CAPÍTULO CINCUENTA

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CAPÍTULO CINCUENTA

Nuevo invitado,

— ¿Qué opinan? — Sasaki dejó caer la bata que cubría su cuerpo, dejándole únicamente en su conjunto de lencería roja especialmente comprado por Rindo.

Ran tosió al atragantarse con la cerveza que bebía, Rindo sintió el calor comenzar a apoderarse de su cuerpo entero.

Un característico tatuaje se situaba ahora sobre la cadera a la derecha de la mujer, este terminaba de sanar y había sido una sorpresa de parte de la castaña para los dos hombres quienes ahora parecían dos idiotas embobados mirando su cuerpo. No solo era el tatuaje que quedaba perfecto a su cuerpo, sino la tela roja decorando su figura y cada curva que los dos mayores seguían con la mirada cuidadosa y detalladamente.

— Mierda. Estoy duro. — Pronunció Rindo, Sasaki rio.

— Tú siempre andas así, Rindo.

La presión en los pantalones del hermano menor aumentó al ver a la mujer acercándose a él, mirándole con ojos de depredador, lleno de deseo por devorarle completo. Ren se sorprendió al ser repentinamente alzada por el hermano mayor, Rindo maldijo por lo bajo siguiendo a su hermano hasta la habitación que ahora oficialmente los tres compartían.

— No puedes simplemente mostrarte de esa manera frente a mí, nena... Carajo, me prendes tan fácil.

— Es porque sigues siendo un maldito hormonal insaciable. — Sasaki fue lanzada sobre la cama, una sonrisa malvada se estiró en su rostro mientras separaba sus piernas, permitiendo el total acceso al mayor quien no dudó en abalanzarse sobre ella uniendo sus labios en un desesperado beso.

— No sean egoístas e inviten. — Rindo se dejó caer al lado de ambos, desabrochando su camisa lentamente, dejando ver momentos después su marcado y bien trabajado cuerpo.

— Déjame disfrutar todo de ella, hermano. — El más alto acarició las largas piernas de la mujer antes de unir sus labios con los ajenos en un desesperado beso.

Sasaki enrolló sus brazos en el cuello del mayor, acercándole más a sí antes de hacer lo mismo con sus piernas, atrayendo el cuerpo del oji-violeta hasta hacer chocar sus sexos.

— Quiero que empieces tú. — Susurró Ren, mirando al mayor y tirando de su labio. Su mirada se movió después a Rindo. — Después te tocará a ti, aprecio mucho mis caderas ¿Entendido?

— No tengo problema con ello, preciosa. — Ran le giró, dejándole en cuatro sobre la cama. — Rindo tendrá que esperar.

— Mierda, ustedes dos no tienen corazón. — El hermano menor desabrochó sus pantalones, sacando de entre ellos su largo falo.

Sasaki le observó antes de maldecir.

— Ven aquí. — Ordenó la mujer, Rindo le miró por unos segundos antes de sonreír con malicia y colocarse frente a la castaña, bombeando un par de veces su longitud antes de sentir la mano ajena reemplazar la suya.

— Qué mujer tan insaciable. — Ran soltó una fuerte nalgada a su trasero haciendo gemir a la más baja.

— Abre bien la boca.

— Abre bien las piernas.

Sasaki estuvo segura de que sería nuevamente destrozada por esos dos hombres.

Pero no podía quejarse por nada.

Un suspiro abandonó sus labios al sentir como sus bragas eran apartadas por dos de los dedos de Ran, presionando su punto nervioso con su pulgar antes de tomar su falo y deslizarlo en su húmeda cavidad, abriéndose paso entre las paredes de la castaña de manera increíblemente excitante. Sasaki gimió por lo bajo, sacando su lengua y deslizándola por toda la longitud de Rindo, terminar por adentrar el glande a su boca.

Ambos hombres suspiraban mientras le tomaban desde dos sitios diferentes. Ran tomaba sus caderas con fuerza dando fuertes, pero lentas embestidas, Rindo tiraba de sus cabellos, terminando de adentrar su miembro a la boca de la mujer hasta golpear su garganta con la punta de su falo.

Era una situación demasiado calurosa y placentera para las tres partes presentes.

El sonido de la puerta principal siendo abierta de manera repentina logró que Sasaki retirara el falo en su boca con rapidez, mirando con evidente sorpresa y confusión a Rindo, quien parecía igual de sorprendido que ella.

— Ran... Detente, imbécil. — El mayor detuvo sus movimientos soltando una maldición, los tres guardaron silencio, preguntándose con sus miradas quien podría haber irrumpido en su departamento.

— Iré a ver. — La mujer se puso en pie, tomando y colocándose la camisa de Rindo por encima.

Sus pies le llevaron a la puerta, la cual se abrió de la misma manera repentina, haciendo que su nariz chocara contra algo y le obligara a retroceder.

Ren elevó la mirada, sorprendiéndose de gran manera al ver a un hombre de intensos ojos azules observándole con sorpresa.

— Eres un maldito dolor de culo. — Ran bufó, Rindo rodó los ojos acomodando sus pantalones.

— Vaya que estaban ocupados.

— ¿Qué haces aquí, Sanzu? — La castaña frunció su ceño, girándose con molestia. — No puedes ir entrando a mi casa como si nada.

— ¿Tu casa? — El peli-rosa rio. — Creí que era el departamento de estos imbéciles.

Los orbes azules del hombre descendieron lentamente observando las piernas de la mujer.
Estaba convencido de que cualquier hombre que le mirase desearía ser ahorcado por esas suaves y largas piernas.

— ¿Por qué miras tanto a mi mujer? — Ran se cruzó de brazos. — ¿Acaso te la quieres coger?

— ¿Te miento o te digo la verdad, nos peleamos y termino matándote?

Sasaki miró al peli-rosa antes de sonreír con malicia.

— Dile la verdad. — Los dos hermanos le miraron con sorpresa. — No creerán que solo ustedes dos están locos por mí ¿Cierto?

— Lo sé, nena, pero... Mierda, a veces puedo ser un maldito celoso. — Ran se acercó a la castaña, tomándole por la cintura.

Lo último que el más alto esperó fue que un pensamiento de una erótica y nueva fantasía sexual pasara por su cabeza. Sus ojos violetas fueron hasta Haruchiyo, quien elevó una ceja mirándole con confusión.

Rindo frunció su ceño al entender lo que su hermano estaba pensando.

— Oye, no estoy de acuerdo. — Pronunció Rindo, Ran sonrió con inocencia.

— A veces debemos abrirnos a nuevas experiencias, hermano, además... ¿No te parece terriblemente caliente observar cómo otro hace el trabajo por ti?

Rindo le miró por unos segundos, un suspiro escapó de sus labios.

— Sí, me parece jodidamente excitante.

— ¿De qué demonios hablan ustedes dos?

Sasaki se sorprendió al ser tomada por Ran, obligándole a sentarse entre las piernas del mayor sobre la cama.

— Esto te gustará, nena.

— ¿Qué diablos? — Ren sintió sus mejillas colorarse al ser sus piernas separadas por el más alto, sus bragas lanzadas a algún sitio y su sexo totalmente expuesto hacia Sanzu quien se encontraba frente a ellos. — Hijo de-

Ran cubrió su boca.

— ¿No quieres probar, Sanzu?

Un bulto era ya visible en la entrepierna del peli-rosa quien mojaba sus labios con su lengua.

— ¿Quién no querría? — Respondió el ojiazul.

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Solo puedo decir...

Qué buen final han escogido. Disfrutaré de publicar estos últimos capítulos.

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🌹Un voto y un comentario se agradece.

𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora