CAPÍTULO DIEZ

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CAPÍTULO DIEZ

Caluroso,

Sasaki estaba consciente del claro deseo que entre ambos había por el otro, no lo negaría, era cierto que le gustaba hacerse la difícil y darle un poco de trabajo a aquellos hombres, pero lo que definitivamente no entendía era como había terminado en el vehículo de Rindo, sus labios uniéndose y separándose en constantes ocasiones mientras las grandes manos ajenas recorrían cada centímetro de su cuerpo. Su piel se erizaba cada vez que sus labios se alejaban de los contrarios y sentía el cálido aliento del mayor chocar contra la sensible piel de su cuello en donde seguramente ya habría dejado varias marcas buscando dejar de recuerdo a la menor quien le estaba haciendo sentir tan bien en ese preciso momento.

— Aquí no. — Susurró Sasaki finalmente, Rindo le miró por unos segundos maldiciendo por lo bajo debido a la erección que bajo el trasero de la contraria se encontraba. — No me agrada la idea de que Taiga o cualquier otro sepa lo que hacemos.

— ¿Un motel?

— Qué asco. — El hombre rio ayudando a la castaña a sentarse en su sitio correspondiente, haciendo él lo mismo momentos después.

— Te llevaré a mi hotel, entonces.

— Eso suena más decente. — Ren sonrió con maldad notando el bulto bajo los pantalones del hombre a su lado. — ¿Necesitas ayuda?

— Deja eso para cuando estemos en el hotel. — Sasaki pareció tener problemas de audición, pues su mano viajó rápidamente hasta los pantalones de Rindo, acariciando suavemente por encima de su falo cubierto por la tela. — Mierda, te dije qu-

— Conduce a tu hotel y terminemos esto bien. — Soltando un suspiro, Rindo obedeció.

Para el oji-violeta fueron los quince minutos más largos de su vida, cada semáforo que se ponía en rojo le producía más molestia y desesperación, y los 'inocentes toques' de la castaña a su lado estaban volviéndole loco.

— Bájate. — Ren miró con sorpresa a Rindo una vez llegaron a su edificio, este no dijo nada más bajando del vehículo rápidamente.

La sorpresa en la menor aumentó al escuchar la puerta de su lado abrirse, siendo tomada del brazo y arrastrada al interior del edificio con rapidez. Una pequeña sonrisa se estiró en los labios de la castaña al notar la mandíbula apretada del hombre a su lado mientras subían al elevador en silencio, sabía lo mucho que debía estar el hombre conteniéndose por no abalanzarse sobre ella y destrozarla en ese mismo ascensor.

Las puertas del ascensor se abrieron una vez más, esta vez fue Sasaki la primera en salir y caminar hasta la única puerta al final del pasillo, esperó y esperó, y al tener al hombre a su lado le tomó de la corbata y lo acorraló contra la pared uniendo sus labios en un desesperado beso.

Rindo abrió la puerta torpemente con la tarjeta llave y le adentró al sitio, cerrando la puerta con el pie.

— Eres una maldita. — Rindo sonrió arrastrando a la mujer hasta la cama, lanzándola momentos después sobre el colchón. — Te follaré tan duro... No podrás siquiera ponerte de pie mañana.

— Perro que ladra no muerde.

Quizá debió haber cerrado la boca en ese momento, porque lo que Ren no sabía sería la maravillosa y agitada noche que viviría al lado del hermano menor de los Haitani.

— Veremos si dirás eso después. — Su mandíbula fue tomada con firmeza por el mayor quien le miró desde arriba con una sonrisa burlona. — Desearás no haber abierto esa linda boquita.

La castaña sintió estarse derritiendo bajo el cuerpo del mayor. Rindo sacó de un tirón su camisa, lanzándola a algún sitio en aquella gran habitación, el único ruido presente era el de sus respiraciones agitadas y el sonido de sus labios uniéndose y separándose en repetidas ocasiones.
Algo golpeó su sexo y al bajar la mirada las mejillas de Sasaki se pintaron de un suave rosa al encontrarse con la gran erección de Rindo esperando por ser atendida.

Tal como la vez pasada, su brazo se estiró en un intento por torturar un poco más al contrario. Falló terriblemente en ello.
Un fuerte manotazo en su pierna le hizo sobresaltar y quejarse, sintiendo la zona golpeada comenzar a picar debido al fuerte impacto.

— ¿Qué mierda te pasa, imbécil?

Su respuesta fue ser girada repentinamente, una nueva palmada golpeó fuertemente su trasero acompañado por un gemido de su parte ante el agradable dolor.

Finalmente, Rindo acabó de deshacerse de sus prendas de vestir, dejándoles totalmente desnudos. Sasaki le miraba de reojo notando al hombre sacar un preservativo y colocárselo, bombeando un par de veces su falo antes de acercarse a su sexo y deslizar el glande entre sus ya húmedos pliegues.
Ren jadeó sintiendo mojarse aún más de lo que ya se encontraba, la idea de tener al mayor dentro suyo comenzaba a desesperarle, lo deseaba tanto como el contrario le deseaba a ella.

— Apúrate.

Una nalgada más le hizo gemir.

— A partir de este momento no hablarás hasta que te lo permita. — Ordenó Rindo, la castaña rio.

— O ¿Qué? — Nuevamente su trasero fue golpeado por la palma ajena. Sasaki se quejó. — Mierda, Rindo... ¿Quieres que me calle o siga hablando?

— Si no cierras la boca deberás conformarte con una sola ronda.

Ren finalmente guardó silencio, Rindo sonrió y, tomando de sus caderas con firmeza, se enterró en la menor sacando un gemido a ambos. Sasaki apoyó la cabeza sobre el colchón sintiendo una ligera presión instalarse en su centro, sus ojos cerrados en un intento por no perder la cordura.
Rindo retrocedió, enterrándose poco después y con fuerza en la mujer una vez más. Los dedos de una de las manos ajenas se enredaron entre sus cabellos, tirando de ellos desde la raíz hasta pegar su espalda contra el pecho del oji-violeta. Rindo gimió contra el oído de Sasaki sintiendo su cavidad recibirle y apretarle con cada nueva embestida que daba.

Ren sintió unas pocas lágrimas acumularse en sus orbes, juró poder ver como el débil hilo que mantenía su cordura intacta era cortado, dejándose finalmente llevar por el placer. Rindo deslizó su mano por su vientre hasta detenerse a unos centímetros sobre su sexo, haciendo presión con sus dedos en aquella zona en donde la cabeza de su falo golpeaba una y otra vez destrozando a la castaña sin pudor alguno.

El calor se había apoderado hacía tiempo atrás de ambos, sus pieles eran cubiertas por una delgada capa de sudor y Sasaki sentía estar tocando el cielo desde el infierno mientras los labios de Rindo depositaban húmedos besos en su cuello. Sus belfos ascendieron lentamente hasta su mandíbula, después a su mejilla, terminando en su oreja la cual fue presa de los dientes del mayor, siendo mordida y tiraba antes de dejar salir de entre sus labios un ronco y suave gemido.

El control ya no existía en Ren. Sus piernas temblaron de manera desastrosa y sus gemidos se volvieron casi gritos de placer al sentir al hombre aumentar la rudeza de sus embestidas, apretando con una mano de su cuello mientras la otra seguía haciendo presión en su vientre bajo.

Era como estarse deshaciendo entre los brazos del oji-violeta hasta volverse nada.
El fin de aquella primera etapa llegó en un explosivo y agitado orgasmo, Sasaki fue la primera víctima, después fue Rindo quien terminó por correrse tomando aún a la castaña entre sus brazos para evitar que cayera como un frágil copo de nieve sobre su cama y terminara de romperse.

— No te duermas, linda... Aún no acabamos con esto.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora