CAPÍTULO VEINTIOCHO

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CAPÍTULO VEINTIOCHO

Reunión familiar,

Sasaki terminó de acomodar su cabello, observando a través del espejo a Taiga acercarse a ella y colocar un broche en forma de flor al lado de su coleta. Una sonrisa se estiró en el rostro del pelinegro antes de alejarse un par de pasos.

— Te ves muy bien hoy. — Resaltó Bushida.

— Gracias, Taiga. — Ren caminó a tomar sus cosas, dándose una última mirada en el espejo antes de suspirar y sonreír.

El tocar de la puerta llamó la atención de ambos, la mujer frunció su ceño, sabía que los hermanos acostumbraban a burlar su seguridad cuando iban al edificio principal o a su edificio de departamentos, pero pocas veces llegaban hasta la puerta de su habitación.

Por esa razón fue Bushida quien se acercó y abrió la puerta encontrándose con una de las recepcionistas.

— Buenas tardes, señor. — Saludó la mujer. — ¿Puede informarle a la señorita Sasaki que hay unas personas en el primer piso buscando por ella?

— ¿Quiénes son? — La recepcionista negó en señal de desconocimiento. — Bien, puede retirarse, bajaremos en un momento.

Taiga cerró nuevamente la puerta girándose para ver a Ren quién se encogió de hombros.

— Cuando se trata de negocios nadie viene a este sitio, no es Kokonoi y tampoco los hermanos. — La castaña miró la hora en su reloj de muñeca. — Andando, Ran no tardará en llegar.

— Muy bien.

Ambos salieron de la habitación subiendo al elevador, Sasaki se apoyó en una de las paredes mirando a la nada mientras se preguntaba quiénes podrían ser los que le buscaban.

Un malestar en su estómago le hizo fruncir su ceño, identificándolo como un no muy buen presentimiento.
Las puertas del ascensor volvieron a abrirse, juntos salieron de él y caminaron hasta el salón de la recepción, notando a tres personas esperando sentadas en un sofá.

Los pies de Ren se clavaron en el suelo de golpe, Bushida no tardó en sacar su arma y colocarse frente a ella al reconocer los tres rostros.

Sabía que esto sucedería en algún momento, pero jamás creyó que tan pronto. Taiga frunció su ceño y le hizo una seña a Ren para que esperara en su sitio mientras él se acercó a la familia.

— Buenas tardes. — Los tres pares de ojos se posaron sobre él. — Soy el asistente personal de Sasaki Ren, escuché que la buscan ¿Puedo saber la razón de su visita?

— Queremos ver a Nanase y hablar con ella. — Respondió la mujer con un tono lleno de tristeza.

— Lo siento, desconozco quién es Nanase. — Bushida frunció el ceño. — Si no es algo de gran importancia les pido por favor que se retiren.

— Necesitamos verla, necesitamos ver a mi hermana, es una emergencia.

Ren chasqueó la lengua terminando por agotarse su paciencia al escuchar esas voces de nuevo. Sus pies le llevaron hasta el lado de Taiga quien al verle se mostró sorprendido y preocupado.

— Satō Nanase no vive aquí. — Informó mientras les observaba con desprecio. — No sé quiénes son ustedes, retírense de aquí lo más pronto posible.

— Nan- Ren, por favor escúchanos.

— Bushida, Ran debió llegar ya, andando. — Mintió la castaña caminando a la salida.

Una mano áspera tomó su brazo, Sasaki se sintió asqueada y no dudó en apartarla de un manotazo.

— No entiendo como tienes el valor de venir aquí después de tantos años, pero si vuelves a ponerme una mano encima te volaré la cabeza a ti y a tu familia.

— No puedes hacernos eso, Ren. — Quién fue su hermano mayor se acercó, Bushida se interpuso. — Ren, somos tu familia.

— Hija, debes entenderlo... Lo que hicimos fue para sobrevivir, no creímos que las cosas se saldrían de control con ese hombre.

— Perdónanos, Ren.

Sasaki sintió unas pocas lágrimas de rabia acumularse en sus ojos, sus puños se apretaron con fuerza intentando controlarse y no hacer un escándalo en ese momento, pues no quería que la cita con aquel hermano se arruinara por sus impulsos.

— Largo de aquí. — Pronunció una vez más antes de girarse y terminar de salir del edificio.

Sus lágrimas nublaban su vista en su mayoría y sus pies se movían rápidamente sin un destino en concreto. Ren se sentía tan frustrada, y algo en su cabeza le intentaba convencer por devolverse y volarles la cabeza a todos, pero otra parte de ella le rogaba por mantener la calma.

Su nariz chocando contra algo duro le hizo tropezar contra sus pies, siendo atrapada por alguien antes de caer. Limpiando sus lágrimas finalmente pudo ver correctamente, encontrándose con el rostro preocupado de Ran.

— ¿Nena? — El hombre le ayudó a recomponerse, acariciando sus mejillas y deslizando sus pulgares por estas para limpiar sus lágrimas nuevamente. — ¿Qué sucedió?

— No sucedió nada, sólo me entró humo de cigarro en los ojos. — Mintió, Ran negó.

— No, no es cierto. — El más alto le apegó a su pecho. — Nena... Llora todo lo que quieras... No lo aguantes.

Sasaki tomó con fuerza la tela del saco ajeno, sus labios apretados mientras las lágrimas volvían a salir de sus ojos.

— ¡Ren! — Girando su rostro observó a aquellas tres personas correr hacia ellas siendo perseguidas por Bushida. — ¡Ren, por favor, escúchanos!

Ran sintió el cuerpo de la menor temblar entre sus brazos, entendiendo de inmediato que esas personas no hacían sentir cómoda a la castaña.
Con una de sus manos sacó su arma, apuntando a la cabeza de quien parecía ser el menor del grupo.

— Alto ahí. — Los tres se detuvieron. — ¿Quiénes son ustedes?

— Sus padres, su familia. — Respondió un hombre. — Ren... Hija, por favor... Estamos pasando por el peor momento de nuestras vidas... Ayúdanos.

El más alto bajó la mirada notando los ojos cerrados de la castaña quien murmuraba cosas incomprensibles para el oji-violeta.

— Nena ¿Quiénes son ellos? — Preguntó el hombre, Sasaki abrió finalmente sus ojos.

Ran se sorprendió al sentir como el arma en sus manos era repentinamente arrebatada y sin dudarlo dos veces la castaña disparaba hacia el menor de aquel grupo de tres. La pareja gritó aterraba al ver a su hijo caer al suelo, tomando su pierna con fuerza mientras gritaba de dolor.

— Ninguno de ustedes merece una muerte inmediata... Merecen sufrir hasta la muerte.

Bushida tembló en su sitio notando la sonrisa en el rostro de su jefa, sus ojos se movieron hasta Ran quien le miró también.

— Ren, detente. — La castaña miró a su asistente.

El oji-violeta y el pelinegro se sorprendieron al notar a la mujer apuntar al último mencionado.

— No interfieras, Taiga, o te volaré la cabeza a ti también.

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora