas que, en verdad, antes de entenderlas, parecían pavorosos informes de cómo llevarían a cabo su muerte lenta y dolorosa...

Bien, tal vez exageraba un poco, pero siempre tuvo una imaginación vívida... No es que debería ser así, después de todo...

Harry era un adulto responsable...

El problema es que...

Harry no era un adulto.

Era un niño.

Era un niño que aún no debería siquiera saber para qué servía cada producto de limpieza, no tendría que saber los trucos para remover hasta las más profundas manchas aún... No se supone que supiera cómo usar herramientas para reparar desperfectos.

Era un niño que aún no podía siquiera alcanzar correctamente la estufa y mucho menos los altos estantes. Era un niño, que necesitaba acercar una pequeña plataforma de madera para poder llegar a todo lo que necesitaba. Era un niño... Que no debería saber lo que dolía quemarse con el fuego de la cocina, o ser salpicado por aceite hirviendo.

Era un niño que, lo único que tendría que hacer eran sus tareas escolares, esas que antes de aprender a leer, eran terribles sopas de letras que sacaban chillidos de cualquier infante que no quería comenzar a escribir, porque desde el subconsciente ya sabían que era adentrarse a un mundo totalmente diferente. Era un niño que debería estar haciendo sus tareas a un ritmo propio, disfrutar de sus nuevos conocimientos... No uno que tenía que obligarse a sí mismo a aprender a un ritmo superior al promedio para hacer las tareas de alguien más; al mismo tiempo que fingía no saber nada, porque no tenía permitido ser inteligente.

Harry era muy responsable, trabajaba en la casa, cocinaba, y escribía hojas y hojas de textos.

Era como cualquier adulto responsable.

Pero no se suponía que fuera así, porque Harry no era un adulto.

Era un niño.

En Hogwarts, Harry temía porque sus amigos estaban detrás de él; y temía que asegurarse de que no fueran heridos en esas tontas «aventuras» en las que él se veía envuelto cada año.

Harry fue valiente, se enfrentó al mago más tenebroso de los últimos años y se aseguró de no caer en sus vanos engaños. Fue inteligente, no cayó en palabras bonitas, en tiernas ilusiones. Los adultos ya no se dejaban engañar fácilmente por decorosos discursos. 

Soportó el dolor del veneno de una de las criaturas más mortales del mundo para preocuparse por la vida de alguien más. Él tenía que dejarse de lado, los niños eran primero, siempre le enseñaron eso; y él esperaba haber salvado la vida de esa niña. Probablemente iba a morir, pero a él no le importó. Todos los adultos saben que algún día van a morir. 

Se enfrentó a otras criaturas que le sacaron recuerdos que él no sabía que tenía. Fue aterrador, pero él se enfrentó al miedo mismo. Los adultos no tenían permitido ser cobardes, eso le habían dicho. Él pensaba que podían tener miedo, él lo tenía; pero supuso que parte de ser adulto es ignorarlo con tal de ser responsable. Él era responsable de salvar a un hombre inocente, debía serlo. Eso significaba ser adulto. 

Cuando tenía catorce, Harry se sintió terriblemente contrariado. 

¿Se estaban quejando de que no podía participar en el Torneo porque era un niño? 

Es decir, ¿no les importaba que fuera el cuarto participante en un Torneo donde solo debían ser tres? ¿No importaba que él no quisiera participar? ¿No importaba que alguien más fuera el que haya puesto su nombre, incluso sin que él lo supiera? ¿Nada de eso importaba? ¿Lo que importaba es que fuera un niño?

Harry se sintió confundido. ¿Creían que él era un niño? 

Era ridículo solo pensarlo, ¿no? 

Él trabajaba en su casa, limpiaba y cocinaba. En Hogwarts, él no caía en los engaños ni ilusiones. Él luchaba por la seguridad de los niños del lugar. Aguantaba el dolor y superaba sus miedos. Era responsable por la seguridad de los demás. 

Un niño no debería temer por sus amigos durante las aventuras; debería estar tan emocionado como ellos, siendo imprudente sobre su seguridad. Un niño no debería poder resistirse a los encantos de que le cumplan sus más grandes deseos; debería verse embelesado por las promesas de la magia. Un niño no podría soportar tanto dolor, no debería estar pensando en que su muerte sería un buen intercambio por salvar la vida de otro infante; debería llorar y sollozar cuando algo le dolía, debería temer por su propia vida, esperando que alguien lo protegiera. Un niño no tendría porqué lugar para superar sus miedos solo, no tendría que ser responsable de la vida de nadie más; debería poder sollozar y ser consolado cuando tenía miedo, ser acompañado, no tendría que ser responsable de alguien más, deberían ser responsables de él.

Él no podía ser un niño. 

Quizá los otros adultos llegaron a la misma conclusión, porque determinaron que no podían sacarlo del Torneo. Él podía participar. 

Por supuesto, la edad no debería ser el problema. Harry no era un niño después de todo. No estaba seguro de cómo era ser un niño, solo sabía que no era uno. No podía ser un niño. 

Era un adulto.

Aunque no debería serlo.

Él tenía solo catorce años.

Pero era un adulto, uno responsable.

Un adulto que cumplía con su papel.

Un papel que no era suyo.

Harry era un adulto.

Incluso si en realidad no lo era.