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Lily y James están vivos.
Harry va a comenzar su primer
año en Hogwarts, y tiene una mezcla
de emociones a causa de ello.

Obviamente sin ship, ta chikito.

De cierta forma es el prólogo
de una historia que
aún no tengo escrita.

Disfruten... y lloren. (?)
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-Harry, cariño, no te preocupes, no fue tu culpa...

Lily abrazaba al pequeño niño, quien temblaba ligeramente bajo sus brazos, mientras acariciaba su revoltoso cabello que en esos momentos era de un color azul profundo.

-Lo siento... No quería hacer eso, en serio...

-Tranquilo, bebé... Lo sé. No tienes control sobre eso, ¿sí? Fue magia accidental, es todo.

-Yo creo que fue brillante.

-¡James!

En el cumpleaños de Dudley, el primo de Harry e hijo de la hermana adoptiva de su madre, Petunia; hubo un pequeño incidente, en el que Harry, con una demostración bastante impresionante de su generalmente poderosa magia accidental, hizo desaparecer uno de los vidrios que separaban a los visitantes de las serpientes.

Eso no fue tan preocupante... la cosa es que Dudley, quien había estado molestando a la serpiente que estaba viendo Harry unos segundos atrás, cayó dentro del tanque y el reptil huyó.

Harry se había asustado muchísimo a pesar de no ser su primera muestra de magia ni de lejos, y como cualquier niño de diez años, fue a buscar consuelo en los brazos de su madre, sin poder dejar de disculparse por el desastre que según él causó.

James, viendo esto, tomó a su hijo en sus brazos y lo mantuvo allí como hacía desde que era más pequeño, tranquilizándolo en silencio.

Harry desde aquel horrible ataque a su casa, en el que James perdió a sus padres y casi a su hijo, se había vuelto un tanto nervioso. No recordaba nada de forma consciente, pero a veces tenía pesadillas y era algo paranoico. Ellos lo notaron desde pequeño y lo llevaron con un sanador mental para tratar de ayudar a su hijo, y aunque sí había mejorado mucho, seguía siendo propenso a los ataques de ansiedad, una razón más por la que lo protegían tanto.

Otra razón era porque Harry era el famoso «niño-que-vivió», y aunque odiaran que hayan hecho de su hijo un a celebridad, ni Lily ni James podían hacer algo más que tratar de ayudarlo a sobrellevar la situación.

A Harry no le gustaba salir de su casa, por lo que había sido educado allí. No tenía muchos amigos, solo Neville, quien era como su hermano (sus padres era muy amables y Harry les tenía mucho cariño), y los Weasley, aunque solo hablaba con los menores normalmente. Él prefería estar allí con su familia, su mamá, su papá, su padrino, y su tío Moony.

Así que, Harry ahora mismo tenía una sensación extraña en el estómago, mientras leía su carta de ingreso a Hogwarts.

Por un lado, estaba encantado. Había soñado con ir al castillo donde estudiaron sus padres para ir a aprender a controlar su magia (que siempre hacía estragos), y por otro lado, estaba aterrado.

Nunca había estado esperado tanto tiempo de su padres, y seguramente ningún niño que fuera a Hogwarts lo había estado nunca, ya que era a la corta edad de once años que iban al internado para aprender magia.

Estaba encantado con haber sido seleccionado para entrar: sabía que solo aquellos niños que tenían una magia lo suficientemente fuerte entraban a la escuela: eran como la élite del mundo mágico del Reino Unido, y él debía estar feliz, lo estaba, pero igual tenía miedo.

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