Random Stories [Harry Potter]

Idiota

Harry tiene un secreto,
uno muy bien guardado.

Severus está a punto
de descubrirlo.

Más o menos.

Sin ships.

AU corto.

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Cuando Dumbledore sugirió darle clases personales a Harry Potter para mejorar sus notas en la asignatura de Pociones, Severus casi pierde la cabeza. 

¡Ese mocoso era un inútil viera por donde lo viera!

No había forma que ese chico lograra mejorar siquiera un poco en su asignatura, era tan falto de talento y cuidado; no parecía tener una pizca de la habilidad que sus abuelos, reconocidos pocionistas, habían tenido. 

Era imposible que pasara de tener un "D", a veces incluso una "T" en sus notas a tener una "E", la que necesitaba para aprobar para sus EXTASIS y así lograr entrar a la academia de aurores. Severus ni siquiera consideraba que el muchacho pudiera lograr algo allí; porque si bien, había escuchado a sus compañeros de trabajo comentar acerca de la habilidad del chico en la materia, ser auror implicaba más que solo saber lanzar maldiciones y contrarrestarlas. 

Potter no tenía futuro fuera de esa estúpida e insípida fama suya, pero parecía que nadie más a parte de él lo veía. 

Todos poniendo sus esperanzas en un don nadie. 

A veces, cuando miraba al chico, quería poder ver a su mejor amiga de la infancia en él; ver algo de su inteligencia, su buen corazón... Pero solo encontraba al arrogante e idiota James Potter, su complejo de heroísmo imprudente y ridículo. 

Claro, Severus ignoraba a propósito el que James también fue Premio Anual, y por tanto, de los estudiantes con mejores calificaciones y más inteligentes de su promoción.

  Ahora no hacía sino confirmar aún más sus pensamientos, viendo a Potter fallar, por tercer día consecutivo, una poción tan sencilla como lo era un filtro de paz. Tenía muchas ganas de darle una poción agudizadora de ingenio simplemente para ver si había algo dentro de esa cabeza suya.

Continuó insultando y provocando al muchacho constantemente. Severus ni siquiera se molestaba pensar en que estaba actuando exactamente de lo que acusaba a James de ser hasta el último día de su vida: un bravucón, ignorante, y necio. 

El Potter más joven no le temía, sino que caía constantemente en sus provocaciones, gritándole y respondiéndole con una lengua afilada; pero Severus estaba demasiado ocupado regodeándose que no notaba que esas eran respuestas de un Slytherin, o mejor aún, el mismo tipo de respuestas que Lily Evans, Lily Potter, fue capaz de dar cada vez que alguien cruzaba la línea. 

Continuó así por días, semanas; no solo durante las clases de pociones, sino también las de oclumancia. 

El chico era realmente idiota, incapaz de lograr algo como cerrar su mente; de dejar de llevarse por esas estúpidas emociones suyas. 

El Señor Tenebroso no tenía ninguna traba si intentaba meterse a la cabeza del muchacho, y aunque Severus detestara al mocoso, quería que el Mundo Mágico tuviera un futuro, y para eso, debía lograr lo imposible: que ese malcriado cerrara su mente. 

—¡Maldita sea, Potter! ¡¿Cómo puedes ser tan inútil y estúpido?! 

Gritó, viendo con desprecio al chico que ahora estaba en el suelo, acababa de caer tras dejarlo ver un recuerdo donde un hombre adulto, demasiado gordo, le cubría la boca con una grasosa mano para que no gritara mientras lo llevaba a algún lado, a la sala, tal vez, no terminó de ver el recorrido. 

Otra vez, ciego por su odio, Severus no analizó la situación.

Sin embargo, esta vez, para sorpresa y desagrado del profesor, Potter se rió.

—Honestamente... Estoy decepcionado, profesor... 

—Esa es mi línea, Potter —gruñó el docente. 

Harry negó.

—Pensé que usted, como espía, sería capaz de averiguarlo... 

»Pero, a su vez, el que no se diera cuenta me alegra... Porque si usted no se dio cuenta, dudo que nadie más lo haga. 

Soltando una risa suave, Harry se sentó en el suelo, mirando directamente a los ojos del adulto, una sonrisa torcida tirando de la comisura de uno de sus labios.

—¿De qué hablas, Potter? —exigió Snape.

Se negó a reconocer que todos sus instintos de supervivencia le obligaron a apretar su varita en su mano. No estaba asustado de ese mocoso. 

Harry sonrió, y ese fue el comienzo del fin. 

Severus dejó caer su varita, su mano se congeló y perdió toda la sensación de movimiento de su cuerpo, de repente era como si no tuviera el control sobre él mismo.

Cuando escuchó un golpe contra el suelo, se dio cuenta de que era su propio cuerpo lo que había caído, completamente inmovilizado, ni siquiera su magia respondía como para lograr alcanzar su varita que estaba a escasos cinco centímetros de él. 

El adolescente se levantó del suelo entonces, estirándose y caminando lentamente hacia él.

—La mejor forma de engañar a alguien, profesor... Es haciéndole creer que eres un mal mentiroso... Pensé que, de todas las personas, usted lo sabría mejor que nadie... —Harry tarareó—. No se trata solo de fingir ser honesto... 

Mirándolo desde arriba, Harry observó, con obvia diversión bailando en sus ojos, a su maestro, que de maestro honestamente no tenía una mierda, y se agachó para recoger su varita, apuntando a Snape con ella.

—Sobre ser idiota, profesor... Finjo serlo porque la gente nunca sospecha de los imbéciles... Creen que no se dan cuenta de nada, de que son incapaces de elaborar planes, tener ideas, sorprender a los demás...

Severus comenzó a sentir que sus ojos se cerraban, la inconsciencia indolora y reconfortante intentaba reclamarlo, y estaba ganando la batalla.

—Y sobre ser inútil... Es únicamente porque todos subestiman a una persona que consideran incapaz de lograr nada... 

»Y cuando subestiman a alguien, también bajan sus defensas alrededor de esa persona... Eso, por supuesto, también aplica a usted. 

Nunca dejó de sonreír, Harry estaba claramente burlándose del adulto que se creía superior... 

Pobre idiota.

Severus trató de decir algo, lo que sea... Pero ni siquiera un gruñido salió de sus labios, y cuando cerró los ojos, lo último que escuchó fue la voz del chico que, hasta ese momento, nunca pensó que estaba errando su juicio sobre él.

—Buenas noches, profesor... Obliviate.