CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
Una tormenta acercándose,
Sasaki no pudo aguantarlo más, sus gemidos salían de su garganta uno tras otro, sintiéndose desvanecer bajo las caricias del mayor de los hermanos.
Ran tomaba sus caderas con rudeza, golpeando una y otra vez ese punto sensible que le volvía totalmente loca.Rindo sonreía complacido mientras les observaba desde unos metros, sentado en un sofá, bebiendo de una copa de vino. Eran las dos y veinticinco de la madrugada, y los tres llevaban toda la noche en eso.
Eran, definitivamente, insaciables.
— Vamos, cariño... Déjalo salir. — La mujer se retorció una vez más, negándose a permitir llegar a su orgasmo. — Sé que lo deseas tanto como yo.
— Siempre queriendo llevar la contraria. — Rindo dejó su copa a un lado, acercándose a la pareja, tomando uno de los pechos de la castaña con una de sus manos, apretándolo con fuerza. — Libérate, linda.
Sin más rodeos, el menor de los hermanos se inclinó, pegando su boca al pecho libre de la castaña, succionando y mordiendo con fuerza, escuchando los gemidos de la mujer aumentar.
Rindo jadeó al sentir su falo ser acariciado por encima de sus boxers, Sasaki apretándolo con descaro mientras una sonrisa desvergonzada aparecía en su rostro.— Mhm~ linda... No me hagas obligarte a una ronda más. — Rindo unió sus labios con los de la mujer en un desesperado beso, ahogando los gemidos de la menor en su boca.
— Estoy cerca. — Ran gimió por lo bajo, clavando sus uñas en las caderas de la castaña.
— Eres tan terca. — Susurró Rindo deslizando su mano al sexo de la mujer, moviendo y estimulando con su pulgar el punto nervioso de la fémina.
— No... No, no ¡Rindo, no!
Entre temblores y retorcijones Sasaki dejó de gemir, dando paso a gritos desesperados y excitados, sintiéndose explotar en un increíble y desastroso orgasmo. Ran cerró sus ojos, gimiendo al oído de la mujer, continuando con sus embestidas hasta terminar también y llenar con su semilla a la castaña.
Los fuertes brazos del hermano mayor sostuvieron a la menor, soltando un suspiro al sentirse ambos exhaustos.
— Ha sido... Suficiente. — Murmuró Sasaki, cerrando sus ojos.
— No te duermas. — La mujer abrió sus ojos para mirar a Rindo quién le tomó en sus brazos y le llevó al baño. Ran les siguió desde atrás. — Déjame limpiarte un poco antes.
— Gracias. — Sasaki se apoyó al lavamanos al ser dejada en el suelo, sintiendo a Rindo encargarse de limpiarle lo mayor posible con un poco de papel antes de girarle y mirarle a los ojos con una sonrisa.
— ¿Duele?
— No, no ahora. — Ran se acercó a ellos, inclinándose a plantar un corto beso en los labios de la mujer.
— ¿Necesitas tomar una pastilla? — Preguntó el más alto, Sasaki asintió.
— Para el dolor.
Ambos hermanos se observaron, estaban seguros de que la mujer debía estar manteniendo un buen y confiable método anticonceptivo para jamás preocuparse si ellos utilizaban preservativo o no.
Rindo volvió a alzarle, llevándole a la cama en donde ayudó a la castaña a colocarse sus bragas y su camisa, a la cual solo abotonó uno de sus botones centrales.Ren se acostó, siendo cubierta con las sábanas por Rindo, el mayor llegó momentos después, acostándose a la derecha de la mujer, Rindo haciendo lo mismo a su izquierda.
— Ren.
— ¿Hmm? — La castaña no abrió sus ojos, pareciendo estar más dormida que despierta.
— Te quiero. — Susurró Rindo a su oído, cerrando sus ojos para quedar dormido momentos después.
Ran les miró por unos segundos antes de sonreír y abrazar a la mujer por la cintura, dejando un beso en su frente, cerrando sus ojos hasta también dejarse llevar por el sueño.
Sasaki sonrió, sintiéndose finalmente amada y aceptada.
[...]
Es una ley de la vida.
Siempre después de la tormenta sigue el arcoíris, así como después de lo bueno sigue lo malo, manteniéndose un balance entre el bien y el mal constantemente.
Sasaki lo entendió más que perfecto cuando el día para el ataque a Maniacs se acercaba. Todo parecía comenzar a salir mal o simplemente no salía como ella lo deseaba, y eso la frustraba de grandes maneras.Habían pasado dos semanas desde su cumpleaños, estaban ya en noviembre, a menos de dos meses de que el año acabara, y habría deseado poder pasar tiempo con los hermanos, pero su trabajo no se lo permitía en ningún momento.
Taiga y Choji andaban de un sitio a otro, siendo sus ojos y oídos en otras zonas de Tokio las cuales debía asegurarse que no cayeran en las manos de la organización rival, siendo Shuji el único a su lado para protegerle. Bonten se encontraba casi totalmente en sus manos, siendo ella quien lideraría el próximo ataque.
Siendo ella quien iría al frente.
— ¡Shuji! — Exclamó Ren, el castaño no tardó en hacerse presente saliendo de la nueva oficina que le había sido asignada en el piso de los más importantes de Anhell.
— ¿Qué sucedió ahora? — Preguntó el más alto con un tono burlesco, Sasaki le miró con evidente molestia.
— ¿Cómo van las cosas? ¿Ya informaste a todos sobre los planes?
— Lo he hecho, Sasaki, no te preocupes por eso. — Hanma se adentró al sitio, acercándose a la mujer. — Pero hay algo que me gustaría cambiar.
— ¿Qué cosa? — El castaño suspiró.
— Déjame ir al frente, cambiemos de lugar. — La mujer elevó una ceja.
— Si vas al frente seguro que serás el primero en morir. — Rio Ren. — ... ¿Estás hablando en serio?
— Sé que la mayor parte del tiempo me tomo a la ligera todo, pero esta vez hablo en serio. — Shuji le miró, Sasaki notó la determinación en sus ojos.
— Muy bien. — La más baja caminó a un mueble, Hanma le observó con curiosidad. — Toma esto, esta mierda será lo más cercano a estar en una guerra civil que vivirás.
El castaño atrapó un arma en el aire que le fue lanzada, una sonrisa se estiró en su rostro.
— Es una buena arma. — Comentó. — Intentaré usarla con responsabilidad, no prometo nada.
— No me sorprende viniendo de ti.
Ren suspiró, sus ojos se cerraron mientras se apoyaba en su escritorio y pensaba en todo el caos que estaba viviendo.
— Hanma.
— ¿Uhm?
— No mueras, te has vuelto realmente útil para mí. — Pidió la mujer. Shuji rio.
— Ow, me amas.
— Sal de aquí, pedazo de mierda.
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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]
Fiksi Penggemar【La rivalidad que entre sus grupos había no sería un impedimento para estar juntos. Ser una mujer poderosa a veces podía ser agotador y qué mejor que disfrutar de los placeres carnales al lado de dos atractivos hombres que irían por ella sin importa...